Dudar para existir, cuando Dios es un ludópata que juega a los dados, no nos quedan muchas más opciones. Vicente Velasco acepta compartir el tapete del destino, y convertirse en un demiurgo moderno con unos versos que nos acogen como planetas arrastrados por una gravedad que nos hace implosionar o al menos prestar atención a los pájaros que revolotean sobre nuestras cabezas. Estos versos largos son a ratos un bramido de amargura, sobre todo cuando llega el momento en que el poeta, y el hombre, ajusta cuentas y se traduce a sí mismo.
Principio de gravedad. Vicente Velasco.Balduque. Cartagena 2015. 80 págs. 11 euros.(LA VERDAD, "ABABOL", 4/7/2015)