Revista Coaching

¿Por qué se mantiene la violencia de género? Sé la dueña de tu vida (IV)

Por Psipositivo @Psi_Positivo

Yo creía que iba a cambiar. Eso era lo que él me prometía siempre cuando me pedía perdón. Me decía que “se le habían cruzado los cables”, que “sólo yo conseguía sacarle de quicio”, pero que estaba arrepentido. Y me prometía una y otra vez que  no volvería a pasar, y claro, yo le creía. ¿Cómo no le voy a creer, si esto antes no pasaba? Pensé que habían sido varias situaciones puntuales y que se acabaría. Pero nunca acabó. Es más, cada vez fue peor. Se convirtió en alguien que yo no conocía. Y yo, finalmente… también dejé de conocerme a mí misma, ¡porque permitía que me llamara hija de puta y ya no pasaba nada! Era lo más suave que me decía cuando se enfadaba. Luego empezó a lanzar mi móvil y romperlo, después a pegar a las puertas, a perseguirme cuando yo ya no quería seguir discutiendo, a buscarme al trabajo,  y ya… Un día me cogió del pelo. No me hizo nada más. Pero… ¿cuándo empecé a cambiar yo para permitir esto?”.

Muchas mujeres víctimas de la violencia de género llegan a consulta con un sentimiento de rabia hacia ellas mismas. De culpabilidad por “no haberse dado cuenta”, “por haberse dado cuenta tarde”. Y es una pregunta que no sólo ellas se hacen. La sociedad también se pregunta por qué. Por qué alguien “permite” que le agredan y encima continúa viviendo al lado de esa persona.

La violencia de género sigue un ciclo llamado CICLO DE LA VIOLENCIA que desgraciadamente se cumple en todos los casos.

sandra herreros psicologa

Vamos a comenzar por una situación de aparente calma. Es el momento en el que no existen conflictos, que más o menos la relación se lleva con normalidad. Esta situación puede durar horas o días, depende de lo que se haya fijado ya esta dinámica entre la pareja. Es el momento en el que la mujer interioriza o intenta autoconvencerse de que la agresividad ha pasado, el periodo en el que el agresor intenta demostrar (por poco tiempo) que esas promesas de cambio se pueden mantener, y es precisamente el momento que supone un refuerzo para la mujer. En esta etapa la mujer se siente feliz, “comprobando” que el agresor es como ella lo conoce: cariñoso, amable, detallista

De repente, pequeños cambios empiezan a dilucidar que esta calma está en riesgo. Aparecen pequeños roces que comienzan a sumar tensión. Suelen ser cosas sin importancia, como que el hombre haya llegado a casa y no haya encontrado puesta la comida en la mesa, que el niño haga ruido y él tenga que descansar, o en los casos de adolescentes podría ser que él le hablara y ella no le contestara al estar distraída con el móvil, por ejemplo. Estos pequeños conflictos van acumulando TENSIÓN.

La siguiente fase es la de EXPLOSIÓN. Como su nombre indica, en esta etapa se rompe con esa aparente calma y se produce una agresión, dándose lo que se conoce como LA ESCALADA DE LA VIOLENCIA. Al principio de la relación se darán agresiones más leves, como pueden ser las agresiones psicológicas (“esto se va a acabar, estoy harto de que no me prestes atención. Si me quisieras, estarías escuchando lo que te digo”), después las verbales (“eres una guarra”), llegando a convertirse en agresiones físicas (ya sea un empujón, un zarandeo, un puñetazo o una paliza) y como comentamos, intentos de homicidio o la muerte violenta.

¿Qué conducta creéis que adoptará el agresor si quiere conservar a la mujer a su lado? ¿Creéis que una relación se mantendría si todo lo que encontráramos en ella fuera negativo?

Para que en una relación se produzca un enganche, primero tiene que haber una etapa POSITIVA, en la que todo sea bonito. Al producirse un cambio tan radical como es una agresión, sea del tipo que sea, este acontecimiento choca frontalmente con esa idea de perfección de la pareja, por lo que la mujer siempre va a plantearse dudas, y va a intentar justificar dicha conducta. Por ejemplo: en la primera fase de la relación suele incrementarse la violencia psicológica. Cuando esto pasa, la mujer lo justifica con “se ha puesto muy nervioso”, “hemos perdido los nervios”. A esto tenemos que sumar el arrepentimiento por parte del agresor. Chicas, SIEMPRE va a tener un momento de arrepentimiento. De pedir perdón. De llorar. De prometer que no va a volver a pasar. De pedir segundas oportunidades. Pero, ¡OJO! Perdonar esto es lo que permite que se vuelva a repetir el ciclo. Si se perdona una vez tras otra, el agresor va a percibir que, haga lo que haga, nunca va a haber una consecuencia negativa. Por lo tanto, es lógico  que esta conducta se repita y lo que es peor, se agrave.

Escalada violencia

Conforme pasa el tiempo, el ciclo se va repitiendo más rápidamente. Las fases se hacen cada vez más cortas, y se va produciendo lo que se conoce como indefensión aprendida: esta teoría de la indefensión aprendida la formuló Seligman en 1975.  La indefensión es el estado psicológico que se produce frecuentemente cuando percibimos que los acontecimientos son incontrolables, cuando no podemos hacer nada para cambiarlos. Cuando hagamos lo que hagamos siempre sucede lo mismo. Leonore Walker, partiendo de los experimentos de Seligman, inauguró una línea de investigación todavía vigente y que se puede resumir en que: la repetición del ciclo de la violencia lleva a provocar una respuesta pasiva por parte de la mujer ya que, haga lo que haga, no va a cambiar nada. Así, deja de buscar soluciones a los problemas y llega a sentir esa sensación de “no sé cómo salir de aquí”.

Por todo esto es tan importante que lleguemos a conocer cuál es la punta del iceberg de la violencia de género (lo que explicábamos en los artículos anteriores): para saber cuándo poner fin.

SÉ LA DUEÑA DE TU VIDA.

Sandra Herreros. Psicología en Positivo.


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