Revista Libros
Cae la tarde, azul, rojo, gris, lentamente, porque las tardes caen así lentamente, nunca caen de golpe salvo aquella que sea cuando sea esa aún no ha llegado.
A la tarde que cae, azul, rojo, gris, poco importa que en soledad o en compañía, poco importa que conversar sea menos o más intrascendente, sobre los signos de la nonata noche inminente.
Como siempre cae la tarde, azul, rojo, gris, lentamente, porque las tardes caen así lentamente, nunca caen de golpe salvo aquella que sea cuando sea esa aún no ha llegado.