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¿por qué aquí no?

Publicado el 27 abril 2011 por ArÍstides

¿POR QUÉ AQUÍ NO?
ESPAÑOLITO QUE VIENES AL MUNDO TE GUARDE DIOS. UNA DE LAS DOS ESPAÑAS HA DE HELARTE EL CORAZÓN de A. Machado

La Historia nos enseña que los Estados necesitan crearse enemigos para evitar malestares que terminen en algaradas, con el fin de aunar fuerzas y evitar frustracciones. Durante muchos años fueron disculpa de ello los terrorismos o los imperialismos colonizadores sin pararnos a pensar el por qué de ello y de las causas que los enjendraron. Pero… ¿ahora?, ¿en esta sociedad de más de 4 millones de parados en la que los individuos ni protestan, ni se indignan? En la que vivimos con la pereza mental de aceptar la fatalidad de recortes sociales que tantos esfuerzos costaron conseguir. ¿El Estado tiene necesidad de enemigos para evitar malestares en la población?

Hay motivos sobrados para revelarse contra los poderes económicos que dictan las políticas a los Estados, contra el descaro de una clase política corrupta, contra las ayudas bochornosas a las cajas de ahorro (cuántos políticos hay sentados en sus consejos que de dejarlas caer serían enjuicidos), contra las pérdidas de derechos sociales, descenso de sueldos, amiguismos empresariales o esquilmación de la naturaleza. A pesar de todo ello la sociedad está en calma, soportando con estoicismo y una pesadez crítica delirante algo que debiera remover las conciencias.

Quizás aquel poeta llamado Antonio dio con la clave cuando escribió: “Españolito que vienes al mundo te guarde Dios. Una de las dos Españas ha de helarte el corazón”. Se trata del alma de este solar hecho a golpe de espada y leyes de reino. Este país no necesita enemigos externos que lo unan porque los tiene dentro. Va en sus venas. La España que hiela el corazón con sus corruptelas, pelotazos, ineficacia o baja cualificación profesional tendente a vivir del subsidio tiene en contra a la otra, mejor dicho las otras; la bien formada, la íntegra, la que trabaja y crea valor con honradez.

El Estado, éste que es de todos pero manipulan unos pocos, tiene motivos para tener a la gente en las calles protestando por causas como las señaladas, pero el enemigo que lo aúna y adormece las consciencias es el propio país, cosido con sus disputas y disyuntivas. Tierra quemada por luchas internas, en cuyo seno muchos nos consideramos apátridas, con la disculpa de no querer comprender lo que une y lo que separa. Y en la que los pueblos que la habitan nunca fueron preguntados sobre su destino, dándose por entendido que tantas almas distintas puedan vivir juntas aunque se nos hiele el corazón.


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