Revista América Latina

¿Por qué algunos jóvenes de los EEUU estudian en Cuba?

Por Yasmany Zapata Perez @rexodor
¿Por qué algunos jóvenes de los EEUU estudian en Cuba?Por: Sarah Zhang
Tomado de Progreso Semanal  Cuando Sarpoma Sefa-Boakye, que se crió en el sur de California y estudió en la UCLA, supo que podía estudiar medicina en Cuba, pensó que era una broma. No que existiera una escuela –se había encontrado con médicos cubanos mientras estudiaba en Ghana, por lo que sabía acerca del robusto sistema de salud de ese país. Lo que era increíble era el costo.
“Llamé a la oficina para preguntar cuánto costaba el programa, cuánto era la matrícula. Ellos decían: ‘Gratis, gratis,’” dice Sefa-Boakye. “¿Cómo puede ser gratis?” Pero de hecho, la Escuela Latinoamericana de Medicina –ELAM, por sus siglas en español– es gratis, no cobra por la matrícula, alojamiento o alimentación. En 2002, hizo las maletas y partió para La Habana.
Sefa-Boakye es una de los más de 100 norteamericanos que han estudiado en la ELAM. Cuba la fundó en 1999, después de que el país enviara cientos de médicos para ayudar a  países vecinos afectados por huracanes. La escuela es una extensión de esa diplomacia médica: ELAM acoge específicamente a estudiantes de bajos ingresos de otros países, que van a estudiar durante seis años y regresan a servir a sus comunidades.
¿Suena esto como una forma de difundir la ideología de Cuba –ya saben, de propaganda? Claro, tal vez. Pero para algunos estudiantes norteamericanos, la atracción de la escuela es la enseñanza gratuita. Otros acuden específicamente debido a las ideas de Cuba acerca de la atención médica, incluyendo su énfasis en la medicina comunitaria. En  momentos en que los costos de la medicina crecen desmesuradamente, EE.UU. podría aprender una cosa o dos acerca de eso.
Consideren el sistema médico de Cuba, que golpea muy por encima de su peso. El PIB del país es sólo una décima parte del de EE.UU. y no tiene acceso a medicamentos y equipos gracias al embargo comercial de Estados Unidos. Sin embargo, la esperanza de vida en Cuba es en realidad poco mayor que la de su vecino del norte. ¿Cómo?  Centrándose en la medicina preventiva para todo el mundo en virtud de un sistema nacional de salud.
Eso significa que la relación médico-paciente en Cuba es muy diferente. “El médico de atención primaria vive donde trabaja. Su casa por lo general está en los altos de la clínica”, dice Brea Bondi-Boyd, un graduado de la ELAM en 2009 que ahora es un médico de atención familiar en el Centro Médico Regional de Contra Costa en California. Ella recuerda a los médicos realizando visitas a domicilio, haciendo encuestas de salud pública en sus barrios, e incluso buscando charcos de agua estancada durante la temporada del dengue. En resumen, los médicos en Cuba asumen el trabajo poco atractivo de la salud pública.
No es que Cuba sea una utopía médica. El embargo significa que existe escasez de medicamentos comunes como la aspirina. Pruebas costosas como las tomografías computarizadas rara vez se ordenan –suponiendo que el hospital tenga electricidad fiable, dice Bondi-Boyd.
La Escuela Latinoamericana de Medicina, con sus pizarras y pupitres, tampoco se parece en nada a una escuela de medicina moderna. El campus se encuentra en una antigua base naval y el alojamiento es austero, con hasta treinta estudiantes por habitaciones repletas en antiguas barracas. Las comidas son en el comedor. “Lo más difícil para mí fue tomar duchas frías”, dice Sefa-Boakye.
La lejanía de la familia y amigos en casa también es difícil. Ahora hay wifi gratis en las aceras de La Habana, (*) pero en la década de 2000, solo había Internet de acceso telefónico en los hoteles. Una tarjeta telefónica para llamar a los EE.UU. podía costar $2 por minuto. El correo de EE.UU. no podía llegar a causa del embargo. Los estudiantes norteamericanos obtienen una concesión del gobierno de Estados Unidos; tienen licencias especiales que les permiten viajar en un vuelo directo desde Miami.

“ELAM era como la ONU”

Para los estudiantes norteamericanos inmutados por todo eso, Cuba ofrece un tipo muy diferente de experiencia en una escuela de medicina. Por un lado, el alumnado es muy diverso, con estudiantes de todo el mundo. Reciben un curso intensivo de español para prepararlos para el plan de estudios totalmente en ese idioma.
“ELAM era como la ONU,” dice Sefa-Boakye, cuyos padres son originarios de Ghana. Creció yendo a escuelas predominantemente blancas, y ver a mujeres afrocubanas como jefas de departamentos de la escuela fue una revelación. En EE.UU., afronorteamericanos e hispanos o  latinos representan sólo el 15 por ciento de los estudiantes que ingresan a las escuelas de medicina y sólo el 7 por ciento son profesores.
Bondi-Boyd, que se crió con sus padres de clase trabajadora en Alaska, buscó ir a la escuela de medicina porque atraía a otros estudiantes de familias de bajos ingresos y rurales. “No he tenido la sensación de que yo pertenecía en las instituciones médicas en Estados Unidos porque soy de una familia pobre”, dice ella. Las cifras le dan la razón: En 2006, el ingreso medio de los padres de estudiantes que ingresan a las facultades de medicina de Estados Unidos era de $100 000, el doble de la media nacional.
En Cuba, “la estructura de clases entre el médico y el paciente, la brecha en los salarios, no es tan amplia”, dice Sefa-Boakye. A los médicos se les paga un salario de clase trabajadora, y Cuba tiene el más alto índice de médicos per cápita en el mundo, 67 por cada 10 000 habitantes. Ser médico no es la profesión lucrativa de élite que existe en EE.UU.
EE.UU., por su parte, se enfrenta a una escasez de médicos. La Asociación de Escuelas de Medicina  calcula que para 2025 el país tendrá 130 600 médicos menos de los que necesita. Más de la mitad de esa escasez estará en la atención primaria. Esto se debe a que los estudiantes norteamericanos de medicina –que se gradúan con un promedio de $180 000 en deuda– acuden a subespecialidades donde la paga es mayor y el horario más flexible. Un estudio encontró que el porcentaje de estudiantes norteamericanos que se aleja de la medicina interna, ya que no están interesados ​​en la atención primaria, se duplicó hasta 41 por ciento entre 1990 y 2007.
“Me vuelve loca que hagan tan caro y tan difícil hacerse médico”, dice Darnna Banks, quien recientemente se graduó de la ELAM y se encuentra en un programa de residencia en pediatría en Chicago. Banks, que se ganó una beca completa para la preparatoria, eligió la escuela porque ella no podía idear cómo pagar por su educación médica. La mayoría de los graduados norteamericanos se dedican a la medicina familiar, medicina interna o pediatría –todas ellas especialidades que enfrentan una grave escasez de médicos y todas especialidades en el extremo inferior de la escala salarial de los médicos.
Sefa-Boakye es ahora residente en medicina familiar en el sur de California, donde el español que perfeccionó en Cuba le es muy útil. Antes de ejercer en EE.UU., ella recuerda sentirse intimidada por las historias clínicas electrónicas y pruebas de laboratorio de las cuales leía, pero que nunca utilizó en Cuba. Pero, en realidad ¿la peor parte?, dice ella. Todos los trámites del seguro.
Es difícil de imaginar, incluso con Bernie Sanders como candidato a la presidencia, destruir toda la infraestructura de seguro de salud en EE.UU. con el fin de otorgar atención médica para todos. Pero en momentos de cenas de estado y conciertos de los Rolling Stones en La Habana, los norteamericanos podrían aprender un poco más acerca de sus vecinos. Y quizás les guste al menos algo de lo que ven.(*) En realidad la conexión de Wi-Fi no es gratis, sino aproximadamente de $2 dólares la hora, un precio que la mayoría de los cubanos encuentran caro. Pero a diferencia de hace poco tiempo, ahora existe. (Nota del Traductor.)
Fuente:  Cartas Desde Cuba por Fernando Ravsberg

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