Revista Diario

Primera noche en Nagaland

Por Javixas

Primera noche en Nagaland

 

Son las 11 de la noche, miro por la ventana y veo pequeñas luces a lo lejos en la montaña, se mueven, son antorchas de bambú. Hay por lo menos 20 en distintos puntos de la montaña.

 

Acaba de granizar. Cada gota de granizo es de aproximadamente medio centímetro de diámetro y están rompiendo el techo de la choza de bambú donde pasaré los próximos días. No hay electricidad, y no se espera hasta por lo menos pasados 4 días, así que la luz de las velas ilumina esta noche fría y ventosa.


Estoy en la cima de una montaña, con la tribu con la que conviviré mis próximas semanas, quizás meses. Son los Konyas, los caza-cabezas, los de la cara y cuerpo tatuados con pigmentos naturales y palos de bambú. Empezaré desde el principio, porque esta historia va a ser larga, y espero que interesante, y por lo que llevo visto (que apenas han sido horas) va a ser una aventura fascinante.


 Todo empieza al llegar a un aeropuerto donde tu avión es el único aparato con alas. Donde la terminal, apenas es una choza. Donde las maletas casi no corren en cinta sino que son depositadas en una sala. Estamos en Jorhat, provincia de Assam. La llegada al noreste de India me decepciona en parte: espero encontrar algo distinto y encuentro más de lo mismo. Pero se que cambiará.

 

En el aeropuerto Phejin, amiga mía de la tribu Konyak, nos recoge a Ionut, un rumano, y a mi. Y empieza nuestra perenigración desde Jorhat hasta Nagaland, nos lleva dos días llegar, buses, más buses, taxi. Hasta llegar a la frontera de este estado. Un estado indio formado por tribus, donde las leyes tribales prevalecen sobre las estatales indias, donde el permiso para permanecer en el estado es de sólo de 10 días.

 

En la frontera de este estado para el taxi, ya que no puede pasar y tenemos que coger otro, un taxi de Nagaland. Más bien es un jeep, que nos lleva por montañas durante dos horas hasta llegar a Shiyong. El pueblo de Phejin. Acogida increíble por su familia, su padre, jefe de la tribu está acogiendo audiencia en su casa con distintos miembros del pueblo, discutiendo sobre asuntos de dinero, tierras, negocios, todo alrededor del fuego de la cocina. Esa es mi bienvenida!


Primera noche en Nagaland

De camino a Nagaland

 

Una cena espectacular, con las verduras de la huerta, arroz de las plantaciones y té del campo, todo cultivado por ellos mismos. He llegado de noche al pueblo, como dije, no hay luz. Llueve o graniza a ratos, y los tambores suenan de fondo (aun no entiendo de donde pero pronto lo comprobare), anunciando la llegada de la primavera. Y esa es la principal razón que he tenido para venir aquí. La fiestra trival de los Konyaks, su fiesta de 7 días, Aoling Festival. A la que tengo el honor de asistir, y vosotros, si queréis, de seguir.

 

Aprenderemos de una cultura de tribus de guerreros, pero que a la vez, son capaces de acoger y tratar como nadie a sus huéspedes. Habalremos de la última tribu que salía a la caza de cabezas. En efecto, cabezas de tribus enemigas como trofeos. De una tribu de traficantes, de opio y de munición. Donde todos tienen armas, y donde todos saben utilizarlas. Una tribu de cazadores. De carnívoros. Ya no es India. Ahora estamos en Nagaland. Vamos a estar con los Konyaks.

 

Y aunque sera difícil, intentare no exoticarlo demasiado, porque mas que caras tatuadas, guerreros y cazadores, han sido mi “familia” estas ultimas semanas.


 


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