Revista Educación

Por qué leer bien es más difícil de lo que pensamos

Por Estherglez
Por qué leer bien es más difícil de lo que pensamosLos lectores competentes leen con una velocidad de entre 150 y 400 palabras por minuto. Aunque nos parece fácil, leer comprensivamente implica realizar varias operaciones cognitivas en un tiempo muy breve. Si bien la mayoría de estas operaciones con la práctica se hacen automáticas, sin que el lector sea consciente de ellas, determinadas situaciones nos hacen entender lo realmente compleja que es la  tarea de lectura: por ejemplo, al intentar aprender un nuevo idioma, nos damos cuenta de que reconocer el significado de cada palabra requiere una gran dedicación, y aún así cuando conocemos el significado de una buena cantidad de palabras, podemos identificar todas ellas en una oración y no conseguir entender su sentido. Esto es porque las palabras de una oración están relacionadas entre sí, con unas reglas que rigen estas relaciones, diferentes en cada idioma, y que es necesario conocer para interpretar correctamente la lectura.En conclusión, la lectura sólo es posible si funcionan adecuadamente ciertas operaciones mentales, que han sido objeto de estudio científico desde hace largo tiempo por parte de pedagogos, psicólogos y especialistas del lenguaje; dichos estudios experimentaron un gran avance desde la década de los años sesenta del pasado siglo, cuando comenzaron a dedicarse a ellos metodologías y recursos técnicos relacionados con el ordenador y, más recientemente, las técnicas de neuroimagen. Gracias a estos trabajos, conocemos qué procesos cognitivosentran en juego cuando leemos y
escribimos, y se pueden llevar a cabo diseños de actividades para la evaluación e intervención ante las dificultades lectoescritoras, ya que dichas dificultades se derivarán de problemas por parte del alumno en uno o varios de estos procesos.Concretamente, conocemos que el sistema de lectura se conforma por cuatro módulos independientes, relativamente autónomos, cada uno de los cuales realiza una función específica en el conjunto de la habilidad lectora, y que a su vez se componen de otros subprocesos:
  • ·   Procesos perceptivos: Un mensaje pasa a ser procesado una vez recogido y analizado por nuestros sentidos. Para ello, los mecanismos perceptivos extraen la información gráfica que aparece en la página y la almacenan durante un tiempo muy breve en un almacén sensorial denominado memoria icónica. Acto seguido, la parte que nos resulta más relevante de esa información, pasa a una memoria más duradera llamada memoria a corto plazo, desde donde se analiza cotejándola con el almacén disponible y se reconoce como determinada unidad lingüística.
  • ·   Procesamiento léxico: Una vez identificadas las unidades lingüísticas, el siguiente proceso es el de encontrar el concepto con el que se asocia esa unidad lingüística. Para ello, disponemos de dos vías: una que conecta directamente los signos gráficos con el significado (vía directa o visual), y otra que transforma los signos gráficos en sonidos y utiliza esos sonidos para llegar al significado, como en el lenguaje oral (vía indirecta o fonológica).
  • ·   Procesamiento sintáctico: Las palabras aisladas no nos proporcionan ninguna información, es agrupándolas en unidades mayores tales como frases y oraciones cuando encontramos mensajes con sentido. Para realizar este agrupamiento, el lector competente ha incorporado unas claves sintácticas que indican cómo pueden relacionarse las palabras de nuestro idioma; y hace uso de este conocimiento para determinar la estructura de las oraciones cuyo significado intenta descifrar.
  • ·   Procesamiento semántico: Una vez establecida la relación entre los distintos componentes de la oración, el lector accede al último proceso, que consiste en extraer el mensaje de la oración para relacionarlo con sus conocimientos. Sólo cuando ha integrado la información resultante en la memoria, podemos decir que ha concluido satisfactoriamente el proceso de comprensión.

Algunos autores han descrito trastornos de la lectura únicamente en cuanto a los procesos de reconocimiento de palabras, considerando que un niño ya lee cuando es capaz de transformar los signos gráficos en su significado. Sin embargo, si el niño no puede llevar a cabo los procesos sintáctico y semántico, la lectura pierde para él su principal significado: transmitirle información. Esto ha dado lugar en el proceso de enseñanza-aprendizaje a una situación paradójica en los centros escolares: en muchos casos, mientras que los profesores de los primeros niveles aseguran que sus alumnos saben leer, los de cursos superiores se quejan de que muchos de sus alumnos todavía no leen correctamente, incluso aunque tengan una velocidad lectora adecuada a la norma. Ambos están tomando como referencia distintos parámetros de lo que significa saber leer correctamente: el hecho de que un niño sea capaz de reconocer las palabras no garantiza que sea un buen lector, pues además debe saber usar las claves sintácticas (muchas de las cuales son diferentes a las que utiliza en el lenguaje oral por la existencia de signos de puntuación, etc.) y seguir el hilo del texto.Parece necesario, pues, que todos los módulos mencionados funcionen correctamente para conseguir una lectura normal. En caso contrario, ya sea por un mal aprendizaje o por una lesión cerebral adquirida, se producirán alteraciones en la lectura. Sin embargo, se ha comprobado que el carácter modular de este sistema tiene la ventaja de que el hecho de que uno de sus componentes esté dañado no impide que el resto pueda cumplir su función adecuadamente.
Ello implica que los trastornos de lectura serán diferentes según cuál sea el componente que no está funcionando; por lo tanto, por el tipo de fallos que comete el lector se puede deducir qué componente tiene alterado. Este enfoque es muy interesante porque nos permite intervenir con mayor certeza en los diferentes trastornos de lectura, a los que les corresponden diferentes tratamientos.

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