Revista Ciclismo

Presencia abusiva del coche en la ciudad a escala global

Por Carlosr

Presencia abusiva coche ciudad escala global

Contaminación ética – Desde Gijón y en bicicleta

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Desde que el coche apareciera sobre la faz de las ciudades, se ha enseñoreado del espacio público y ha ido configurando la ciudad a imagen de sus necesidades crecientes de espacio y conectividad creando una espiral negativa de expansión de las urbes, necesidad de transporte, creación de infraestructuras, saturación, más expansión y vuelta a empezar.

Las soluciones clásicas basadas en la actuación sobre la demanda de transporte con la creación de más infraestructuras hace mucho tiempo que es largamente contestada por los expertos en movilidad y urbanismo sostenible: “si haces ciudades para los coches, obtendrás coches y saturación”. El algoritmo es tan simple como la dinámica de los fluidos gaseosos.

¿Qué ocurre para que sean desoídas estas voces autorizadas? ¿Por qué se mantiene un status quo urbano en el que se prioriza al vehículo privado motorizado (VPM) frente a otros modos de movilidad y otros usos del espacio público? Quizás la respuesta no sea fácil pero las pistas son inequívocas.

El VPM es receptor de inmensas cantidades de dinero público invertido en infraestructuras exclusivamente a su servicio, en planes de renovación de la flota (ayudas directas a los compradores de VPM nuevos) o directamente tirado en subsidiar los combustibles. ¿Existe alguna contestación social a esta realidad? No. ¿Sería esperable? Pues debería ya que beneficia exclusivamente a aquellos que por su nivel de renta pueden permitirse comprar/disponer/usar un VPM mientras que estos imputs y las externalidades los pagamos todos.

Vamos a buscar un paralelismo en el caso de la enseñanza concertada: el estado subsidia una serie de centros de enseñanza privada que son usados por un 25% de los estudiantes de primaria y secundaria que sólo pagan el 37% de sus costes educativos. Con los impuestos de todos se aportan el 57% de los ingresos de estos centros en manos privadas que no aportan ninguna eficiencia al sistema ya que hay informes que indican que no hay ahorros para el Estado con esta transferencia. ¿Cual es la diferencia? Pues precisamente que existe contestación social al modelo: existe todo un movimiento de defensa de la enseñanza pública, programas políticos contrarios a la enseñanza concertada, sucesivas leyes educativas (LOSE, LOGSE, etc.) que han dado un tratamiento distinto a los centros privados en función de la consideración hacia lo público de los legisladores.

¿Dónde está esa contestación al modelo hegemónico del vehículo privado motorizado desde el poder político? Pues en la mayoría de los casos, a lo sumo, ornando los programas electorales en el apartado de “promesas-a-no-cumplir”… salvo algunas honrosas excepciones que son motivo de sesudo estudio e hipócrita admiración.

Los intereses en juego

Podríamos encontrar la respuesta en aquellos intereses, sectores e industrias que se benefician del auge del automóvil. Voy a enumerar sumariamente a los principales:

  • Los países productores de petróleo: Cómo indica esta esclarecedora infografía, si exceptuamos quizás a USA, China y Rusia, los países productores tienen unas necesidades energéticas muy inferiores a su producción y sus balanzas comerciales dependen totalmente de la venta de crudo. Estos países están interesados en un panorama mundial adicto al petróleo y la movilidad personal de los países ricos basada en el VPM es básica.

  • La compañías petrolíferas: quizás el mayor beneficiado. Acumulan un gran poder político y económico al que no van a renunciar bajo ningún concepto. A nivel ideológico, por ejemplo, REPSOL se presenta como un motivo de orgullo nacional por su gran tamaño y lucha por mantener una fuerte influencia social engrasada con petrodólares por medio de patrocinios, etc.

  • La industria automovilística, cómo no. La venta de automóviles nuevos es una noticia de portada en todos los medios, mes a mes. Es el indicador de bonanza económica por excelencia en la cultura occidental. Cuando la demanda se resiente, el Estado acude con planes de renovación de la flota para reactivarla. Cuando la venta es boyante, también. Estudios determinan que el gasto en el mantenimiento de esta industria artificialmente es menor que los beneficios a la sociedad y que sería más barato mantener en casa a todos esos “trabajadores en peligro” que se exhiben cuando alguien habla de cambiar las prioridades en el reparto modal a escala nacional.

  • El lobby asegurador. El sector asegurador representa el 5,5% del PIB español y cuenta en la actualidad con 89.000 mediadores. La mayor parte de los seguros que se comercializan en España son opcionales y pocos son obligatorios pero no ocurre esto con el automóvil. Así, el negocio es enorme y además muy bien diversificado, amplio en gama y profundo en clientela potencial. No contentos con el negocio, continuamente avisan de que el ramo del seguro de automóvil no es rentable y amenazan con subidas en las primas. Fácil de hacer con un mercado cautivo. Ningún interés en reducir el número de automóviles… aunque hay un interesante negocio en que la gente posea coches y no los usen: el seguro es obligatorio aunque no se use y la siniestralidad disminuye.

A estos podríamos añadir una lista larga de “compañeros de viaje” como las empresas constructoras de infraestructuras, el gremio de autoescuelas, etc. etc. Muchos, muchísimos interesados, por ejemplo, en hacer funcionar el sistema de puertas giratorias que aleja cualquier atisbo de solución a medio plazo.

La ciudad global en la encrucijada

El panorama es poco alentador. Enfrentados a estas fuerzas “inmovilistas” (valga el oximoron) y sus  políticos encantadores de serpientes ¿cómo afrontar el reto de la sostenibilidad a escala global? La escala urbana es sin duda el nivel donde se jugará el gran juego de la sostenibilidad global ambiental, económica y social.

Yo observo dos modelos:

  • Los mercados maduros para el sector automovilístico: los países más desarrollados mantienen el protagonismo del coche en la ciudad mientras surgen lentamente experiencias de inversión de la pirámide de la movilidad urbana.

  • Los mercados jóvenes para el sector automovilístico: en los países en vías de desarrollo o los que están creciendo a tasas aceleradas (por ejemplo China e India) el panorama es de aumento de la motorización y creciente dependencia de los combustibles fósiles para la movilidad personal.

Esto significa que a nivel mundial, un tanto por ciento elevadísimo de la población está aún recorriendo el camino del consumo insostenible (el 40% de la población mundial contando sólo India y China). Ligado a procesos de creciente urbanización, crecimiento económico y aumento de la renta disponible en las familias, la cultura del VPM occidental dominante se está apropiando de las ciudades y la bicicleta (o la moto) que eran los principales modos de transporte hasta ahora, están siendo abandonadas por unos ciudadanos que, en busca de status y reconocimiento social, acceden a la propiedad de un VPM.

Y en estas magnitudes el aumento del consumo de combustibles fósiles y materias primas asociado a este aumento de motorización plantea un escenario catastrófico que no puede ser fácilmente compensado con avances tecnológicos a nivel global.

Por tanto, si hablamos en términos de tanto por ciento de la población expuesta, creo que vamos a vamos a ver un empeoramiento de los parámetros de salud en las ciudades a nivel global. Lo vemos todos los días en las noticias sobre China (nunca lo suficientemente objetivas eso es verdad). Ciudades saturadas, colapsadas por el tráfico, envueltas en un manto de partículas en suspensión y gases nocivos producto de una actividad industrial sin control de emisiones y el aumento descontrolado del VPM.

Y es de esperar que las condiciones de seguridad vial no mejoren sino que empeoren por todo lo expuesto.

Creo que a estas alturas no es una revelación que muchas de las principales causas de muerte en la década anterior tienen una relación directa o indirecta con el uso irracional del vehículo privado motorizado. No nos engañemos: el panorama que describía yo en “Muerte enlatada” se va a agudizar en los próximos años.


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