El rojo y la realidad. Intento entender cómo ves tú la realidad y si tiene alguna semejanza con lo que veo yo, pero a la única conclusión válida a la que llego es que la realidad no es más que una suma de convencionalismos compartidos para no volvernos locos.
Vamos a convenir que vivimos rodeados de luz aunque la realidad es que vivimos entre tinieblas. Vamos a convenir que la luz que incide en un objeto, la que absorbe y la que refleja y que me permite determinar que el color del objeto es el rojo, otros han convenido que también es de este color, aunque no exista forma de demostrar que la percepción sea la misma.
Ya lo expuso Platón: Nuestra realidad es la que vemos, por mucho que la misma esté compuesta de nuestras propias sombras y LA REALIDAD, la verdadera, quede a nuestras espaldas. Siempre será falsa, pues no la vemos.
Lleguemos a un razonamiento absurdo, ¿por qué no?. Cada veintisiete años se nos presenta la oportunidad de entender la realidad. De comprender qué somos, de entender dónde estamos y cuál es nuestra finalidad en este mundo. Y de repente te descerrajas un tiro en medio de la frente o decides no continuar entre quienes no han entendido nada y desapareces en medio de una orgía de drogas y alcohol.
Definitivamente soy demasiado mayor para morir con veintisiete y demasiado joven para resignarme a esperar un nuevo ciclo. Aún me quedan unos años para enfrentarme a una nueva ventana de lucidez con el objeto de determinar que mi realidad, por muy distorsionada que la perciba, merece la pena vivirla.
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