Revista Cultura y Ocio

Primera lectura de Febrero

Publicado el 02 febrero 2012 por Ou88 @galletita


Primera lectura de Febrero
“Kitchen” es una hermosa novela, y el primer libro de la japonesa Mahoko “Banana” Yoshimoto, ganadora del premio Newcomer Writers en 1987, cuando todavía era estudiante universitaria, y el Izumi Kyoka en 1989.

Mahoko nos cuenta dos historias hermosas, una dividida en los primeros dos capítulos -“Kitchen” y “Luna llena”- y otra titulada “Moonlight Shadow”. En estos tres capítulos conocemos las vidas de varios personajes como Shu, Urara, Hitoshi, Mikage, Eriko, Yûichi, y lo que los conecta: la pérdida de un ser querido.
Banana escribió este libro en 1988, cuando trabajaba como camarera en un restaurante de un club de golf, lo que no me sorprende luego de haber leído esta historia. Dicen que muchos escritores reflejan sus gustos e intereses en los de sus personajes, por lo que no me resulta difícil adivinar ciertos gustos de Yoshimoto; creo que le gusta la cocina casi tanto como le gusta escribir. En su historia, como en varias de Haruki Murakami, son muchos los párrafos sobre comida y cocciones. Y me pasó con ambos escritores el sentir esa apreciación que tienen por la cocina como una parte importante de detallar en sus escritos, al punto de describir las preparaciones de varias comidas punto por punto como un ritual.
Mikage Sakurai es una chica de no más de 20 años que siente una locura tremenda por la preparación de platos japoneses y extranjeros y por la cocina, estructuralmente hablando, en sí.
Cuando empieza a contar cómo poco a poco fue perdiendo a sus familiares hasta quedarse huérfana, les confía a sus lectores que en ese pequeño espacio de la casa, donde no siempre los artefactos y el ambiente suelen estar muy limpios, ella puede calmar sus tristezas, al menos hasta quedarse dormida.
“El zumbido de la nevera me protegía de los pensamientos de soledad. Allí, la noche, larga, pasó bastante sosegada y llegó la mañana.”
Los días de la señorita Sakurai se vuelven menos melancólicos cuando una tarde de primavera Yüichi Tanabe, un chico un año menor que ella, toca a su puerta y le propone vivir con él y su madre. Luego de pensarlo mucho y puesto que debía mudarse cuanto antes de aquella casa tan grande porque no contaba con mucho dinero para mantener el alquiler, acepta la proposición de la familia Tanabe.
Lo que acontece durante los seis meses en los que ella convive con Eriko y Yûichi, es narrado tan sentimentalmente, y en párrafos cortos que no suelen pasar de las 5 líneas, que hasta puede sentirse que este libro es una extensa poesía.
“Asintiendo con la cabeza, di unas vueltas mirándolo todo. Era una buena cocina. Me enamoré sólo con verla.
Cuando volví a sentarme en el sofá, me trajo un té caliente.
Estar frente a alguien que apenas conocía, y en su casa, me hizo sentir que no tenía a nadie en el mundo.
Veía mi imagen reflejada en el gran cristal en el que la noche iba difuminando cada vez más el paisaje nocturno mojado por la lluvia.
No había nadie en el mundo de mi misma sangre, y, así, me era posible ir a cualquier lugar y hacer cualquier cosa. Era magnífico.”
Mikage trata de superar la muerte de su abuela y ese sentimiento de soledad y de no pertenencia en el mundo, y a pesar de que le cuesta mucho, es capaz de seguir adelante y abrir su corazón a la familia que, de alguna manera, la adoptó.
Los diálogos son tan lindos como la narración de Mikage. De todos, mi dialogo favorito es el siguiente:
“—Me he comportado de una manera vergonzosa. La próxima vez que nos veamos, te demostraré que soy un hombre, que soy fuerte.
Yüichi también sonrió.
— ¿Partirás un listín de teléfonos ante mis ojos?
—Eso, eso. O levantaré una bicicleta y la arrojaré lejos.
—O empujarás un camión y lo lanzarás contra la pared.
—Eso es una salvajada.”
Ambas historias tienen sus particularidades. En la primera, la madre de Yûichi, Eriko, es en verdad su padre que luego de la muerte de su esposa debido a un cáncer, decide hacerse varias cirugías y convertirse en mujer. Y en la segunda, en donde la voz narradora es la de Satsuki, una joven de 20 años que pierde a Hitoshi, su novio hace 4 años, un gran y conmovedor detalle japonés le da el cierre perfecto a este libro que si bien relata las vidas de personas que perdieron a sus seres más queridos nos muestra también como se sobreponen a tan dolorosa situación gracias al cariño, la amistad y el tiempo.
Esta, que es mi primera lectura de febrero, pasa a ser inmediatamente una de mis favoritas dentro de la literatura japonesa y mi primera recomendación del mes. ¡Léanla y que la disfruten!


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