Revista Cultura y Ocio

¿Por qué hay un juego de la oca en la página 292 del hijo del herrador?

Publicado el 14 diciembre 2010 por Elhijodelherrador
    Es un juego de la oca muy bonito que hicimos pacientemente, dibujo a dibujo, mi amigo Muñe y yo. En él, la casilla 1 es Segovia, la última Compostela (aunque cometimos un fallo al numerarla con un 63) En nuestro tablero, se ve Diego y Albán, a Diego trabajando en la catedral de León, a la familia de vidrieros que asesinan unos asaltantes, a estos asaltantes ahorcados en Órbigo, se ve a Diego convaleciente tras haber sido atacado por los bandidos, un muñeco de nieve “medieval” representando la enorme tormenta de nieve que casi les cuesta la vida a Diego y Albán, se ve el monte Cebrero y al fin el monte del Gozo con Santiago al fondo… ¿Por qué hicimos este tablero para representar el camino en él?
El Camino de Santiago, es una ruta milenaria, aunque no nació en la Edad Media. Sin embargo con el descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago, gentes de toda Europa comenzaron entonces a peregrinar hacia Compostela con fines diversos, como penitencia por sus pecados, como promesas hechas al Apóstol a cambio de que este les concediera algún bien, había incluso “peregrinos profesionales” que se dedicaban a realizar el camino por encargo de alguien que se lo pudiese pagar, claro. En aquella época había muy pocos caminos o viejas calzadas romanas, en mal estado y solo eran transitables con buen tiempo pues los peregrinos iban generalmente a pie. Aquellas valerosas personas que dejaban sus hogares, analfabetos, con sus pocos bienes en un atillo, provenientes de todos los reinos del orbe cristiano y movidos solo por su fe se enfrentaban a todo tipo de peligros y situaciones de lo más dispares. El camino que actualmente hacemos con absoluta seguridad, era entonces tan peligroso que los peregrinos hacían testamento antes de partir de sus hogares por si no volvían jamás, cosa que bastante a menudo ocurría. Para protegerlos, órdenes militares como los templarios “patrullaban” el camino para intentar “limpiarlo” de asaltantes los cuales solo tenían que esperar a que pasase un peregrino para robarle. Vivir en la edad media era INFINITAMENTE difícil, nada que ver con lo que nos muestran las pelis. Vivir en la edad media era una aventura en sí misma, ahora tenemos hambre abrimos el frigo y comemos, no tenemos que preocuparnos de qué vamos a comer mañana, es obvio que vamos a comer mañana, en esa época no lo era, el hambre era algo tan común como el día y la noche. Ahora si tenemos frío en invierno ponemos la calefacción, damos la luz por la noche, si nos ponemos malos vamos al médico, las condiciones en que nuestros antepasados vivían eran enormemente duras, muy muy pocos sabían leer o escribir, y por tanto para ellos eran muy importantes los símbolos que veían e interpretaban como nosotros podemos hacer ahora por ejemplo con la @ o las señales de tráfico o la cruz de una farmacia, con un semáforo o ¡los “emoticons JL”!
Y ahora que sabemos esto vamos al juego de la oca. El juego de la oca atesora en su aparente inocencia infantil todo un compendio de simbolismo, numerología,  símbolos de los constructores de catedrales y Kábala… es un juego básicamente simbólico pues los símbolos eran lo que la gente de la edad media recordemos, sin saber leer ni escribir, mejor entendían. Como más ejemplos de esto tenemos las iglesias y catedrales donde talladas en piedra están las historias de la Biblia para que aquellas gentes las pudieran conocer y entender, o las numerosas y famosas “marcas de cantero” una seña particular que cada cantero hacía en una piedra para que luego pudiera cobrarla.En mi opinión personal, el juego de la oca es una especie de guía del camino en el que se pone en conocimiento de aquellas gentes los peligros a los que se podía exponer el peregrino. Pero voy con los símbolos del juego de la oca. En el juego de la oca hay 63 casillas más una final, en la según las reglas hemos de entrar con el nº justo para ganar, con esa casilla final, siempre sin numerar, hacen un total de 64 casillas. El camino de Santiago desde Saint- Jean pied de port hasta Compostela podía hacerse en 32 días, con lo que la ida y la vuelta hacen 64 días, 64 casillas… añadiré aquí que curiosamente, las mismas casillas que tiene un tablero de ajedrez. De todas esas casillas, las de las ocas son siempre fijas y siempre en el mismo número, los dados siempre están en los mismos números, así como los puentes, la muerte, el laberinto, la posada, la cárcel y el pozo. Vamos con los símbolos que se repiten en cualquier tablero:
-La espiral del tablero es un símbolo ancestral del ser humano ya representado por los hombres primitivos y por los celtas que habitaban en buena parte de España. Es un símbolo solar. Aquí en Segovia hay la tradición de ir a una la romería de Juarrillos que se celebra la madrugada de la noche de San Juan, decimos los segovianos que esa madrugada se ve al sol salir dando vueltas… no, no es efecto de los carajillos y demás bebidas espirituosas, es un efecto óptico que hace que tras mirar mucho tiempo al sol, la luminosidad de este provoque “la visión” de que sale en espiral, dando vueltas. Lo podéis comprobar cualquier día al amanecer mirando fijamente al sol
-Las ocas: De oca a oca ¿Por qué ocas?  Los antiguos las consideraban animales perfectos pues podían moverse en tres de los 4 elementos, tierra, agua y aire… aunque ¿Quién dice que no atravesaban el cuarto, el fuego al final de su vida para servir de alimento?  J esto es broma…A lo largo del Camino de Santiago y en todas las regiones que atraviesa nos topamos con lugares cuyos nombres son “casualmente” oca u algo parecido, como por ejemplo: ríos Oca, Oza u Oça, Oja, montes de Oca, valles de Oca, los montes de Oca, Nanclares de la Oca, Villafranca de montes de Oca; valles y ríos de Anso y Ansón, la sierra de Ancares o Ançares; la población de El Ganso…
Los puentes: “De puente a puente y tiro por que me lleva la corriente”. En una época sin carreteras y muy pocos caminos, encontrar un río era un enorme obstáculo para el peregrino. Encontrar un puente (caer en un puente) te podía hacer avanzar muchas jornadas… o retroceder pues aunque los peregrinos estaban exentos de pagar pontazgo (una especie de “peaje” que hacían pagar por usarlo los propietarios, del puente: monasterios, señores feudales, las propias villas…) los pontazgueros sin escrúpulos podían hacer que si no pagabas no pasaras y si no tenías dinero, había que trabajar para conseguirlo y por tanto perder jornadas.
Los dados: “De dado a dado y tiro por que me ha tocado” Es la fortuna obviamente, el azar, la “baraka” que llamaban los árabes (de ahí viene nuestra palabra baraja) totalmente necesaria para acometer cualquier empresa.
La posada: Quien cae en la posada pierde un turno, pierde tiempo ¿Por qué? De nuevo el vil metal… En aquella época la mayor parte de la gente viajaba con el buen tiempo, hacerlo en invierno, con las alimañas hambrientas acechando o con los ya de por sí peligrosos caminos embarrados era algo de locos. Por ello, desde la primavera los caminos se llenaban de peregrinos, clientela fácil. Las escasas posadas se llenaban hasta los topes (quizá mejor dicho hasta las cuadras) y al haber mucha demanda los posaderos subían los precios. Por otra parte el descanso si es mucho, es malo, es un retraso para llegar a Santiago.
El pozo: Quien cae en el pozo no puede salir hasta que alguien más caiga en él. Por lo que según se mire (si estás dentro o fuera) es una suerte o una terrible desventaja. Encontrar agua en aquellos caminos no era tan sencillo como pasear por el campo encontrar un río y beber, en las etapas de Castilla por ejemplo había (y todavía hoy es así) kilómetros y kilómetros sin un solo curso de agua. Encontrar un pozo para beber o un manantial era una bendición, pues a menudo el agua era lo único que caía en los estómagos de aquella gente pobre… pero y si el agua no era potable… aquí la suerte cambia y el desdichado que bebía aguas malas se ponía gravemente enfermo, debiendo ser ayudado por otros para no morir.
La cárcel: En aquellos duros tiempos, muchos peregrinos debían recurrir a la picaresca para sobrevivir. La cárcel del juego es una advertencia de que si cometían delitos podían acabar en una mazmorra… ¡medieval!… nada que ver con las actuales cárceles. Pensemos que, como dice Ken Follet, cualquier preso de hoy, excepto por carecer de libertad, vive con mayor confort que cualquier rey de aquella época.
El laberinto: Hoy hay flechitas amarillas indicando el camino hacia Compostela, se encuentran por todos lados, también hay carteles y sino… pues preguntas. Hace mil años obviamente nada de esto existía y no todo el mundo hablaba tu idioma. Cualquiera que quisiera peregrinar tenía que saber que además de la dureza y peligros del camino había de enfrentarse a un verdadero laberinto, aquella gente se perdería sin duda muchas veces hasta llegar a la vereda buena. Por eso quien cae en el laberinto retrocede. Decir aquí que en algunas catedrales (con la maravillosa de Chartres, Rávena u Orleans) tienen trazados laberintos que las gentes con muy poco dinero, muy poca salud o ambas cosas, recorrían de modo simbólico a guisa de “peregrinación reducida”
La muerte: Último peligro antes de llegar al fin. Si caes en ella el jugador vuelve a empezar… la muerte…siempre presente en aquellos terribles y duros tiempos. El camino no era una excepción y acechaba al caminante en cada recodo. Cualquiera que marchase hacia la tumba del Apóstol era consciente sabedor que podía dejar la vida en el intento, hasta tal punto que hacían testamento antes de partir, como Diego hace en la novela antes de salir de Segovia.
…Ahora vamos a dar otra visión, diferente, al juego de la oca… Veréis, existe un conocimiento que lamentablemente hoy hemos perdido, pero que impregnaba y dominaba la vida de la edad media, en la actualidad se puede llegar a intuir incluso pero para ello se ha de hacer el Camino y vivirlo. Os hablo de los conocimientos, de la sensibilidad con respecto a su entorno que tenía el hombre medieval, aparentemente rudo, simple, inculto, salvaje, incivilizado… y capaz de construir las estructuras más increíbles de la historia y en una profusión nunca antes conocida, las iglesias y catedrales. Para el hombre medieval (como indiqué arriba) la simbología le era tan cotidiana como para hoy nosotros es la lectura, los ordenadores o la tele. ¿Y dónde la plasmaban? ¿cómo llegar a “informar” a la mayor cantidad posible de gente? Pues donde todos iban sin remedio, por donde todos, todos sin excepción pasaba, en las iglesias y catedrales. Son un libro abierto para quien sepa leer en ellas. ¿Nunca os habéis preguntado que significado tendrían los símbolos y escenas representados en capiteles, canecillos, o pórticos de las iglesias? Para ellos estaba clarísimo, era “el periódico en el que leían” pues bien, a esta simbología física, tallada en la piedra hay que añadir dos. Una sobretodo muy, muy, muy importante, la espiritual, la religiosa… Aquí cambia un poco el cuento y… el juego de la oca:Las ocasDeciros que muchas civilizaciones la han tenido por animal sagrado, egipcios, romanos (para estos eran protectoras del hogar pues alertaban de la llegada de extraños con sus graznidos y los sacerdotes usaban su vuelo, sus vísceras y sus graznidos como oráculo) celtas… para vuestro conocimiento, deciros que si vais a la catedral de Barcelona podréis ver en su claustro un grupo de ocas que desde tiempos inmemoriales viven allí. La pata de la oca se asemeja a la venera (la concha del peregrino que en la edad media solo se hallaba en las costas gallegas) Casualidad o no, en puente la reina hay un Cristo crucificado en una cruz en forma de pata de oca
La muerte… ¿Para qué buen cristiano que se precie la muerte es el final? ¡Para ninguno! La muerte es el principio de la nueva vida, de la resurrección, por eso quien cae en la muerte vuelve (como no podía ser de otro modo) al principio. A una NUEVA vida, a una nueva jugada.El pozo… caer en él supone permanecer allí hasta que alguien caiga también y te rescate, simboliza por tanto el pecado, caer en él y la redención, ser perdonado por otro buen cristiano capaz de sacrificarse por ti para que tú salgas del pecadoEl puente… ¿Quién es el Sumo Pontífice? El Papa ¿Verdad? ¿Nunca os habéis preguntado de donde le viene ese nombre? Él, es quien une las dos orillas, la divina y la humana, cruzar el puente supone pasar de un mundo al otro, supone vivir, aprender, esforzarse, luchar… no siempre avanzar, a veces retrocederLa posada, el descanso, el solaz… la pereza… el perezoso debe pagar por su pecado, por eso se pierde un turnoLa cárcel… no hay justicia mayor que la divina, si pecas pagarás…
   Pasemos ahora a la numerología, los números del juego de la oca no son casuales en absoluto:En el juego, hay 13 + 1 ocas. Si os fijáis en un tablero, las ocas ocupan las casillas 5, 9, 14, 18, 23, 27, 32, 36, 41, 45, 50, 54 y 59, es decir, se alternan los cincos y los nueves, en un intervalo de cuatro y cinco casillas entre ellos, lo que suma nueve, siempre 9, el número opuesto al 6 ¿recordáis que el 666 es el nº de la bestia, el del mal? Aquí el 9 simboliza el bien y el total de las casillas 64 suman 10, el número perfecto, además 1 más 0 suma 1,  la unidad, Dios, el centro del Universo, el comienzo y el fin. El juego empieza en el 1 y acaba en el 1. Como no podía ser de otra manera, nosotros, pobres mortales, peregrinos de este mundo, de Dios venimos… y a Dios vamos…
Quizá todo esto os parezca casual o rebuscado, la numerología y la kábala son ¡impresionantes! y desde siempre se han estudiado, (muchísimo por cierto por los judíos de la España medieval) el tema es laaaaaargo y apasionante, sirvan estas breves pinceladas para deciros que ahí esta.
Comentaros finalmente que hay quien dice que el juego de la oca tiene su origen en los caballeros templarios, ¿Quién sabe? yo… ni quito ni pongo rey, solo os digo que los templarios, entre sus superestrictas normas tenían totalmente prohibidos los juegos de azar y que se ha encontrado algo parecido a un juego de la oca, con una especie de jeroglíficos, se llama el disco de Phaistos y está en un museo en Grecia… por si queréis saber más.
Se acabó, espero no os haya resultado tedioso y sí interesante.

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