Portfolio15-SEPTIEMBRE / 15-OCTUBRE

• Al filo del mañana (Edge of tomorrow, Doug Liman, 2014): enérgica propuesta de ciencia-ficción, algo más amplia de miras de lo que se pretende a simple vista teniendo en cuenta la clase de producción que es y cómo se ha vendido (vista desde fuera, un blockbuster), rompe algún cliché que otro -pese a que es tramposa a rabiar, con notables incongruencias de guión, las cuales se (medio) perdonan por ser un producto bélico con altas dosis de ciencia-ficción- gracias a su ingenioso molde estructural (Día de la Marmota y tal...). Pero ese mismo ingenio inicial acaba abrazando la convencionalidad más hollywoodiense en su último tercio, donde se rinde al paladar del espectador menos exigente. Aún así, para no desdeñar en absoluto. Segunda incursión, casi consecutiva, de Tom Cruise en la sci-fi tras la visualmente impresionante y medianamente interesante Oblivion.

• Testigo accidental (The narrow margin, Peter Hyams, 1990): rudimentario, alimenticio y cutre remake del ejemplar thriller The narrow margin, uno de los primeros y más aplaudidos films de Richard Fleischer, que aquí se traduce en una anodina intriga criminal en la cual un abogado (Gene Hackman) debe proteger, a bordo de un tren en marcha, a una testigo (Anne Archer) del asesinato de un hombre a manos de un jefe del crimen organizado. Momentos estúpidos como el forcejeo entre Hackman y uno de los matones con pistola de juguete de por medio y la última mueca del protagonista, la cual cierra el film, quitan credibilidad a un film que ya de por sí presenta pocos estímulos para su visionado.  Vulgar hasta rozar la carencia absoluta de valor, proveniente de un realizador olvidado pero con cierto cartel años ha, el cual presenta en su haber interesantes trabajos de ciencia-ficción (Capricornio uno, Atmósfera cero) y algún entretenido actioner fantástico (El fin de los días)

• Desafío total (Total recall, Len Wiseman, 2012): segunda adaptación de Podemos recordarlo todo por usted al por mayor de Phillip K.Dick, o nueva y muy digital-y de diseño- versión de aquél exitoso y capital film de acción/ ciencia-ficción de un muy inspirado Paul Verhoeven con un Schwarzenegger en la cúspide de su popularidad. Curiosamente toma como punto de referencia visual otro clásico (esta vez, más cercano a la metafísica y a la reflexión) del género como Blade runner (Ridley Scott, 1982). Evidentemente impersonal, regala no obstante puntuales momentos de verdadero aplauso y dos horas de buen entretenimiento  especialmente para el público que desconoce la anterior versión, a pesar de su bajón en su confuso último tercio.

• Spring breakers (Harmony Korine, 2013): especie de postmoderno y pop-art documental, que juega con el tan americano descenso a los infiernos y a una pesadilla (que no sueño) llena de sexo (por momentos cercano al porno a pesar de contar con auténticas celebrities como protagonistas), drogas y alcohol, sobre cómo los jóvenes norteamericanos se divierten durante lo equivalente a las vacaciones de Semana Santa en nuestro país. A pesar de algunos momentos explícitos, así como de su formidable, virtuoso e hipervitaminado look visual, y de mostrar cierta valentía en ocasiones e imágenes puntuales, en su último tercio pesa su blandeza. Su autor fue guionista de algunos de los trabajos más reconocibles de Ken Park, como Kids y Ken Park, obras en las que el sexo tenía una importancia notable.

• The addiction (Abel Ferrara, 1995): difícil y fascinante alegoría sobre la adicción (a la sangre), posee una malsana atmósfera plasmada en un B/N magistral. Presenta a una estudiante de filosofía la cual es mordida por una vampira, lo cual transformará su forma de entender la vida. Con un tono ciertamente metafísico y de ritmo algo lento pese a que sólo dura unos 80 minutos, supone una inteligente e inusual aproximación al vampirismo por parte de un Ferrara notablemente inspirado. Debe verse más de una vez para poder saborearla.

• Her (Spike Jonze, 2014): comedia dramático-romántica con premisa de ciencia-ficción: un hombre (Joaquim Phoenix) se enamora del sistema operativo de su operador, interpretado por la voz de Scarlett Johansson y la cual acabará teniendo conciencia y sentimientos más allá de los utilizados para su programación. Jonze vuelve a despachar un trabajo de una originalidad extrema, además de plantear en esta ocasión una más que razonable, ampliamente plausible y magnífica parábola sobre cómo de incomunicados estamos en un mundo precisamente ultracomunicado, usando elementos y etapas normales y corrientes dentro de una relación, otra vez normal y corriente, de pareja. Resulta estética y visualmente arrebatadora con esos tonos tan de pastel que recuerdan a discos de rock indie, acaba abrazando la melancolía y el pesimismo. Magnífica.

• Don Jon (Joseph Gordon-Levitt, 2013): plausible tragicomedia con obvio mensaje moral cuyo mayor acierto reside en su antropológico guión y su sentido de la observación del comportamiento y la naturaleza humanos. Ópera prima de un actor venido a más estos últimos años (Origen, Looper, El caballero oscuro: la leyenda renace), quien interpreta a un típico narcisista únicamente preocupado por sus músculos, por borrar el historial de su navegador de internet y por tirarse a una tía distinta cada vez que sale de juerga (ejemplarizadas en la impresionante Scarlett Johansson, la cual hace de choni buenorra), pero que se acabará enamorando de una mujer de vuelta de todo y la cual le hará ver las cosas de distinta manera. Tierna a la vez que incisiva, su muy repetitivo canon estructural añade frescura a un género, el romántico, en clara cuesta abajo. Recomendable.

• Una terapia peligrosa (Analyze this, Harold Ramis, 1999): realizada por uno de los directores que mejor ha entendido la comedia moderna, tanto en su rama tonta (la desternillante Las vacaciones de una chiflada familia americana- National lampoon’s vacation, 1983) así como la más ingeniosa (Atrapado en el tiempo- Groundhog day, 1993), resulta un modélico ejemplo contemporánea de cómo hacer reír. Gratamente imaginativa, cuenta la relación entre un jefe de la mafia neoyorquina (un como siempre histriónico de Niro, cuyo personaje padece repentinos cambios de humor que le impiden hacer bien su trabajo) y su psiquiatra, los cuales mantendrán una relación de amor-odio. De admirable ritmo y extremadamente divertida, hilarante en ocasiones. La química entre la pareja protagonista es otro de sus mayores triunfos.