Revista Opinión

Por Un Puñado De Arena

Publicado el 20 febrero 2019 por Carlosgu82

La arena es la materia prima más demandada después del agua, por delante de los combustibles fósiles, y la estamos consumiendo con avidez. Todo a nuestro alrededor contiene arena: cemento, vidrio, asfalto, aparatos electrónicos, plásticos, incluso cosméticos y pasta de dientes, siendo la construcción su principal uso, una cuarta parte del total disponible.

Consumimos una cantidad ingente de arena

Cada año se están extrayendo unos 59.000 millones de toneladas de materiales sedimentarios en todo el mundo, el 85% es arena para la construcción, que mueve 57.000 millones de euros anuales.
Para 2019 se prevé que el boom de la construcción a nivel mundial necesitará 51.700 millones de toneladas. Para hacernos una idea, con esa cantidad se podría levantar un muro de 27 metros de alto por 27 de grosor que circumvalaría el ecuador terrestre.
El 54% de la población mundial vivimos en grandes urbes. La ONU prevé que para 2050 seremos un 66%, dos de cada tres personas, los que habitemos las zonas urbanas. Una vivienda unifamiliar necesita 200 toneladas, un hospital 3000 y un kilómetro de autopista 30.000 toneladas, y la arena tiene un precio. En los países desarrollados clásicos, la arena puede salir barata, menos de 20 euros por tonelada; sin embargo, en países emergentes el precio se puede multiplicar por diez.
Singapur ha extendido su territorio un 20% en el último medio siglo comprando arena a sus vecinos indonesios. Dubai compró arena a Australia para levantar los 828 metros que mide la torre Burj Khalifa. En Shanghái se draga arena del lago Poyang para construir sus rascacielos, la mayor reserva de agua dulce del país y una de las mayores minas de arena del mundo, y que ahora permanece seca varios meses al año.

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Toda esta sobreexplotación tiene efectos mediambientales

Los procesos de erosión geológicos, comparados con nuestro exíguo promedio de vida, son lentos. Los ríos son una de las fuentes tradicionales de extracción. El dragado de los ríos provoca un riesgo de riadas incontroladas, y los sedimentos en suspensión bloquean la luz y el oxígeno, necesarios para la vegetación, los peces y otros organismos subacuáticos.

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Se calcula que las tasas de explotación en los ríos doblan a las de reposición natural, por lo que hay que buscar la arena en otra parte. Se está extrayendo principalmente de playas. Advierten los geólogos que más del 75% de las playas del mundo están reduciéndose o quedando desprotegidas frente al viento y el oleaje; además, la extracción de arena marina es más cara y hay que lavar la sal para que no sea corrosiva.
También se draga arena de los fondos marinos. Las Islas Palm, en Dubai, son islas artificiales que necesitaron 385 millones de toneladas de arena dragada, con un coste de 10.000 millones, y áun no están terminadas, o las siete islas que China a construido en el Archipiélago de Spratly, en el Pacífico Sur.

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¿Y la arena de los desiertos? Los granos de arena irregulares agarran muy bien con el cemento y son aptos para la construcción; sin embargo, la de los desiertos es lisa y no agarra bien, lo que la hace inservible para la construcción por su baja calidad.
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Pascal Peduzzi, investigador del PNUMA, explica que el impacto no es sólo medioambiental, sino político. La arena que se ha dragado para la construcción de los nuevos lujosos barrios en Singapur ha hecho desaparecer, o se están hundiendo, hasta 25 islotes en Indonesia, lo que está creando un problema territorial y de fronteras. La misma suerte puede correr el Archipiélago de Cabo Verde, frente a las costas de Senegal.

Pero, la avaricia rompe el saco

Países a los que se les compraba la arena están viendo agotadas sus reservas por el exceso de demanda y están cerrando el grifo. El precio de la arena está cada vez más en alza y es un caldo de cultivo para que prospere el mercado negro.
Algunos países están viviendo un boom urbanístico sin precedentes y no están dispuestos a poner freno a este lucrativo negocio que, junto a la laxitud de las leyes y los gobiernos, crean el escenario perfecto para que aparezcan grupos organizados que tienen el negocio de la arena bajo control. En algunos lugares del mundo la mafia de la arena se ha convertido en la primera industria criminal del país.

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Las redes de extracción de arena emplean a menudo personas en condiciones deplorables. Antiguos pescadores se ganan ahora la vida extrayendo arena del lecho del río con cubos, buceando a pelo y haciendo 200 inmersiones diarias por 10 dolares. En algunas playas los ladrones de arena la expolian a lomos de burros de carga, en otras se recoge en cubos de arena a manos llenas.

Y ¿qué se puede hacer?

Tenemos una gran dependencia de la arena y la seguiremos usando cada vez más. Pascal Pedizzi apela a los gobiernos para que no ignoren el problema, y urge a que empiecen a pensar en soluciones alternativas antes de que sea demasiado tarde.


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