Revista Sociedad

Polacos(as) y españolas(es)

Por Nestortazueco

Lo que los hombres y las mujeres esperamos unos de otros depende, mucho más de lo que nos gustaría, de la cultura en la que nos han educado. La cultura, por mucho que cambien los tiempos, está plagada de ideas y conceptos arcaicos que si uno es conservador apreciará más que alguien de izquierdas que, muchas veces, disfrazará una idea antigua con conceptos modernos.

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Por ejemplo, el conservador dirá que el matrimonio es una institución sagrada mientras que el de izquierdas, que es importante para el buen desarrollo afectivo de un niño. Es decir que, por muy modernos y razonables que seamos, las ideas que recibimos de nuestros padres y abuelos están ahí, influyéndonos, tanto si son buenas como si no, tanto si las queremos como si las detestamos.

Dicho esto explicaré que lo que más influye en la relación de pareja latino – polaca es la relación de poder en la pareja.

Voy a pasar de comentar las parejas homosexuales porque se salen de las convenciones y, francamente, no creo que tengan muchos arcaísmos culturales que les influyan en sus relaciones.

El papel de las mujeres polacas ha estado condicionado por los más de cien años de ocupación por rusos y germanos, y por los levantamientos que se producían a intervalos de más o menos uno por generación en los que muchas madres perdían marido e hijos varones.

El papel del hombre en la familia tradicional lo conocemos todos, hacer hijos y pasar el mínimo tiempo posible en casa, traer el pan y controlar de vez en cuando que reciben la educación adecuada. Esto, en el caso de Polonia, es bastante más drástico. En muchos casos el papel de la madre polaca era el de tener hijos, quedarse viuda y sacar adelante ella sola a toda una familia.

Aunque ya hace tiempo que ni polacos

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ni españoles mueren en insurrecciones o guerras las mujeres españolas y las polacas tienen un bagaje cultural bien diferente. Por otro lado los hombres españoles o latinos hemos recibido una influencia masculina mucho más constante en nuestra historia que los polacos y eso también nos afecta en nuestra forma de tratar a las mujeres.

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El polaco es mucho más dado a llegar a un acuerdo cuando discute con una mujer que el español, es también más gentil y en su comportamiento hacia ellas hay muchos detalles que para los españoles son ancestrales, como ceder el paso al abrir una puerta, sacar la silla para que se siente cuando se la invita a cenar y besar la mano de una señora, cuando tiene ya cierta edad, como señal de respeto.

 

En Polonia, en la intimidad del hogar, quien manda, sin casi excepciones ni medias tintas, es la mujer. Son ellas las que toman las decisiones importantes y no se toman ninguna molestia en disimularlo.

La española, aunque sea la que “corta el bacalao”, siempre hará todo lo posible para que el hombre se crea que es el que manda, o por lo menos para aparentar en público que su opinión cuenta.

La relación polaco – española o español – polaca es en principio y en lo que a detentar el poder se refiere, una relación entre iguales aunque esos dos tipos de parejas no son para nada iguales.

Mi impresión al conocer parejas española-polaco es que son bastante estables, por lo menos tanto como cabría esperar de cualquier pareja de la misma nacionalidad. A las españolas les encanta la caballerosidad polaca y me imagino que el no tener que justificarse si toman las riendas de la relación una vez una otra el otro, o incluso todo el tiempo si es así su carácter.

En cuanto a la pareja español-polaca, es lo que más se ve en Polonia. La mujer polaca necesita mucho más que el hombre estar en contacto con su familia así que los polacos que emigran se quedan en su país de adopción con más facilidad.

A los latinos nos gusta la dulzura de la polaca y nos halaga que admire nuestro temperamento y nuestro carácter, más dominante que el del polaco, aunque, esa fascinación mutua suele ser típica sólo del principio de las relaciones.

Hace tiempo, antes de casarme me advirtieron en dos ocasiones que me pensara muy bien en lo que me estaba metiendo.

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Tenía un estudiante francés, un hombre de negocios afincado en Varsovia con mujer de aquí, que, cuando le dije que iba a casarme con una polaca, se echó las manos a la cabeza y me dijo casi gritando que no sabía en lo que me estaba metiendo.

Una mujer polaca, trabajadora de la embajada de México, divorciada de un mexicano me advirtió, también antes de casarme, que, por nada del mundo discutiera con mi mujer, porque si lo hacía nuestro matrimonio no tendría futuro. Al preguntarle, cómo podía resolver nuestras diferencias sin discutir, me dijo simplemente que hiciera lo que hiciera, no discutiera con ella.

En fin. En mi casa, donde yo crecí, cuando había un problema o lo solucionábamos hablando o discutiendo y, a veces, nos tocaba hacer lo que se nos pedía por las malas. Hasta donde yo sé ese sistema es igual para todos los que hemos crecido en países latinos, así que no escuché ni a uno ni  a la otra.

La relación español – polaca es de alta intensidad, con dosis elevadas de química, de la buena y de la explosiva. Es un poco como la relación que Michael Douglas tendría con Glenn Close si en la película “atracción fatal” él no hubiera estado casado cuando la conoció (aunque también se dan esas relaciones, claro). Cualquiera se puede imaginar, que por el mero hecho de estar soltero no se iban a terminar los problemas. Si recordáis la película, Glenn Close tenía un carácter de aúpa y él tampoco era de los que se amedrentan con facilidad. En esa otra película que nunca se rodó, dónde él estaría soltero, hubieran tenido que decidir quién de los dos mandaba en la pareja o negociar, a base de discusiones  y peleas como repartir el poder. Eso sí, en esa otra película existiría la posibilidad de un final feliz, de la misma manera que muchos latinos y polacas se casan, tienen hijos, y envejecen juntos, felices de haber sabido sobreponerse a sus diferencias.

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