Revista Fotografía

¿Por qué viajar con niños? ¿Por qué es bueno viajar en familia?

Por Magiaenelcamino @magiaenelcamino

Tenés un hijo y tu vida cambia. Cambia mucho. (No quiero parecer aburrida con esta idea que últimamente siempre menciono en los post, pero es taaaaaaan cierta). Muchos te dicen que hay un montón de cosas que ya no vas a poder hacer nunca más. Yo le sacaría el “nunca más” y solo diría que algunas de esas cosas las vas a tener que postergar unos años (y es bueno estar metalizada sobre eso) y que con respecto a otras vas a tener que cambiar la forma de hacerlas. En esta última categoría entran los viajes.

Cuando nació Tahiel muchos nos decían que ya no íbamos a poder seguir con todo lo que implica Magia en el Camino, pero la realidad nos demostró que con mucha voluntad y un gran esfuerzo, pudimos seguir haciéndolo. Claro que los viajes fueron muy distintos, pero igual de enriquecedores.

Por eso, en este post queremos compartir con todos aquellos que son papás o están en camino de serlo, algunas ideas de por qué pensamos que es fundamental que sigan viajando (o empiecen a hacerlo). No importa dónde, lo que importa es que lo hagan y que en ese viaje disfruten en familia. Si pueden hacerlo a sitios diferentes a los que los chicos están acostumbrados, mucho mejor.

Entonces, ¿por qué viajar con niños? ¿Por qué viajar en familia?

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1. Porque es lindo y divertido.

Más allá de que sea algo cansador (no más de lo que es tenerlos en casa), viajar con tus hijos puede ser muy divertido y enriquecedor. Cuando son más pequeños podemos sorprendernos de lo que hacen por primera vez y de lo que dicen ante lo que ven. Sus reacciones ante situaciones poco cotidianas nos van a divertir mucho y nos van a llevar a reflexionar sobre cómo asimilan y comprender el mundo que, poco a poco, les vamos mostrando.
Si son más grande pueden organizar juegos por las ciudades o participar con ellos de turismo aventura. Todo es cuestión de dejarse soltar y ser creativos.

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2. Porque permite un mayor acercamiento y conocimiento de la familia.

Es el momento de mayor integración y acercamiento entre la familia. Sobre todo para aquellos que trabajan fuera de casa muchas horas. En la vida cotidiana (fuera de las vacaciones y los viajes), los padres suelen trabajar todo el día y suele ser poco el tiempo de calidad que comparten con sus hijos. Cuando llegan a la tarde-noche están cansados y el fin de semana también quieren hacer cosas para ellos mismos. Por eso, las vacaciones son ideales para que el tiempo entre padres e hijo sea de calidad. Los adultos debemos realmente entender que son vacaciones, relajarnos y disfrutar. Volvernos chicos. Jugar con ellos y divertirnos como si fuéramos sus pares. Hacer que los momentos sean más intensos y tener todos los días algo que valga la pena recordar.
Viajar con tus hijos te permite conocerlos más, saber cuáles son sus gustos y sus necesidades. Verlos en otros ámbitos, conocer cómo se desarrollan en otras habilidades. Si los adultos estamos más relajados podemos estar más susceptibles a captar sus necesidades y sus intereses. Y esto es fundamental, porque si sabemos cuáles son sus intereses podemos acompañarlos en su camino.

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3. Porque es una de las mejores maneras de aprender.

La ignorancia es la madre de la intolerancia. Esta premisa es una de las cosas que aprendimos en tantos años de viajes. Si conocemos, nos damos cuenta de que muchas de las ideas con las que crecimos son falsas o no son tan así como nos las contaron. Viajar es la mejor manera de derribar prejuicios. Por eso, hacerlo con los más pequeños es ideal para que ellos puedan crecer sin tantos preconceptos como lo hicimos nosotros. Claro que también depende de los adultos, cómo les hablemos o le hagamos ver las distintas realidades, pero el hecho de que ellos puedan experimentarlo en persona ya nos asegura un gran porcentaje de enseñanza.

Los viajes no solo permiten que tanto ellos como nosotros aprendamos de Historia (como cuando visitamos algún museo con una buena explicación o caminamos por las calles de una ciudad donde ocurrieron importantes hechos históricos) y Geografía (como cuando conocemos un parque nacional o hacemos un campamento), sino también sobre otras culturas, sobre la manera de vestir, de comer, de actuar, de jugar, de comunicarse. Y conocer esas costumbres es la base de la no discriminación.
En los viajes conocen y prueban cosas nuevas, diferentes a lo común para ellos, que los ayuda a saber que existen otras cosas y que lo de ellos no es mejor ni peor, solo es diferente.

Además, es el momento en que más desarrollan la capacidad de observar, de explorar y de respetar el mundo que los rodea. Fomentar estas habilidades es uno de nuestros consejos para viajar con niños: seamos creativos y activos. Por ejemplo, unos días de campamento o una caminata por un parque nacional en contacto con la naturaleza pueden ser las actividades ideales para despertar en los chicos el interés por el cuidado del ambiente.

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4. Porque socializan, son más flexibles y adquieren mayor capacidad de adaptación.

Muchos nos dicen que Tahiel no se va a acordar de casi nada de lo que vivió en estos tres años de viaje. Sin embargo creemos que sí. Posiblemente no recuerde algunas experiencias puntuales (para eso le armo diarios de vida/viajes que va a poder leer para recordar), pero creo que gran parte de su personalidad sociable y adaptable es producto de esos viajes.

Los viajes nos ponen en situaciones diferentes todo el tiempo y eso contribuye a que haya que adaptarse a cada una y ser más flexibles. Los viajes con chicos tienen otros ritmos y es un gran desafío para los padres adaptarnos a esa nueva forma de viajar, por eso, toda la familia aprende a ser más flexible. Los posibles problemas que puedan presentarse nos ayudarán a incentivarlos a que ellos también tomen decisiones o nos den su opinión. Así como es fundamental hacerlos partícipes de los preparativos del viaje, también es buena idea que sean partícipes de estas situaciones. Claro que bajo nuestra ayuda y según las edades.

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5. Porque nos enseña, como adultos, a disfrutar de otras cosas.

Cuando Tahiel emocionado nos dijo que estaba viajando en helicóptero y en realidad estábamos en un cable carril en el cerro San Bernardo en la provincia de Salta, no solo se me iluminó la cara con una enorme sonrisa, sino que entendí un poco más cómo funciona su cerebro y lo importante que es seguir con los viajes.
Cuando Tahiel abrió su librito de Malku una noche en casa antes de irse a dormir y me señaló las montañas de colores acompañado con un “Ma, como las montañas de Salta-Jujuy”, no solo me alegré porque recordaba el último viaje, sino porque me sentí bien de ver las relaciones que va tejiendo mientras crece.
Cuando ves que se relaciona con otras personas, que saluda sin prejuicios, que prueba lo que le dan, que hace nuevos amigos, que se asombra ante un paisaje o que se mata de risa en un espectáculo callejero aunque sea en otro idioma, lo ves feliz y si lo ves feliz a él vos estás feliz como madre/padre. Cuando podes compartir con él esos momentos y experimentar muchos otros con ellos te sentís feliz y disfrutas el doble.
No quiere decir que esto no pase si no viajamos, pero en los viajes las posibilidades de que pasen estas cosas son muchas más que si no viajamos. A veces no es porque las posibilidades no están, sino porque nosotros, como adultos, no estamos abiertos a que nos pasen. Esto me hace acordar al post que escribió Dino hace varios años y al que llamó Discépolo tenía razón. Un simple resumen de todo lo que nos pasó por el solo hecho de salir, de viajar. Y se puede aplicar igual para los viajes en familia.

Subiendo al cerro San Bernardo en helicóptero, según Tahiel. La imaginación de los niños. #paisajes #salta #viaje #travelblog #travelfamily #travel #viajarconniños #viajaremfamilia @turismo_ensalta #momblogger

A video posted by Aldana Chiodi (@aldanachiodi) on Sep 3, 2016 at 11:17am PDT

6. Porque viajar con bebés y niños es agotador, pero tenerlos también lo es, entonces prefiero agotarme viajando.

Uno de los argumentos que más me nombran las mamás o papás que conocemos cuando hablamos del tema de hacer un viaje con niños pequeños, más allá de las salidas a las que ya están acostumbrados, es que es agotador. Sí, lo es. Sobre todo cuando no son ni muy pequeños ni muy grandes. Pero, al mismo tiempo, es la edad más linda para viajar con ellos porque todo está por descubrirse y porque es cuando más podemos interactuar y aprender con ellos! Después de una cierta edad posiblemente quieran estar más con sus pares que con sus padres y cuando son muy bebés, no se pueden hacer muchas cosas.

Entonces yo les digo que sí, que es agotador (lo experimentamos en nuestros siete meses por Europa con Tahiel de 1 año y tres meses a 1 año y diez meses), pero también lo es quedarse en casa. Es una edad agotadora para los padres, pero muy intensa y hermosa. Por eso, prefiero que ese agotamiento me pille viajando!
Después, las cosas poco a poco van cambiando. Los viajes que hicimos con Tahiel a sus dos años y medio fueron mucho menos agotadores y los disfrutamos mucho más. No solo porque él era más grande sino porque nosotros logramos cambiar el chip y seguir algunos consejos que les compartimos en el blog.

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7. Porque se disfruta la vuelta a casa de otra manera.

Desde que empecé a viajar a mí siempre me gustó volver. Para mí los viajes tienen tres momentos y todos se disfrutan. El antes, el durante y el después. Volver me gusta. A veces me hubiera gustado volver un poco después de lo que lo hice, pero al final siempre quise hacerlo. Dino, en cambio, nunca quiso volver. Siempre fue su gran problema y siempre lo sufrió mucho. Es más, tomar la decisión del cambio de vida estuvo muy influenciada por ese deseo de hacer un viaje sin fecha de retorno. Pero desde que somos tres, desde que nos convertimos en familia viajera, el volver lo vivimos de otra manera. Así como se vive de otra manera el antes y el durante, también la vuelta es distinta.

Nosotros disfrutamos mucho estar en casa, pasamos mucho tiempo juntos y solemos divertirnos un montón. Tahiel disfruta de su lugar y sus seres queridos y siempre dice “nuestra casa” o “quiero ir a casa los tres”. Pero al mismo tiempo, cada vez que ve un mundo o un mapa dice “el mundo de mamá, papá y Tahiel” y cada vez que ve un avión dice “vamos a un avión”. Cuando lo escuchamos no podemos más que sonreír y sentir que, de a poco y a pesar de los errores que podamos cometer, estamos logrando lo que más queremos: darle raíces y alas.

Les compartimos el video resumen del viaje de siete meses con Tahiel por Europa, del 2015. ¡Que lo disfruten mucho!

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¿Por qué viajar con niños? ¿Por qué es bueno viajar en familia?

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