Revista Opinión

Presente perfecto

Publicado el 25 noviembre 2011 por Carmentxu

Ya sería triste que, en los últimos días del hundimiento, el Gobierno pusiera la guinda a una gestión más parecida a lo nefasto que a otra cosa con la aprobación de la Ley Sinde. Hoy podría entrar en el orden del día del consejo de ministros. Cultura lo desmiente, pero todo es posible aquí y ahora. Lo peor es que las medidas de ajuste, los recortes, las que ya están en la mesa y las que quedan por venir, son impuestas por una clase política rebajada a la categoría de bono basura que parece no tener ni idea de lo que están haciendo ni tampoco parecen saber hacia dónde se dirige. Sólo se empeñan y empañan en seguir un camino, el de la austeridad, dejando atrás atajos y vías alternativas tomados en su día por Islandia, Latinoamérica o Japón, que ve con desasosiego cómo Europa no ha aprendido nada de su triste experiencia ni ha extraído ninguna valiosa enseñanza.
El estado del bienestar, que apenas habíamos empezado a disfrutar en pequeñas dosis que ya esbozaban el paraíso, ha sido (y aún podemos hablar en presente perfecto) sólo un ensayo general del que tienen otros países del norte de Europa, cuya inversión en sanidad, educación o servicios sociales es mucho mayor. ¿Dónde está, entonces, la diferencia? ¿Por qué para nosotros resulta insostenible, según nos cuentan? La respuesta no anda tampoco muy lejos y los números no engañan. En España, el fraude fiscal alcanza los 44.000 millones de euros según los técnicos de la Agencia Tributaria. Y, si no se ataja ni se pone la voluntad política y los recursos necesarios, dentro de poco hablaremos del estado del bienestar como del sueño de una noche de verano.


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