Revista Opinión

Príapos de pacotilla. La tragedia de una vida vulgar.

Publicado el 20 enero 2011 por Romanas
Príapos de pacotilla. La tragedia de una vida vulgar.
En un chat, hay lo que hay, un conjunto de lúbricas señoras que buscan ardientemente un buen macho pero, claro, también está la consiguiente frustración porque un buen macho nunca se halla, es imposible, en un chat, en un sitio de éstos, sólo se encuentran machitos frustrados, individuos incapaces de buscar, en la dura lucha de la vida, un buen apaño, o sea, que estas reuniones no son sino una especie de baile de los vampiros sólo que con tinta en lugar de sangre.Todas estas hetairas, furiosamente vocacionales, sueñan con lo que estos Priapos fantasmales blanden teóricamente, a lo ancho y a lo largo de estas obscenas páginas, pues es de sobra sabido aquello de dime de lo que presumes y te diré de lo que careces.De modo que asistimos allí a una orgía fantasmal en la que los ¿caballeros? hablan continuamente del tamaño de sus penes que, en la mayoría de los casos, son ya inexistentes por la dura tarea del abuso alcohólico o por las operaciones de próstata, mientras que ellas fingen delirios políticos cuando lo que buscan desesperadamente es precisamente aquello que como decimos ellos ya no tienen.Es, pues, el baile de la perpetua frustración: ellas rizan el rizo de las más feroces diatribas sociales como diciéndole a los frustrados machos lo que serían capaces de hacerles si éstos se atrevieran a pronunciarse, pero ellos dan continuamente un paso atrás,asustados por la apabullante ferocidad sexual de estas mujeres no sólo exasperadamente lúbricas, sino también evidentemente insatisfechas en sus propios hogares-ojo, caballeros, que la teoría no es mía sino del ínclito y cuasi confesante Malditos Payasos-.No se trata de otra cosa, amigos, que de una inmensa insatisfacción sexual que todos ellos intentan sublimar de la única manera que pueden, escribiendo continuamente de falsa política,  por supuesto nada esencialmente distinto a lo que sucede en los otros chats, y hay que reconocer que lo llevan no sólo con resignación sino incluso con verdadera indignidad.Por eso, ellas se odian fraternalmente a muerte y se enganchan, casi todos los días, en esas específicas peleas femeninas en las que todo se reduce a unas pocas palabras infinitamente repetidas hasta la saciedad: “tú no eres sino una vieja prostituta insatisfecha y tú, más”.Y así, pasan los días y las noches, porque también escriben mucho en sus desesperadas veladas de hembras insatisfechas, mientra unas acarician repugnantes animales faliformes y las más le pegan al alcohol y a las drogas, más o menos como casi todo el mundo, porque, en el fondo, sólo se trata de eso, de sobrevivir como se puede a la tragedia de una vida vulgar.

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