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Prólogo de James Ellroy a Hollywood Station

Publicado el 29 noviembre 2009 por Aramys

Prólogo de James Ellroy a Hollywood Station

Sigo, después de la novela de Willy Uribe, con el género negro. En esta ocasión estoy leyendo una novela que hace ya tiempo que tenía ganas de leer, Hollywood Station de Joseph Wambaugh. Salio hace ya  tiempo, pero la edición de rustica era para mi gusto muy delicada, con un color crema mate que se manchaba con mucha facilidad, además de que valía una pasta. Hace pocos días me cruce con la edición en bolsillo de Verticales de bolsillo, y me hice con ella.

Lo que quiero comentaros en esta entrada no es la novela, eso vendrá mas adelante, quiero comentaros el prólogo de la novela, a cargo de James Ellroy.

Un señor prologo de 35 paginas en las que Ellroy le cuenta a Wambaugh, a los lectores, una parte de su juventud, sobre los 25 años, era el año 1973. Una pequeña historia de delitos menores: robos, allanamientos de morada, drogas, consumo de alcohol y vagabundeo. Ellroy explica su pasión por la lectura, por la lectura de novelas policíacas que robaba en las librerías de Hollywood. Como vivía en pequeños contenedores para ropa usada que las ONG tenían distribuidos por toda la ciudad y como lo detenían por vivir ahí una y otra vez. Nos cuenta sus entradas y salidas de prisión por estos pequeños delitos. Nos cuenta como se cuela en casas de chicas guapas para robarles la ropa interior, como sale adelante para luego volver a caer en el tráfico de drogas a pequeña escala, o como suceden a su alrededor los disturbios de Watts.

Mientras sucede todo esto, Ellroy nos cuenta paralelamente como conoce las novelas de Wambaugh y como estas le cambian la vida, le hacen ver su mala vida. Unos pequeños ejemplos bastante explícitos:

Incendio mi mundo mental. Me devolvió a la muerte de mi madre y a todas las paradas intermedias. Volví a leer el libro. Asimile el saber de Wambaugh. Encajaba con el mío y me daba una visión del lado oscuro de la luna. No podía esquivar del todo su fuerza moral. Yo violaba por costumbre las bases del orden social que Wambaugh expresaba con elocuencia.

La narración va hacia delante y hacia atrás, incluso nos habla de cuando era niño y asesinaron a su madre. Ellroy acaba mostrando su admiración por Wambaugh sin tapujos y le concede un don como escritor, además le agradece haber liberado toda la ira y la rabia contenida en su interior. Un prologo al mas puro estilo Ellroy, sin pelos en la lengua y directo como un gancho de derechas.


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