Revista Opinión

Podemos y su propuesta económica

Publicado el 09 diciembre 2014 por Pelearocorrer @pelearocorrer

No hay un solo día sin que los periódicos más importantes de este país dediquen un editorial o un artículo de opinión a Podemos, Pablo Iglesias o algún otro gerifalte de la nueva agrupación madrileña. El hecho demuestra la relevancia que, independientemente de la factura política, está teniendo el partido del círculo morado.

De la denuncia radical, el desenfado frente a las cámaras de televisión y la cita a intelectuales que estaban en desuso en este país (como Antonio Gramsci) han pasado a sembrar la confusión; pareciera que todo este movimiento que va de la determinación al caos, de la rotundidad a lo indeterminado, de la certeza a la sospecha leve está premeditadamente medido, astutamente ensayado antes. Podemos ha pasado de acusar al adversario a significarse políticamente, visto que las opciones de mandar son cada vez mayores. En este país sólo sabemos cómo gobernaría alguien cuando le vemos gobernar, de tal forma que ahora con Rajoy Brey en la Moncloa sabemos qué hará en caso de ganar las próximas elecciones.

El ruido que está generando Podemos en la prensa es tan ensordecedor que ya ni El País tiene claro si se trata de una opción socialdemócrata, comunista, utópica, radical o de centro; la cabecera, también hay que decirlo, se ha instalado hace años en la relatividad ideológica, aquella que Fukuyama inventó para diluir la izquierda y la derecha en un combinado indigesto que ya nadie se traga. Solo a la derecha interesa descomponer el constructo ideológico que Marx cocinó para que tuviéramos la mesa bien servida y ordenada. El fin de las ideologías suponía admitir que la lucha de clases había terminado y que el nuevo orden mundial solo puede responder a premisas económicas; todo es económico como todo era religioso en los años salvajes del medievo. Fukuyama se equivocó en su diagnóstico porque muy pocos años después hemos vuelto a la dialéctica marxista, hoy más patente que nunca desde que comenzó el siglo XXI.

Por cada caso de corrupción que denuncia Pablo Iglesias vemos una pequeña dentellada de la prensa reaccionaria (ABC y La Razón sobre todo) para morder al líder posibilista: que si su novia, que si Errejón, que si prevendas en Venezuela, que si proetarra, que si comunista. Las acusaciones contra Podemos advierten que el sistema no les va a perdonar ni un solo pecado, ni una sola de las mismas indecencias que ellos denuncian. Pero sobre todo, lo que nadie parece que está dispuesto a soportar es que sean normales, esto es: que estén sujetos a la mundana tentación de corromperse, como los demás partidos. La prensa, los votantes, los espectadores esperan que Podemos sea una máquina perfecta, y en esa perfección el programa económico (que no pasa de ser una propuesta indeterminada y preliminar) se está convirtiendo en el saco de boxeo donde todos ensayan sus golpes. A mi lo que me gustaría es confrontar la indeterminación del programa económico de Podemos con los programas del Partido Popular y el Partido Socialista, nos llevaríamos una enorme sorpresa, de hecho y hasta donde llega mi memoria no recuerdo que los programas del Partido Popular y el Partido Socialista se hayan sometido al mismo grado de revisión y de crítica, a la misma implacable lectura. ¿No será que los partidos tradicionales no tienen programa?


 


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