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Poemas demasiado tiempo silenciados

Por Lasnuevemusas @semanario9musas

Poemas demasiado tiempo silenciados

Humildad, virtud generosa y escasa donde las haya (máxime entre quien cultiva la poesía), impregna este libro. Ella está en la intención del autor y en los repliegues.

La cualidad engrandece el conjunto de poemas demasiado tiempo silenciados, creación poética a la que esperamos que José Rico dé continuidad.

José Rico no engaña; el libro no es un poemario, no es un trabajo en torno a una temática cerrada, es un compendio de su poesía selecta, que nos ofrece respetando la cronología de su gestación, movido por el deseo de conservar para sí y para quien quiera leerla su trayectoria poética y vital. Ambas, sí, porque la suya es una poesía auténtica en el sentido literal. El autor escribe lo que le mueve y le conmueve; su poesía está despojada de adorno y elucubración o efectismo intelectual. Escribe sobre la vida, no es conceptual. Ello dice mucho de su carácter. El prólogo de Javier de Uritze contribuye a echar luz sobre la persona de José Rico y sus inquietudes poéticas, pues glosa con sencillez pero entrañablemente cómo prologuista y poeta se conocieron, precisamente alrededor de una copa y apuntes poéticos.

Poemas demasiado tiempo silenciados

Como nos informa el prólogo, José Rico (Oviedo 1956) inicia sus balbuceos poéticos en su juventud y escribe asiduamente aunque abandona bruscamente el hábito para reemprenderlo años después. El compendio lo refleja: de 1974 a 1980 atestigua constancia creativa, que se interrumpe repentinamente hasta que, en 2009, Rico vuelve a la pluma y parece decidido a no dejarla. En cualquier caso, el libro acoge sus poemas hasta 2016.

Estas características permiten concluir que la calidad poética está inexorablemente sujeta a la evolución sensible al paso de años. El lector asiste al proceso de maduración poética del autor, lo cual otorga al conjunto la doble dimensión de objeto pedagógico (como material de trabajo para escuelas de escritura poética, por ejemplo) o como placentera lectura, sobre todo a partir de 1977.

El grueso de la producción de José Rico atestigua su veneración por la Escuela de Barcelona; bebe de su doble inquietud sensible: el dolor ajeno en lo social de los primeros tiempos de este grupo poético y el propio en lo personal, ambos inscritos en la misma vena de lo sensible. En lo temático Rico se mueve entre la crítica social y la inquietud amorosa, casi siempre amor perdido, añorado. Su inscripción ideológica se manifiesta en la elección de sus modelos, tanto de la Escuela de Barcelona como otros anteriores (Alberti, Lorca, Miguel Hernández...), cuyos ecos resuenan en los poemas de los primeros años: "[...] / ¿Adónde vais / hijos de España? / Al fuego, / madre, / al fuego. // [...] // Un soldadito español / se fue a la tierra del fuego, / mi madre me pondrá flores / cuando me quede en el suelo. / Al suelo, / madre, / al suelo." (1976, Quo vadis).

Poemas demasiado tiempo silenciados

Los poemas desprenden sin excepción el intenso apasionamiento de la vivencia, una pasión que se manifiesta como río contenido cuyas aguas buscan con vehemencia expansión, sobre todo en los años jóvenes: "Abridme, hermanos, el tragaluz / del alma. Dejad salir mis alas / fecundas y gloriosas al firmamento, libres. / Dejadme cruzar los aires del universo entero. // Abridme " (1976, Dejadme). Con el mismo apasionamiento el sujeto poético expresa el dolor por el infortunio que golpea al mundo: "[...] Vómito humano de balas orinadas / sobre Vietnam, Oriente Medio... / sobre cualquier terreno / donde sus pobladores griten libertad; / fértil excremento, colérica doctrina / donde las palabras forman arcabuces / y cañones de oro negro. / [...] // Siglo brutal. / Fin de mis años" (1976, Hiperflora). O descarga la indignación desolada que le produce España, una herida profunda que no sana: "¡Arránquenme las venas, / verdugos, / mis venas santas, / mi cuerpo tuvo tiempo de sentenciar la farsa! / [...] / ¡mierda de patria! // (Si me permiten decirlo / los señoritos, las damas)" (1976, Torniquete). Una España de la que el sujeto poético se distancia expresamente oponiendo un abominable "vosotros" a un yo sensible que hace oír su voz: "No, mi lengua / no es como la vuestra, / cargada de espinas y / de sangre. / Mi lengua, con los labios, / es como una rosa fresca, / como una rosa abierta a las verdades; / [...]" (1977, Animal de lengua).

La mirada crítica de la voz poética se manifiesta en todos los momentos y lugares de su España, en la historia reciente aún en los primeros años de su joven escritura: "He cruzado los campos de batalla / polvorientos y sembrados de esqueletos; / han tronado ante mí, sedientos, los cañones. // [...]" (1976, La guerra I), en estampas lacerantes que ofrece la calle: "Yo los vi, sé que eran dos. Estaban allí. / Hacía frío en la calle, / pero no me dieron pena. / Dolor por tener ojos. // [...]" (1975, Las dos llamadas), o en la mediocridad social que observa la voz poética, de la que hace una ácida pintura, donde el yo aparece aislado, observador, entre el rebaño: "[...] / Gente de todas las especies y maneras / se mezclaba conmigo. Amargadas amas de casa / (fieles esposas de funcionarios públicos / que se disponían a tomar, al asalto, / los grandes almacenes / [...] / amargados esposos / (fieles a sus esposas fieles) / [...], / charlarán de los últimos / acontecimientos sociales / (quejumbrosas charlas de babosos lepidópteros / que un día quisieron ser algo / y se quedaron / en meros 'ventanilleros' de calvas asquerosas / [...] (1980, La calle).

Rebelde e inconformista, la voz poética no se somete a la inercia de la sociedad que le rodea: "'No está en tus manos', dicen / para que no luches, / pero tus manos se ensucian / cuando callas, cuando no parpadeas de asombro, [...] // Dicen que no está en tus manos; / úsalas para pararles. // [...]" (2014, Dicen que no está en tus manos)

La pasión amorosa se revive casi siempre desde el pasado, en forma de acerbo desamor:

"Apoyado en la barra del recuerdo / de alguna cantina marinera, [...] / recuerdo tu perfecta cadera, / tu blusa entreabierta, el comienzo / de tu blanco seno enamorado / [...] / y una furia cautiva que perdura / me provoca las ganas de besarte. // ¿Cómo besarte si ya no estás conmigo? // [...]" (2011, Cuando estabas conmigo), aunque concede al amor poder salvífico en su proyección desde lo vivido y hacia el futuro: "Veremos cómo acaba, / cómo acaba la historia. / Si fuimos dos o, acaso, solo uno; / uno solo en la nada / o dos en la memoria" (2010, Memoria).

Algunos poemas de los últimos años dan fe de la experiencia de la muerte cercana con connotaciones eróticas: "Vino la noche desnuda / [...] / mostró sus muslos abiertos / y en un segundo de rabia / giré mi cuerpo entregado / sobre su vientre dispuesto; / [...] // Supe, al fin, que era la muerte / la que ocupaba mi lecho" (2013, Llegó la hora), a veces en forma de testamento, en un poema en el que resuena Machado: "[...] /por dejar constancia de que he vivido / hasta el último momento de mi sangre / [...] (2013 Últimas voluntades). O en el poema que da título al conjunto, en el que trata el tema con mucho sentido del humor: "A pesar de los años aún presumo / (no quisiera parecer presuntuoso) / de tener una larga y tupida cabellera, / [...] / me acerqué al espejo sigiloso / y atónito observé cómo caía / un encanecido pelo en el lavabo. / [...] / No quise pensar qué pasaría / si me cayera un pelo cada hora / [...]" (2012, Ayer soñé que calvo me quedaba).

Formalmente el compendio, como podemos esperar de una recopilación que se presenta con la intención de testimoniar la evolución de José Rico como poeta y arranca en la juventud del autor, manifiesta, sobre todo en los poemas de los primeros años, probaturas de acercamiento a modelos clásicos (1974, Tu resplandor; 1975, Amor, que casi cumple con la seguidilla simple), algún coqueteo con la rima o escarceos con la poesía vanguardista del momento (poesía visual: 1974, Impulsos; 1977, Huracán). Pero es el verso libre el que predomina en los poemas con buen sentido del ritmo.

Una producción poética que merece continuidad.

José Rico
Ayer soñé que calvo me quedaba
Las nueve musas Ediciones, 2020, pp. 132

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