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POLLO MOZÁRABE [Domingos en el cementerio]

Por Anamelm
POLLO MOZÁRABE [Domingos en el cementerio]

POLLO MOZÁRABE [Domingos en el cementerio]POLLO MOZÁRABE [Domingos en el cementerio] POLLO MOZÁRABE [Domingos en el cementerio] He pasado la mañana dando un paseo por el cementerio.

Los domingos soleados me resulta agradable pasear un rato entre las tumbas. Los cementerios son lugares tan silenciosos, tan apacibles y agradables, que pasear entre lápidas y flores es una buena forma de pasar las horas previas al vermut.

Y estoy de suerte. Vivo rodeada de ellos. Tengo siete cementerios en mi distrito, y puedo llegar a todos ellos caminando.

Los que más me gustan son los pequeños, esos me encantan. Los antiguos, con lápidas de piedra sin pulir llenas de líquenes, donde ya no se distinguen los nombres que un día se grabaron en la piedra.

En los cementerios pequeños de mi barrio hay enterrados muchos soldados, y varias tumbas a los caídos con la relación de nombres y cargos militares debajo. También yacen en el barrio casi todas las personas que dan nombre a sus calles. De hecho, está enterrado el militar que dio nombre a la mía.

Apenas entran huéspedes nuevos aquí. En los cementerios pequeños, sólo hay panteones y tumbas propiedad de familias de la zona, y algún mausoleo antiguo. Me llama mucho la atención que se elija esta fórmula Propiedad de la familia ... de tal y tal. Propiedad. No sé, pero ser propietaria de una lápida es algo que no me despierta ningún entusiasmo. Claro que ser usuario o abonado suena francamente peor.

Antiguamente, existía la costumbre de poner el oficio bajo el nombre del fallecido, cuando éste era militar. Cabos, sargentos, y hasta zarpadores, desfilan en las lápidas.

En las sacramentales más antiguas hay lápidas de piedra, o parcelitas de suelo enrejadas, que me parecen encantadoras. Con flores naciendo del suelo, sin mármol ni ornamentos, ni jarrones enormes llenos de flores de plástico.

Y grandes mausoleos. Hay familias que necesitan dejar constancia de su riqueza más allá del reino terrenal. O mejor dicho, en el reino terrenal. Porque al que está debajo, la verdad, es que poco le importa ya estar en un enorme mausoleo lleno de flores y fotos con corazones y palomas grabados en la piedra. Le serviría igual estar en un nicho desnudo cubierto de flores.

Me gusta leer lo que pone la gente, hay cosas de lo más pintorescas. Hoy me he detenido en una, en la que alguien había grabado en la tumba de su mujer Hasta luego. Me ha parecido tan bonito.

Me inquieta especialmente una cosa, y es por lo que no voy muy a menudo a dar estos paseos. Cuando camino bajo los cipreses, no puedo evitar que los ojos me vayan a las fechas de las lápidas, a las edades de las personas que han sido enterradas. Intento esquivarlas, porque quiero disfrutar de mi paseo en paz y sosiego, pero mis ojos me desobedecen todo el tiempo.

Y me doy cuenta de como nos ha cambiado la vida, y la perspectiva. Nos sentimos en el derecho de morir viejitos, y no, no lo tenemos. Para nada.

En las lápidas más antiguas, abundan los enterramientos de niños y adolescentes. Es estremecedor. Echas un vistazo a los nichos de comienzos de siglo, y se suceden las inscripciones que rezan El niño ... a los 3 años de edad, La joven ... con 16 años o Manuel ... con 21 años.

En las más recientes, no es tan común. Hoy he visto un panteón dedicado a un niño de 4 años, y por el tamaño inmenso del monumento, parecía claro el dolor que había causado esta pérdida y lo descolocados que nos deja cuando ocurre. Es algo que me inquieta y me entristece. Un panteón enorme, y un niño tan pequeño...

Me he fijado en lo abandonadas que están muchas de las tumbas. Y en otras que desde la humildad más rigurosa, están siempre llenas de jarroncitos de plástico barato y flores del campo. Y también los grandes mausoleos donde contratan a personal del cementerio para que los cuide, y desentenderse de sus muertos.

Que no es que yo me ocupe mucho, pero la verdad, el día que le diga adiós a este tinglao, tampoco voy a pedirlo a quien se quede. A mí pueden incinerarme y esparcir mis cenizas allá donde no molesten. Pero si hacen otra cosa, bueno, tampoco tengo yo intención de volver para echar la charla a nadie.

Que andar apareciéndose a los vivos no está ni medio bien.

POLLO MOZÁRABE [Domingos en el cementerio]POLLO MOZÁRABE [Domingos en el cementerio]

Receta asaltada sin decoro ni vergüenza a Decorecetas en el #asaltablogs invisible

Pechuga de pollo, 1 [unos 400 g]

Tomate, 2 pequeños [200 g]

Vino tinto, 1 copa [150 ml]

Orejones de albaricoque, 30 g

Guarnición: Arroz basmati integral, cocido con canela y cardamomo MODUS OPERANDI

Sal, pimienta negra

Preparamos toda la verdura y el pollo antes de empezar. Pelamos y cortamos en dados no muy grandes la cebolla y la zanahoria, y rallamos los tomates. El pollo lo cortamos en tiras [podemos dejar las pechugas enteras si nos gusta más].

Aparte, en un cuenco preparamos la mezcla de especias, para tenerla lista cuando la necesitemos.

Una vez tengamos todo esto listo, nos ponemos a cocinar. En una sartén calentamos una cucharada de aceite y añadimos la cebolla y la zanahoria. Salamos ligeramente, y lo pochamos a fuego suave hasta que esté blandito.

POLLO MOZÁRABE [Domingos en el cementerio]

Añadimos entonces el pollo, ligeramente salpimentado, y las especias. Salteamos el pollo a fuego medio hasta que coja un poco de color.

En este punto, incorporamos el tomate triturado y lo cocemos todo unos 5 minutos más, para que el tomate se cocine.

Añadimos entonces el vino y seguimos cocinando el conjunto otros 5 minutos más para que el alcohol se evapore. Podemos añadir un poco de agua si vemos que vamos cortos de líquido, en principio no debería hacer falta.

POLLO MOZÁRABE [Domingos en el cementerio]

En este punto, podemos añadir los frutos secos, ciruelas y orejones, y cocinarlo un par de minutos para integrarlos en la salsa o hasta que esté bien cocinado el pollo si aún le faltara un poco.

A mí particularmente, cuando cocino salsas con frutos secos me gusta que sean salsas ligeras y finas y añadir el crunch de los frutos secos en el último momento. Las salsas con tropezones de verdura y frutos secos to'junto me parecen un batiburrillo, de modo que una vez evaporado el alcochol del vino, separé el pollo de la salsa y la trituré hasta dejarla finísima.

Devolví a la sartén el pollo y la salsa completamente triturada, y añadí ahí los frutos secos, las ciruelas y los orejones, que son los únicos tropezones [unos crujientes y otros tiernos] que dejé en el plato.

Por supuesto, esto es un gusto personal, puedes dejar la salsa con todos los tropezones de verdura y de frutos secos, o incluso puedes triturarlo todo al final.

Podemos servirlo con arroz cocido. Yo utilicé un arroz basmati integral que cocí con sal, un palito de canela y unas vainas de cardamomo.


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