Revista Cultura y Ocio

Pescadores en extinción

Publicado el 24 septiembre 2015 por María Bertoni
El largometraje de Pinto y Leonel se exhibió en una docena de festivales internacionales.

Proyección exclusiva en la Filmoteca Metropolitana.

El miércoles próximo a las 20 es la última oportunidad para ver en la Filmoteca Metropolitana de Buenos Aires Rabo de peixe, conmovedor largometraje portugués sobre un grupo de pescadores que ejercen -o más bien ejercían- su oficio de manera artesanal en Las Azores. Harán bien en agendar esta función los espectadores sensibles al cine capaz de pintar una aldea, y al mismo tiempo trascenderla.

Joaquim Pinto y Nuno Leonel documentan mucho más que la rutina de Pedro, Arturo, Rui y demás compañeros en el pueblo cuyo nombre se convirtió en título de la película: también muestran el impacto laboral, ecológico, cultural de la globalización en pequeñas comunidades como la aquí retratada. Por si la hazaña resultara insuficiente, les rinden tributo poético a la amistad, la solidaridad, la libertad.

Antes de seguir, corresponde contar que Rabo de peixe también se titula el mediometraje que Pinto y Leonel produjeron en 2003 para la televisión pública portuguesa. Aquel proyecto contó con el respaldo de asociaciones de pescadores que querían registrar la desaparición de las técnicas artesanales de pesca.

El material filmado entre 1999 y 2001 quedó reducido a una versión de 55 minutos porque el enfoque autoral cayó mal. De hecho, los auspiciantes pidieron que se eliminara toda referencia a personajes concretos (los mencionados Pedro, Arturo, Rui), así como las escenas que -según los auspiciantes- atentaban contra la buena imagen de los pescadores.

Más de una década después, Pinto y Leonel volvieron a editar aquel registro. El resultado es el largometraje de una hora y cuarenta minutos, que se exhibió en una decena de festivales internacionales y que 996 Films trajo a nuestra ciudad.

Asimismo corresponde contar que Pinto produjo unas treinta películas, y que trabajó como sonidista para Manoel de Oliveira, Raúl Ruiz, André Techiné entre otros directores de renombre. Estos antecedentes profesionales enmarcan las reflexiones autorreferenciales que se cuelan en la segunda versión de Rabo de peixe sobre las contradicciones y limitaciones del oficio cinematográfico, en contraposición con el de la pesca y las artes en general.

Porque muestra paisajes paradisíacos, porque señala profundidades marítimas insondables, porque aboga por una relación respetuosa entre el hombre y la naturaleza, porque la cámara también les presta atención a los chicos (en este caso, a los hijos pequeños de los pescadores), el largometraje portugués evoca el recuerdo de Alamar, inolvidable documental que Pedro González-Rubio filmó en pleno arrecife de coral de Banco Chinchorro. Dicho esto, el de Pinto y Leonel es todavía más explícito en términos políticos: como botón de muestra, vale mencionar la cita de un texto de Simone Weil sobre los pescadores en tanto sujetos más libres -o realmente libres- en comparación con los obreros.


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