Revista Psicología

¿Por qué somos agresivos?

Por Mundotlp @MundoTLP
Responder a la pregunta ¿por qué los seres humanos somos agresivos? supone responder también a la pregunta con la que Fromm inicia uno de sus libros: “¿el hombre: lobo o cordero?” La respuesta es compleja como todo fenómeno humano. Pero nos atreveríamos a decir que la cuestión está mal planteada: habría que reformularla no de manera disyuntiva sino copulativa. El hombre es lobo y cordero. Se manifiesta con conductas destructivas (hacia el exterior y contra sí mismo) y con acciones productivas y positivas, que favorecen el crecimiento psicológico del individuo.¿Por somos agresivos?Otra pregunta que nos podemos hacer es ésta: ¿es evitable la agresividad? Es la misma cuestión que Einstein formuló en 1932 a Freud: “¿Qué podría hacerse para evitar a los hombres el destino de la guerra?”. La respuesta fue drástica y desalentadora: “las guerras entre los hombres son, en la práctica, inevitables”.¿Tenía razón Freud? ¿Tenía razón Fromm?

Agresividad y sociedad

Nuestra sociedad contemporánea condena todo comportamiento agresivo. Desde la madre servicial hasta el inspector de policía todos piensan que la agresividad es negativa. Oímos por doquier: “este niño es malo, es agresivo”; “en nuestra ciudad abunda la delincuencia, las personas violentas, etc.”.Por el contrario, se valora positivamente toda actitud de sumisión y toda acción que esté impregnada de comprensión, renuncia a los intereses individuales por el bien de la comunidad, y el mantener un lenguaje, aunque sea inauténtico, pero que no quebrante las normas de educación. No podemos soportar ni una palabra altisonante, ni un reproche, ni mucho menos una agresión física.La etiqueta “esta persona es agresiva” es sinónimo de que es mal padre o mala madre, vecino poco respetuoso con las normas cívicas, o ciudadano que no respeta los derechos de los demás.Pero toda conducta agresiva, como toda acción humana, hay que descifrarla y leerla en el contexto que se produce. No es lo mismo el “comportamiento agresivo” producido como respuesta a un intento de robo, que la manifestación violenta (física o verbal) de un padre ante los malos resultados académicos del hijo. En el primer supuesto, es una agresividad reactiva y defensiva ante la amenaza de un peligro exterior; en el segundo caso, el padre puede estar exteriorizando su propia frustración o simplemente manifestando su falta de control.Incluso desde el mismo sentido etimológico la palabra “agresión” (aggredioraggredi) significa algo tan positivo como avanzar, dirigirse hacia algo. Posteriormente, se empleó en el sentido actual de comportamiento hostil y destructivo del individuo (hacia fuera o hacia dentro de uno mismo) o del medio. Así, actualmente hablamos de “entorno humano agresivo”, que implica desde el ruido, la polución atmosférica, la reducción del espacio en las grandes urbes, la competitividad, etc. como factores que pueden perturbar el equilibrio psíquico de la persona, o que al menos dificultan el normal desarrollo del individuo.Varias son las teorías que han intentado explicar la agresividad humana. Aquí sintetizaremos el pensamiento de dos autores significativos: Freud y Fromm

Freud: thanatos eros (la agresividad y el amor)

Desde el punto de vista freudiano podemos distinguir dos instintos o “pulsiones”: instinto de muerte e instinto de vida.Thanatos eros. Tendencias autodestructivas y tendencias que nos conducen al desarrollo y a la vida.Esta doble energía en el hombre (la agresividad y el amor) son los raíles por donde camina la existencia humana. El descarrilamiento, la angustia o la infelicidad, se manifiesta cuando ambas tendencias no están sincronizadas. El predominio o deficiencia de una de ellas producirá el sufrimiento humano y, en definitiva, la enfermedad mental.El hombre sano mentalmente, según esta teoría energética, será aquel que ha podido neutralizar las fuerzas destructivas con un desarrollo adecuado del “eros”; o bien, ha conseguido canalizar las pulsiones de muerte hacia conductas productivas y revitalizadoras.

Fromm: instinto de vinculación y formas de agresividad

Fromm, partiendo de Freud, enfatiza la importancia del entorno y de la dimensión social del hombre. Parte del concepto fundamental de la soledad, como elemento desintegrador del ser humano, y cómo toda persona siente la ineludible necesidad de pertenecer a algo o a alguien.Fromm distingue entre agresividad benigna y agresividad maligna. La primera se caracteriza porque es propia del mundo animal (pero también se produce en el ser humano), y se define por su carácter defensivo y desaparece cuando se neutraliza el peligro o la amenaza. Está, pues, al servicio de la vida, no de la muerte. Este tipo de agresividad favorece la vinculación con el entorno, la persona se hace como más presente y significativa, y evita la soledad afectiva (la incapacidad para la comunicación y la madurez), que es la que puede conducir a la propia autodestrucción.La agresividad maligna, específica del ser humano, está representada por todas aquellas conductas que intentan hacer daño, no con la finalidad de defenderse o de autoafirmarse, sino simplemente por el placer de agredir, o porque se es incapaz de controlar los impulsos autodestructivos.

La agresividad como autoafirmación

A modo de ejemplo, me parece interesante contar el caso de Juan, un hombre de negocios que ha ido progresando en la vida porque en un momento dado supo arriesgar y tuvo fe en sí mismo y en sus posibilidades; Carmen se quedó viuda con dos niños pequeños, supo hacer frente a la vida y poner en juego todas sus potencialidades para que a sus hijos no les faltara un trozo de pan; Roberto, sin ninguna preparación académica, se vino a la gran ciudad y tras veinte años de trabajo hoy es director de una empresa inmobiliaria. Nos dice: “cuando llegué a Madrid solamente tenía dinero para comer una semana y… mucha ilusión”.Todos estos casos tienen un denominador común: supieron creer en sí mismos. Los inconvenientes del medio y de su propia biografía, no fueron obstáculos, sino trampolín para llegar más alto; es como si las adversidades hubieran sido el acicate para poner en marcha todos sus resortes psicológicos e intelectuales. Se sintieron más ellos mismos. Hubieran podido emplear toda su energía para destruir a sus semejantes, pero no lo hicieron. Reconvirtieron su “agresividad” en esfuerzo y trabajo. Lo importante no era arrasar al otro sino pasar a acto todas sus potencialidades. Es la agresividad como autoafirmación, que está al servicio del desarrollo y maduración del individuo, no de la anulación del otro o de sí mismo.Por otra parte, y en un sentido más estricto, este tipo de agresividad es imprescindible para la supervivencia. Sin ella no sabríamos eludir un coche que se nos viene encima, ni poner los medios oportunos para salvar la vida en una situación límite (naufragio, etc.). Sin un “cuanto” de agresividad, de autoafirmación, el hombre podría morir de inanición.

La agresividad defensiva

José, padre de familia numerosa, se siente desvalorizado en su puesto de trabajo. Desde hace unos meses, y coincidiendo con un cambio en la dirección de la empresa, se le ha arrinconado sin ningún motivo: “es la política de la empresa”, se le ha dicho ante sus continuas demandas por encontrar una explicación. José ha hecho peticiones por escrito, ha consultado al Comité de Empresa y ha puesto numerosos recursos por lo que él considera un atropello. Dice: “no lo hago por motivos económicos sino por dignidad. No puedo permitir que se rían de mí”.La agresividad defensiva, física o actitudinal, es la respuesta del hombre cuando percibe que sus “valores” han sido pisoteados. “Valores” entendidos en sentido amplio: desde la honradez, la libertad, el honor, la dignidad, pasando por la familia, o el mismo reconocimiento profesional o laboral. Es, pues, una respuesta adaptativa a la situación presente, pero no simplemente asumiendo los acontecimientos, sino intentando modificarlos.Clásicamente se han definido dos actitudes, en este tipo de conductas: el ataque o la huida, que estarán en función de la propia personalidad del individuo agredido.

La agresividad como respuesta a una frustración

Es un subtipo de la agresividad defensiva. Lo podemos ilustrar con un acontecimiento cotidiano en una familia media española: Alberto, niño de nueve años, golpea fuertemente contra el suelo el juguete que su hermano no le deja disfrutar. El resultado es que el juguete se rompe y ambos hermanos se quedan sin él.Este tipo de agresividad es respuesta a una necesidad no satisfecha. No se destruye por el placer de destruir (agresividad maligna) sino que es consecuencia de la propia incapacidad del sujeto –en nuestro caso de Alberto– para aceptar la no realización inmediata y completa, de un deseo.En la sociedad actual, inmersa en la “lógica del tener” (poseer, adquirir, ganar, etc.), el cesto de nuestras necesidades nunca se ve lleno. Y consecuentemente la frustración es el pan nuestro de cada día. El hombre contemporáneo siempre está deseando tener más y además en el menor tiempo posible. De esta manera el malestar, la angustia y la agresividad están servidas.Desde muy pequeños estamos “acostumbrados” ha conseguir todo, solamente con desearlo: un tren, una bicicleta, un vaso de agua los más pequeños. En muchas ocasiones, los padres juegan un papel omnipotente (“mi papá lo puedo todo”) y no posibilitan al hijo que viva lo que es desear algo y no tenerlo, o al menos no tenerlo inmediatamente. Tenerlo todo sin ningún esfuerzo puede generar un bajo nivel de frustración que será, en la vida adulta, fuente de angustia y agresividad.

La canalización de la agresividad maligna

Desde una perspectiva freudiana incluso la carga de agresividad maligna se puede reconvertir y ser un factor de crecimiento y de desarrollo para el individuo. Lo negativo no es el potencial de agresividad destructiva de una persona, sino su falta de exteriorización y de expresión de una manera saludable. De la misma manera, lo negativo no es que el “niño sea agresivo”, incluso en el sentido más estricto del término, sino que no encuentre el camino para poder descargar sanamente su potencial aniquilador.Solamente, a modo indicativo, mostramos algunas conductas (unas más sanas que otras) que el individuo puede elegir como salidas a su agresividad maligna:

  • 1.- La catarsis

Una buena salida para la agresividad es la catarsis verbalizada y el movimiento catártico (el deporte y el juego). Es decir, proporcionar un ambiente o entorno familiar y social en el que la expresión de la agresividad, a través de la palabra, sea un sentimiento más que se pueda compartir, como por ejemplo, el estar triste o feliz. Crear un clima familiar en el que la emoción (pena, alegría) se pueda expresar, pero también la rabia, los celos, la agresividad. “No te queremos menos por tu acto agresivo; te queremos más porque has sido capaz de expresarte y reconocer tu fallo”. Este podría ser un buen lema para una familia sana. En definitiva, los padres, como catalizadores del desarrollo humano de sus hijos, deberán facilitar la libertad de sentir, no solamente la libertad de pensar y de actuar.En este encuadre se comprende lo beneficioso del deporte o los juegos, sobre todo al aire libre. Y en este mismo contexto se sitúa la conveniencia de los “juguetes bélicos” (dentro de un orden), como forma de vehiculizar la agresividad infantil.

  • 2.- La profesión

Otra salida es la que ofrecen algunas de las profesiones ‘más agresivas’: carniceros, cirujanos o ocupaciones de alto riesgo (toreros, trapecistas, etc.). Desde esta perspectiva podemos considerar estas labores como una manera humanitaria o lucrativa de reconvertir el potencial de agresividad.

  • 3.- La sumisión

Sobre todo un comportamiento “excesivamente sometido” puede ser la otra cara de la agresividad maligna. El mecanismo profundo e inconsciente sería este: “tengo tanto miedo de mi alto nivel de agresividad que lo transformo en pasividad y en bondad”. Puede ser una salida válida hasta que algún hecho provoque una reacción desproporcionada entre el estímulo y la respuesta. En ese momento el enigma se aclara: “esta persona es más agresiva de lo que me esperaba”.http://elmundotlp.blogspot.com/es

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