Revista Espiritualidad

Por qué no cuento demasiado mis planes

Por Elbioplanning @bioplanning

Por qué no cuento demasiado mis planes
En los momentos en que estoy programando algo que considero grandioso, o me va a ocurrir un hecho que será de un gran impacto para mi vida, o si estoy barajando diferentes opciones para hacer cosas importantes, trato de hablar lo justo y necesario sobre ello, nada más.

No es por las típicas creencias populares acerca de que "hay que callarse las cosas para protegerse contra la envidia", o "por cábala", o porque  "si lo cuentas luego no se cumple", nada de eso, lo mío tiene que ver con otra cosa, y es más por una cuestión de cálculo. 

Por otro lado, si te soy sincera y te hablo con una mano en el corazón,   no creo para nada que la gente me envidie, y si lo hace,  creo que es más bien una sensación natural de sentirse inspirada, del tipo “si ella puede/tiene/lo hace ¿entonces por qué yo no?”, lo cual me parece fantástico. Además, en el caso de que sintamos  envidia, creo que  una emoción  como cualquier otra, como el amor, la rabia, el deseo, y no puede afectar realmente a la persona que se envidie, porque si esto fuera así, entonces ninguna estrella del rock hubiera llegado a la cima del éxito, no habría modelos de Victoria´s Secret, ni mucho menos Premios Nobel de literatura. Si realmente la envidia funcionara, demasiadas personas no hubieran triunfado jamás.Mi razón en mucho más básica, es una cuestión de conducta propia. No cuento tanto mis  proyectos  porque cuando lo hago, inmediatamente mi inconsciente toma una especie de orden de que -eso que sea que tengo en mente ya está realizado-. Entonces, como empiezo a creer que ya está hecho, deja de ser un objetivo por el cual trabajar. Cuando me dedico a dar detalles de las cosas que tengo en mente realizar ahora o algún día,   llega un punto en que me convenzo de tal manera, que vivo la vida como si esto ya estuviera pasando, lo cual está muy bien, ya que lo ideal es vivir desde el lado de la contención, no del de la falta, pero en mi caso, se le añade el factor de que se convierte en algo tan cotidiano que dejo de entusiasmarme por el camino que elegí tomar para llegar a ello, y al final,  solo lo consigo de manera teórica. Recuerdo la época en que estaba de moda diseñar el famoso tablero de visión. Recontábamos  frases y figuras de revistas de lo más motivadoras para exponerlo en un gran corcho en la habitación y  poder verlo a diario.  Claro, en el momento es una actividad que te causa un gran subidón, sobre todo cuando lo haces por primera vez, pero esa motivación hay que mantenerla para lograr lo que ilustran esas fotos que pegaste con tanto esmero. Llegaba un punto en que de tanto verlo me aburría y ya no lo miraba, además sentía que ya había conseguido todas esas cosas, entonces dejaba de prestarles atención. Con esto no quiero desanimarte a que cuentes tus anhelos y que los compartas con la gente que quieres, o que busques recursos que te mantengan motivada, al contrario, solo quiero compartirte que también además de esto, es necesario que te mantengas firme en tu camino, que no lo descuides, que de a poquito hagas al menos una cosa al día que te acerque a tu destino, porque a veces, por más que hablemos y soñemos, si no tomamos acción al respecto, es muy probable que todo quede en  unas cuantas horas de  bla bla y en un montón de figuritas colgadas de la pared. No es necesario que  calquemos métodos, y tampoco podemos hacer encajar a toda costa en uno mismo  lo que  le sirvió al otro,  porque de manera individual estamos hechos de historias y de opiniones propias sobre esas historias, también de sueños, de microvivencias en paralelo que ocurren todos los días y en mayor o menor medida, nos afectan, también de  recuerdos,  de traumas, y de más o menos cantidad de recursos para hacerles frente. Busquemos el camino intermedio y propio donde están las cosas que nos funcionan. ¡Que tengas una experimentada semana! 


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