Revista Cultura y Ocio

Polvo en el neón, de Carlos Castán. Fotos de Dominique Leyva

Publicado el 07 febrero 2013 por José Angel Barrueco
Polvo en el neón, de Carlos Castán. Fotos de Dominique Leyva
Conducir por cualquier carretera sin excesivas ganas de llegar a puerto puede ser en sí todo un destino. […] Puede que no todo vaya bien, quizá las cosas se hayan torcido últimamente más allá de lo deseable, pero ahí estamos pese a todo, en la brega, contra el viento, sin quedarnos quietos, con la guantera llena de mapas y música, dejando atrás, como si nada, los grandes carteles que a cada paso indican encrucijadas y bifurcaciones, lanzados sin miedo hacia las tormentas que nos esperan y las sombras que vendrán. 
Polvo en el neón, de Carlos Castán. Fotos de Dominique Leyva
Hey, John, amigo, ya que no voy a despellejarte vivo ni a aplastarte los sesos con un trozo de roca como me pide el cuerpo, haz el favor al menos de cuidarla bien. Volverá su tristeza antigua, más tarde o más temprano, sus miedos de niña, las ganas de llorar. Es muy extraño esto porque me robas todo y sin embargo no tendrás nada de lo que yo he tenido. Hay tantas mujeres en una mujer: no sabrás ver a la que yo veía; cuando te refugies en ella, no apoyarás tu cabeza sobre el mismo corazón. Te llevas otra cosa aunque viva en su piel, otra mirada, otro aire, algo diferente a lo que yo he perdido.
Polvo en el neón, de Carlos Castán. Fotos de Dominique Leyva
El amor siempre requiere poner sobre la mesa la idea de futuro. Y al deseo lo pudre tan pronto como puede, y pide a cambio flores, masajes en la espalda, reclama paseos con las manos unidas por calles y vergeles, y toda esa confusión de proyectos, facturas y violines.  
Polvo en el neón, de Carlos Castán. Fotos de Dominique Leyva
A la edad de Sally, a la de él mismo, el amor es un simple no saber, tener de repente miedo a un tren que se va y las horas que vendrán tras su partida, una oscuridad al llegar a casa que se mete en los huesos como niebla. Dudar es ya amar.
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Se quedó pensando en cómo puede la luz irse de alguien, cómo de la noche a la mañana resbala de un ser toda esa belleza que tanto dolía, qué solo se queda un esqueleto a veces.

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