Revista Opinión

Pobreza, paro y Laponia

Publicado el 01 marzo 2012 por Elrenidero @davidpravia

En el estado español el 22% de los hogares se encuentra bajo el umbral de la pobreza, es decir, reciben anualmente menos de 7.800 euros. Más de 580.000 familias no obtuvieron ningún tipo de ingreso. Estos datos arrojados por el último informe del Observatorio de la realidad sobre los efectos sociales de la crisis de Cáritas nos constatan que cada vez no solo hay más pobres sino que son aún más pobres que en 2010. Con el 22% de pobres somos uno de los países europeos con mayor tasa de pobreza (la media es del 16,4%), solo superados por Rumanía y Letonia.

Con unas cifras de paro dramáticas, con casi 5.000.000 de desempleados y con dos reformas laborales complementarias que facilitan y abaratan aún más la destrucción de empleo nos abocamos a un abismo con muy mala perspectiva. En 2011, por primera vez en 10 años, el saldo migratorio de España ha sido negativo según recoge el Instituto Nacional de Estadística, es decir, hemos emigrado más que inmigrantes han llegado. Más de un millón y medio de trabajadores españoles se encuentran ya en otros países en busca de unas condiciones laborales dignas y las previsiones no son nada halagüeñas.

Ante un panorama de miniempleos de 400 euros, del insultante salario joven aprobado por el señor Cascos y de una legislación laboral tendente a la precarización de la vida, en especial de los jóvenes, aparece la solución de la mano de la CEOE: hay que cuestionar que los parados cobren la prestación por desempleo si rechazan una oferta de trabajo, “Como si es en Laponia”.

Estas declaraciones, llenas de empatía y patriotismo, fueron realizadas por José Luis Feito, presidente de la Comisión de Economía y Política Financiera de la CEOE y evidencian a las claras cual es el pensamiento reinante en la patronal. Ya no sirve con despedir más barato, ni con establecer unas condiciones laborales leoninas, sino que para salir de la crisis, el trabajador debe renunciar a cualquier tipo de derecho, incluso el de no aceptar un empleo en unas condiciones indignas o, incluso, perjudiciales. Para la CEOE parece ser que cinco millones de españoles no trabajan porque no quieren, que hay miles de empleos sin cubrir porque hay gente que no quiere trabajar. Quizá alguien debería explicarles a los indignos señores de la CEOE que en Laponia no es concebible cobrar salarios inferiores a 1000 euros, que la seguridad laboral es más amplia y que los trabajadores no tienen que asumir todo el peso de una crisis que ellos no han provocado. Pero quizá eso a la CEOE no le interese discutirlo, no vaya a ser que a este lado de los Pirineos empecemos a pedir lo que queremos.


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