Revista Psicología

¿Por qué me deprime la Navidad?

Por Niños
por que me deprime la navidad

por que me deprime la navidad

La Navidad vuelve a llamar a nuestras puertas con sus pegadizas melodías y su cita al calor del hogar y mucha gente nos preguntamos ¿Por qué me deprime la Navidad? . Ante semejante despliegue de estímulos externos es difícil permanecer neutral, así que, en función de nuestro carácter, encararemos “tan señaladas fechas” con ilusión o resignación, felicidad o tristeza, deseo o rechazo, emergiendo en algunos casos estados depresivos que motivan la demanda de ayuda profesional.

A propósito de los que padecen de tristeza y enojo en Navidad y en base a la observación de los que sufren de nostalgia con la llegada del invierno, expongo los 10 motivos de la depresión navideña:

  1. El solsticio de invierno como anfitrión de la Navidad. Entre el 20 y el 23 de diciembre en el hemisferio norte nos encontramos con los días más cortos del año, largas noches y poca luz, invitando a la mesa a los trastornos afectivos estacionales.
  2. Frustración por las altas expectativas depositadas en la Navidad. Hablar de Navidad activa automáticamente en nuestro cerebro el mensaje aprendido de Feliz Navidad y la inercia de acudir a eventos y reuniones con el firme propósito de cumplir con las expectativas de felicidad.

    “Este año van a ser unas fiestas maravillosas”, “Tengo que encontrar un plan perfecto para el fin de año”, “Que paséis hoy buena noche y mucha felicidad para todos”

    Puesto que la expectativa es elevada los riesgos de frustrarse en el trayecto también lo son, encontramos así el sentimiento de vacío y la angustia depresiva en algunos casos como síntoma de que tildar de feliz a la Navidad puede generar obligaciones ajenas a las necesidades personales.

  3. Estrés situacional. Si bien las festividades se resumen en las fechas marcadas en el calendario (Navidad, Fin de Año y Reyes), los preparativos se prolongan durante varias semanas, destacando la cantidad de decisiones a tomar en poco tiempo.

    “Tengo que comprar los regalos ya”, “¿Qué preparo de comida?”, “¿Con quién cenamos?”, “No sé que ponerle a tus padres, el besugo está por las nubes”, “¿A dónde iremos en fin de año?”, “Es imposible, no me da tiempo a todo, ¿podemos saltarnos alguna comida?”

    Toma de decisiones que implica a terceros y que con cierta frecuencia desencadena discusiones dentro de la pareja al situarse en un conflicto de lealtades frente a cada elección:

    “Ya sé que son tus padres pero es que no quiero pasarme las fiestas con ellos”, “Todos los años pasa lo mismo, mejor cada cual que vaya con quien quiera”, “Ve pensando que hacemos este año porque yo paso de que me amargue la fiesta tu familia”

  4. Estrés por saturación. Durante unas dos semanas se alteran los ritmos y rutinas habituales para enfrentarse a un sin fin de reuniones y celebraciones muy próximas en el tiempo, caracterizadas por su larga duración, los excesos en consumo de alcohol y comida, jornadas intensas de reunión con las mismas personas, cansancio acumulado por la falta de horas de sueño y con un nivel de socialización por encima del que se mantiene el resto del año. Sin duda, un cóctel molotov para adictos a la tranquilidad.
  5. Conflictos no resueltos sobre la mesa. Familias con poca vinculación afectiva durante el año se reencuentran en Navidad sentándose a la mesa en ocasiones con extraños y con conflictos que quedaron abiertos y silenciados, las circunstancias superan a las fechas y el conflicto se sirve de nuevo, esta vez, en plato caliente.

    “Vamos a tener la fiesta en paz”, “Te lo pido por favor que hoy es Navidad”, “Empecemos bien el año que ya he tenido bastante”

    Frente a conflictos abiertos el alcohol y la saturación funcionan como un facilitador para las discusiones y las descargas emocionales.

  6. Priorizar el calendario frente a las circunstancias personales. La queja frecuente del que sufre de tristeza en Navidad es la ausencia de espontaneidad y la vivencia de obligatoriedad a la hora de cumplir con el calendario Navideño. “Parece que llegue la Navidad y tenga que estar bien porque toca”, “Te saludan y felicitan porque es Navidad y el resto del año se olvidan de ti”, “Esto de querernos a fecha fija me parece hipócrita”Ardua tarea la de dejar al margen las circunstancias personales para adentrarse de lleno en celebraciones basadas en el espíritu festivo con el riesgo de impulsar emociones negativas frente a la incapacidad de poder disfrutarlas.
  7. Sobreexposición por inundación de estímulos. Como acontecimiento socio-cultural, la Navidad destaca por el bombardeo constante de mensajes por todos los frentes. Esto puede fomentar la necesidad de adaptarse al medio ante la vivencia de falta de alternativas, estimulando la acomodación, la dificultad para ser asertivos, así como la aparición de estados ansiosos y depresivos derivados del estrés percibido.
  8. Evitación del estigma social, miedo a ser considerado un “inadaptado”. El ser humano se caracteriza por su necesidad de socialización y de pertenencia al grupo. En este sentido tiende a adaptarse al medio para cumplir el rol que se espera de él. Evitar llamar la atención o alejarse del grupo pueden convertirse en el motor para participar de eventos sociales aun siendo no deseados, con el coste emocional que ello puede implicar.
  9. El año vivido a examen. Diciembre, fin de año y la llegada de un nuevo periodo marcan la costumbre de reflexionar sobre los éxitos y fracasos alcanzados como medidor del propio funcionamiento y la tendencia a comprometerse con nuevas metas a partir de enero, que en muchos casos vuelven a ser boicoteadas al regresar a la rutina. Evaluarnos puede generar bienestar y reconocimiento, pero también frustración y sensación de incompetencia, propios de los estados ansioso-depresivos.
  10. La historia vital previa. Sin duda un buen marcador del estado de ánimo frente a la llegada de la Navidad es el esquema mental que cada cual activa con el encendido de las luces. Así, los recuerdos de las vivencias de las navidades en la infancia, las tendencias anímicas, los recursos y las circunstancias personales, entre otros, predicen en gran medida el paso por la Navidad como protagonista o como espectador.

Os he ayudado con la gran duda de ¿por qué me deprime la navidad?

Navidad, dulce Navidad…o no.

Elena Berazaluce Pintado
Psicoterapeuta y perito psicólogo
Director adjunto de Psicopericial

Acerca de Elena Berazaluce
Licenciada en Psicología Clínica (Universidad Complutense de Madrid), M-16274, Master y doctorado en Psicología Jurídica y Forense, especialista en Psicoterapia y técnicas de psicodiagnóstico. Autora de los libros “Pruebas Psicotécnicas” (Editorial CEP) y “A qué tienen miedo los niños” (Editorial Síntesis). Coordinadora de la colección de libros “Saber Educar” (Editorial Síntesis). Colaboradora en Crecer Feliz y Psychologies. Su desarrollo profesional como psicoterapeuta y perito experto en la elaboración de informes periciales y ratificación en sala se centra fundamentalmente en Psicopericial S.L.P. así como en el Servicio de Orientación Psicológica de la Red de Oficinas Judiciales de la Comunidad de Madrid.


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