Revista Filosofía

Por qué me da pánico Podemos

Por Javier Martínez Gracia @JaviMgracia
   Más o menos como San Juan de la Cruz, a raíz de las últimas encuestas sobre intención de voto he tenido uno de esos diálogos silenciosos con mi alter ego. Bueno, los de nuestro místico y poeta eran de más categoría: se desarrollaban entre el alma y Cristo, y eran también más brillantes y eufónicos, pero no he sentido que ello fuera obstáculo suficiente como para que finalmente no me haya animado a, filtrado a través del teclado, transcribirlo aquí:
   –¿A qué viene tanta escandalera? –empezó por preguntarme mi alter ego en decidido tono admonitorio–. ¡Pánico! ¿No es Podemos un partido regeneracionista como el tuyo, UPyD? ¿No están dispuestos, como vosotros, a acabar con la casta política, su corrupción, sus clientelas, sus privilegios?
   –Pues sí, pero… –empecé a contestarle yo, un poco acomplejado por la severidad de su tono.
   –¡Qué peros ni qué puñetas! –me interrumpió bruscamente mi alter ego, que ni de lejos tiene el estilo ni las formas que los de nuestro esplendoroso místico–. Sabes bien que Pablo Iglesias, el político más valorado por el electorado español, es un tío sobresaliente, carismático, el político más elocuente de todos, incluida Rosa Díez, que desde que él ha aparecido ha pasado a segundo lugar. Por si fuera poco, cuando estudiaba Ciencias Políticas sacaba matrículas, no como esa cuadrilla de tarugos pretenciosos, cuando no de simples mangutas, que tenemos en la clase política…
   –Ya, pero recuerda –me permití responder tímidamente– cómo Pablo dirigió un boicot a una conferencia que iba a dar Rosa Díez en 2010, en la Universidad Complutense de Madrid, en la que se la llamaba fascista y esas cosas que los totalitarios suelen espetarles a los simples demócratas que tratan de hacer uso de su libertad de expresión, lo cual me permite sospechar que su aire educado, elegante y propio de quien no se niega a dialogar con nadie, es pura fachada…
   –Bueno, a ver –el tono de mi alter ego se había vuelto, por fin, más condescendiente–, explícame cuáles son las razones de ese pánico que a mí, como a todos tus amigos que quieren votar a Podemos, me parece desproporcionado, tío.
   Empecé entonces a desgranar mis argumentos:
Por qué me da pánico Podemos    –Podemos, aunque ahora sabe que no toca alardear de ello, es un partido comunista. En esta fase que su dirigente Juan Carlos Monedero denomina de “leninismo amable”, propone ya la estatalización de la economía y un aumento desorbitado del gasto público, lo cual, a un estado que está ya al borde de la sostenibilidad económica le pone en franca dirección hacia la bancarrota. Para conseguir el dinero necesario para financiar su plan de gastos dicen que lo primero que hay que hacer es dejar de pagar la deuda del estado (con lo que demos por descontado, querido alter ego, que los inversores se irán corriendo como alma que lleva el diablo); lo segundo, salirse del euro y hacer una moneda común junto a los pringaos de Grecia e Italia, para poder acuñar todo el dinero que haga falta. Eso nos llevaría a una inflación desorbitante: Argentina y Venezuela, sus referentes modélicos, tendrán este año una inflación entre el 30 y el 60 %, es decir, que nuestros ahorros se devaluarían en esas mismas proporciones. Y en fin, lo siguiente en una economía estatalizada sería una espectacular subida de los impuestos: si ya con los que tenemos, la economía productiva está bloqueada, imagínate, entre unas cosas y otras, lo que pasaría entonces: ni más ni menos que lo que ha pasado en todos los países comunistas o comunistizantes, que, a pesar de que se presentaban con el mensaje de que venían a regenerarlos, los han acabado arruinando.
   –¡Eh, espera! –me interrumpe mi alter ego– Lo de Argentina, pase, porque Monedero, el factótum de Podemos, ha dicho este mismo pasado mes de agosto que sí, que la Argentina de Kirchner es un "ejemplo de democracia" y "la vanguardia de la posibilidad de la democracia en el mundo". Pero respecto de Venezuela dicen que están cansados de que los asocien con aquel régimen, así como con Cuba…
   –Sí –contesto–. Son unos grandes estrategas y unos maestros de la comunicación… o del camuflaje, y saben que ahora, para que no se asuste el personal, no toca hablar de “comunismo”, “expropiaciones”, “socialización de la economía”, “supresión de la libertad de prensa” (en otros momentos han hablado de esas cosas con claridad)… pero con ellos iríamos a eso, como fueron en Cuba y en todos los regímenes que han seguido sus huellas en Hispanoamérica. La llamada a la “regeneración” de Podemos es del mismo tipo que la que le permitió a Lenin subir al poder. Este no se presentó en Rusia pidiendo la dictadura del proletariado, sino pidiendo “¡Paz!”. Entonces, al final de la Primera Guerra Mundial, Lenin estaba en la fase de “leninismo amable”. En la actualidad, a estos nuevos leninistas lo que les toca es decir que su referente en Educación es Finlandia y cosas así. Pero Monedero fue consejero a sueldo de Hugo Chávez durante varios años: no es que Chávez le aconsejara a él, sino al revés. Además, no hay más que ver lo que propone Podemos para saber que tiene un proyecto de país coincidente con el de Venezuela y el de Cuba. El mismo que ha llevado a estos países, y también a Argentina, a la ruina.
   Por ejemplo, y para empezar, mi querido alter ego, repasemos lo que ha pasado en Argentina. Argentina, entre los años 1870 y 1950, estuvo situada entre las primeras potencias mundiales. En el primer tercio del siglo XX, era uno de los diez países más ricos del mundo; hoy es el número 59, a la altura de México, Líbano o Gabón, y muy próximo a Venezuela (puesto 64). Sin embargo, aquella economía abierta, favorable a la libre empresa, fue cediendo terreno paulatinamente al intervencionismo estatal, que, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, tomó la forma de peronismo que, de una u otra manera, preside Argentina desde los años 50 (el peronismo es un socialismo de raíz fascista, como el del mismo Mussolini; Perón, asimismo, acogió y dio cobijo a centenares de nazis huidos de Alemania tras su derrota). Argentina pasó así de tener una economía abierta y un estado pequeño, a una economía cerrada al comercio internacional y fuertemente intervenida, con un gasto público cada vez mayor.
   Entre esas medidas intervencionistas destaca que, en línea, casi literalmente, con lo que ahora propone Podemos, nacionalizó varias industrias, como los servicios de electricidad, gas, teléfono, ferrocarriles, transporte urbano, medios de comunicación, etc. Las prácticas populistas de Perón acabaron con el superávit de la balanza de pagos acumulado durante la Segunda Guerra Mundial. Entonces Perón recurrió a la emisión masiva de dinero a través del banco central, generando una elevada inflación. Asimismo, subió los impuestos, introdujo rígidos controles sobre la producción y la libre contratación de servicios y trabajadores; fijó precios en el mercado del alquiler y suspendió los embargos inmobiliarios. Por este derrotero, Argentina llegó al punto en que tomó la decisión de forma unilateral de declararse en default (suspensión de pagos de la deuda) en 2001, lo cual generó el temido corralito de 2002. El también justicialista (es decir, peronista) Néstor Kirchnerconquistó la Presidencia en 2003, sucediéndole en el cargo su mujer, Cristina Fernández de Kirchner, en 2007. Así pues, el kirchnerismo va camino de su primera década, impulsando una política económica inspirada en la etapa peronista y bajo la órbita del anterior líder venezolano, Hugo Chávez.
   Según el Banco Mundial, la renta per cápita de Argentina, en términos de poder de compra (descontando inflación), apenas superaba los 15.500 dólares en 2010, un 70% menos que EEUU, un 60% inferior a Japón o Alemania y la mitad que Francia o Italia.
   –Bueno –balbucea mi alter ego, al que empiezo a sentir cómo se va batiendo en franca retirada–… Pero no puedes negar que quienes decidieron intervenir la economía en Argentina tenían buena intención. Eva Perón, Evita para sus muchos amigos, decía: "Si este pueblo me pidiese la vida, se la daría cantando, porque la felicidad de un solo descamisado vale más que toda mi vida".
   –Sí, a mí la que me daría miedo es más bien aquella misma Eva Perón cuando decía: "No dejaré piedra sobre piedra que no sea peronista". En esa tarea siguen aún hoy en Argentina. También me produce pavor aquella fórmula quintaesenciada del utopismo que esta misma mujer expresó diciendo: "Donde existe una necesidad nace un derecho”. Pero déjame, compañero de desvelos, seguir con mi relato; quiero darte también algún apunte sobre la forma en que ha evolucionado ese otro campo de pruebas para populistas-“bienintencionados”-que-quieren-acabar-con-corrupciones-previas que es Venezuela:
   Venezuela, efectivamente, a partir de la toma del poder por Hugo Chávez en 1998, siguió ese mismo camino hacia la estatalización de la economía y de la sociedad. Antes de Chavez había 16 ministerios; hoy hay 33, incluido uno de la “Suprema Felicidad”, que, por supuesto es algo que, como toda necesidad convertida en derecho, depende también del estado. En 1999 el estado tenía 900.000 empleados públicos; hoy son 2.300.000. Desde 1999, la devaluación del bolívar respecto del dólar ha sido del 997,83%. Y sin embargo, En 1999 el precio del petróleo, principal soporte de la economía venezolana, era de 10,57 dólares/barril, y hoy es de 110 dólares/barril, es decir, un 935.48% mayor. La deuda externa, a pesar de esa apreciación del valor del petróleo, desde 1999 hasta el inicio de 2014 se ha incrementado en el 200,67 %. El bolívar “fuerte”, por su parte, ha perdido el 79,36% de su poder adquisitivo solo en lo que va del 2014. Mientras tanto, el gobierno venezolano ha gastado más de 18 mil millones de dólares en compras de armamento de guerra, con un aumento en esas importaciones del 675%. Ese mismo gobierno tiene un latifundio mediático consistente en 731 medios de comunicación. El estado venezolano debe ahora mismo cerca de 12 mil millones de dólares a los propietarios de empresas que han pasado a estatalizarse; solo ha cancelado el 7% del total expropiado, sin posibilidad de que pague a sus legítimos propietarios el resto. 9 millones de venezolanos están en situación de pobreza y 4 millones de niños están fuera del sistema educativo (la población total de Venezuela es de 31 millones de habitantes).
   Y respecto de las consecuencias de desintegración social a la que lleva una política tan catastrófica, podemos decir que en Venezuela existen 15 millones de armas circulando sin ningún control. En 1999, primer año de la nueva era, el número de homicidios alcanzó la cifra de 4.500 personas, el 2013 llegó a las 25.400 personas; es decir, se ha incrementado en ese período en un 464%. El 97% de los delitos cometidos en el país quedan impunes.
   –Entonces –interviene de nuevo mi alter ego y compañero de fatigas; ahora es él el que empieza a hablar con timidez–, cuando Hugo Chávez decía aquello de que “Toda mi vida y por amor a un pueblo, la dedicaré hasta el último segundo de ella, a la lucha por la democracia, al respeto de los derechos humanos. Yo lo Juro”
   –Pues yo le creería más cuando dijo aquello otro de que "soy un profundo peronista de corazón, porque el general Juan Domingo Perón fue un soldado de América y del pueblo que compartió la misma línea que San Martín y Bolívar, entre otros". Pero, en fin, déjame acabar con algún apunte sobre lo que ocurrió en aquel otro país, Cuba, el principal referente hispanoamericano de todos aquellos que quieren la regeneración a base de dar “todo el poder a los soviets”, que decían en la revolución rusa, y que ahora dicen: “todo el poder a los Círculos Podemos”.
   Fidel Castro llegó al poder en Cuba, con la intención de regenerar el país, acabar con la corrupción y con la casta política, en 1959. Durante los años cincuenta del pasado siglo, Cuba había sido el primer país en renta per cápita de Iberoamérica y el segundo/tercer país de América, superando a Italia, y en más del doble a España. Era el segundo país de Iberoamérica, tras Uruguay, en el consumo de calorías por habitante. En 1958, la ONU reconoció a Cuba como el primer país de Iberoamérica en número de médicos por habitante. En ese mismo año era el país de Iberoamérica con más automóviles. Mientras tanto, en el periodo comprendido de 1960-1979, ya con Castro, Cuba fue el único país de la América Latina con un crecimiento promedio negativo del PIB. Durante la década del 1991-2000, el promedio anual e “crecimiento” del PIB fue de -1.9%, en penúltimo lugar entre los países de la América Latina, superando solamente a Haití. Solamente desde el 1980 al 1989 tuvo un crecimiento positivo, debido a que recibió unos cinco mil millones de dólares al año en subsidios de la Unión Soviética. El Programa de desarrollo de las Naciones Unidas colocó a Cuba en 1999 en el penúltimo lugar de pobreza entre los países de América Latina, superando solamente a Haití.
   –Vale, vale, no sigas –me cortó de nuevo mi alter ego–. A fin de cuentas, aunque sea cierto lo que dices, harías mejor yéndote con tu “soledad sonora” y con tu “música callada” a otra parte, porque ni San Juan de la Cruz, ni tú, ni cien Casandras troyanas que volvieran a la vida ibais a conseguir ni un átomo de la audiencia y capacidad de seducción que consiguen Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero en La Tuerka.
   Eso fue un golpe bajo, una digresión meta-argumental por parte de mi alter ego que me dejó descolocado y sin respuesta. Decidí irme a la cama: había llegado ya la hora del insomnio y de los pánicos (con “p” de Podemos) nocturnos.

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