Revista Cultura y Ocio

Poemas de Rayza Jara

Publicado el 24 septiembre 2018 por Mauro Marino Jiménez @mauromj

Rojo puta

Porque mi mamá siempre me preguntó por qué atesoraba tanto aquel labial rojo puta que alguna vez le robé.

Extraño ese labial, extraño a mi mamá.

Los labios mordidos, los ojos manchados.

El labial desteñido, el corazón marcado.

Lo único reconfortante era volver al espejo, tomar mi objeto favorito entre las manos y frotarlo contra mis roídos pedazos de piel.

Los labios mordidos, el corazón sangrante.

El toque gentil y la fiera pigmentación sobre las grietas secas.

Los labios mordidos, el corazón moribundo.

El flamante color sanando las heridas, adjetivando a mi ser y dándome poder.

Los labios mordidos, rojos, coloridos y el corazón adolorido.

De trenes y aviones

Puede acabarse, no ser para siempre. Los recuerdos lilios los protejo cual delicado tulipán.

Tantas sonrisas gratuitas. Te amo.

Tú eres ese tren que se me pasa.

Ese tren cargado de ilusiones, amores descabellados y locuras envueltas en miel.

El tren que se me pasa y no espera.

Ese amor intenso que dura un mes, pero se siente como una eternidad. Ese destello de locura y arraigo infantil en mí atormentada vida.

No, no eres un tren. Eres un avión.

Ese que perdí a las 6:35 de una mañana nublada. Y ese por el cual peleé a las 8:50 y, sobre todo, ese que volvería a tomar mil veces a las 7:15 de la noche.

Suavemente

No, nunca quise ser Thames pero, me agradaron los sábados de Fernet, facturas y de Martulinadas.

Lo único que quería es era que me trataras suavemente.

No comprendí tus miedos y me atreví a rescatarlos, salté del abismo un centenar de veces. Soñé y contemplé mil veces las mismas cosas, me atoré en tu camiseta merengue y rompí el último hilo que nos sostenía.

Huí entre sus sonrisas, y mi corazón delator intentó regresar; el té se volvió para tres y no tuve el valor de cerrar mi persiana desolada.

Nos volvimos caníbales, roímos hasta el último hueso del recuerdo de nuestro amor infantil. Mi mente se tornó una furia, una ciudad enfurecida y las tardes en el Ateneo se volvieron pesadillas, lágrimas silenciosas, noches inconstantes.

Envié cenizas de clavel y evité roces secretos; pasamos a la caja de recuerdos valiosos pero innecesarios; nos volvimos ligeros.

Los agudos acordes dejaron de doler y finalmente descubrí que solo Cerati fue el que me trató suavemente.

Inspirada en la obra de Soda Stereo. Gracias por tanto.

Invencutio

En una clase de narrativa del quinto ciclo.

Me gustas como el poema de Rosé.

Mucho y poco al mismo tiempo.

Me costaba realizar el inventio contigo pero, hacer el elocutio me enamoraba un poquito más.

SideSun

La distancia entre dos puntos, solo es una recta. Gracias.

Quedarme aquí hasta el amanecer

y salvarte cuando estés cayendo.

Cuando la lluvia se ponga pesada

y no encuentres paraguas.

Levantarte de la oscuridad
y arreglarte con mi amor.

Un millón de estrellas en colisión, y

aunque existan mil de razones para

renunciar.

Medias disparejas

Es una realidad absoluta, que en el transcurso de tu vida perderás más medias de las que imaginas. A mi me sucede siempre; en la lavadora, en las mochilas de deporte y muchas que son secuestradas por Sugar.

Las medias, desde tiempos inmemorables, fueron creadas la una para la otra, a su imagen y semejanza; si perdías una, automáticamente la otra ya no servía, porque estaban diseñadas para complementarse. Además, sería una locura -para muchos- conservar algo que ya no te va servir luego.

En el mundo de las medias también hay diferencias, existen las medias de color blanco y negro, las que todos aman y pueden usarse para todo tipo de ocasión, también están las medias cortas y las largas, las delgadas y las de textura gruesa.

Por último, están las que tienen colores y diseños extraños, esas que si pierdes un lado, es muy difícil lograr hacer pareja con alguna blanca o gris, no habría más remedio que tirarlas al bote de basura más cercano.

En mi vida he tenido diferentes tipos de medias pero, particularmente tengo un gusto por esas a las que no les es fácil encontrar pareja luego de perderla. En la rapidez de muchas mañanas, las medias disparejas me acompañaron y calentaron muy gratamente, sin replicar ni hacerse la vida imposible. El mundo está lleno de medias extrañas; claro, también están las blancas, negras y de colores enteros, no tiene nada de malo ser una de ellas.

Soy una media de diseño raro y con color extravagante, siempre me fue difícil encontrar a alguien pero nunca negué la compañía a otra media dispareja, siempre acepté los colores planos, las texturas extrañas y los recubiertos extremos. Me volví una media corta, gruesa, una media delgada, una que calce con zapatillas y también de las que se usan con zapatos elegantes.

Últimamente había vuelto a mi estado natural, había encontrado la tranquilidad de volver a mis diseños extraños pues, a mi lado caminaba otra media dispareja a la cual le estaba costando amoldarse a mis colores extravagantes y formas desiguales; el cambio le costaba como a mí, en aquellas tantas veces que tuve que acamaleonar mis formas.

Quizá vuelva a ver a mi media dispareja, quizá no, pero hoy descanso mi media en un cajón de mi tocador, atesorando las memorias de cuando volví a ser y a la espera que esa media dispareja vuelva a acompañarme en mis mañanas apuradas.

Rayza Jara es estudiante de octavo ciclo de Educación Secundaria por la Universidad San Ignacio de Loyola. En esta oportunidad, tenemos el placer de presentar una muestra de su promisoria carrera poética.


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