Revista Ciclismo

Preparando un triatlón blanco. Hoy: la bicicleta.

Por Rafael @merkabici

La llegada del invierno trae consigo un cambio en los parámetros de entrenamiento y competición para los aficionados a la bicicleta. El mal tiempo, la lluvia y la nieve hacen su aparición, y con ellos se pueden salir cada vez menos días a rodar por la carretera, y los cicloturistas debemos buscar alternativas para no perder nuestra (depauperada) forma física.

Pero la llegada del invierno también acarrea la aparición estacional de unas pruebas particulares que solamente pueden celebrarse con frio y que gozaron de una enorme popularidad en los años ochenta: los triatlones blancos. Hoy seguramente han caído en su fama, pero lo cierto es que aun siguen disputándose un buen puñado de ellos por toda la geografía española, por lo que vamos a intentar contarte, en unos pocos artículos, todo lo que necesitas saber para enfrentarte a este reto sin quedarte por completo helado…

Y es que cuando hablamos de un triatlón blanco lo hacemos de una disciplina que combina tres deportes diferentes: carrera a pie y ciclismo, como en cualquier triatlón, y (aquí viene la novedad) esquí de fondo. Por ello nos e parece en nada al resto de triatlones, ya que aquí hay que tener gran manejo de una disciplina tan específica y técnica como es el esquí. Por eso, además, sus recorridos suelen estar muy mediatizados.

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Mediatizados en el sentido de que normalmente se comienza con la prueba de carera a pie (unos cinco o diez kilómetros) para luego acometer el sector de bicicleta, que habitualmente resulta ser el ascenso continuado hasta un puerto donde haya una estación de esquí en su cima. Una vez llegados a la misma debemos afrontar el último tramo, con los esquís como protagonistas.

Esta especial disposición tiene cierta importancia en la bicicleta que montemos para afrontar la prueba. Lo primero que debemos de decir es que la misma podrá ser totalmente normal, ya que no necesitamos nada especial para coronar un puerto de montaña. Es decir, seguramente no necesitemos ni manillar de triatleta (ya que no habrá tramo llano donde aprovecharlo y tampoco desarrollaremos velocidades lo suficientemente altas en subida como para que sea elemento diferenciador), ni otro tipo de parafernalia como casco de contrarrelojista o ruedas lenticulares.

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Eso sí, podrás intentar adaptar tu maquina al recorrido particular que te espera y así conseguir un mayor rendimiento. A lo mejor era un buen momento para quitar tu plato grande de 52 dientes y cambiarlo por uno de 46, para así poder subir el máximo tiempo posible arrastrando plato y de esa forma tener una mayor posibilidad de jugar con los piñones, donde también podrás descartar los más pequeños para que no haya tanto salto en la cadena y tus cambios vayan más suaves.

Por último intenta llevar tus ruedas hinchadas a tope, puesto que de esta forma conseguirás que toda tu fuerza se transita de la pedalada al asfalto. Eso sí, en caso de que haya nieve en la carretera o curvas peligrosas no tomes esta decisión, porque podría hacer que tu bici se hiciera algo incontrolable.


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