(Dirigido por Ridley Scott – USA
2012)
La muerte no nos roba los seres
amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La
vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente.
Francois Mauriac
Elizabeth Shaw (Noomi Rapace) es una
científica que lleva grabada en su memoria el día que conversó con su padre
acerca de la muerte. Como toda niña curiosa y ansiosa por aprender le hizo
varias preguntas y repreguntas, a las cuales su amado padre respondió una por
una. Elizabeth se quedó con algo: Lo importante es creer. Si una persona piensa
que luego de la muerte viene el Paraíso, bueno que crea en aquello pero que
nunca pierda esa visión. Otros van a pensar de distinta manera, igual es lo que
ellos creen. El respeto por lo que piensan siempre debe existir entre los seres
humanos.
Con los años y ya convertida en
científica Elizabeth forma parte de una expedición el año 2093, a bordo de la
nave Prometeo, con el propósito de responder a la pregunta de dónde venimos y
también, quien sabe, hacia donde vamos luego de morir. Si bien sus preguntas
son bien existencialistas (filosóficas), tiene en su novio Charlie Holloway
(Logan Marshall-Green) y en un grupo de ingenieros y científicos personas que
también quieren resolver las mismas dudas. Existe también un robot llamado
David (Michael Fassbender) que acompaña
a estos seres humanos. Lo que no saben los tripulantes son los secretos que
guarda David, a primera vista no parece ingenuo, aparentemente no tan
astuto. Pero hay que tener en cuenta que
si los seres humanos son una caja de sorpresas, igual los robots también, al
fin y al cabo fueron inventados por los humanos.
La
película de Ridley Scott nos lleva a pensar en nosotros, los seres humanos,
como nos vamos conduciendo actualmente, lo cual nos está llevando a hacernos
preguntas acerca del fin del mundo, que no es otra cosa que preguntarnos acerca
de nuestra propia muerte. Nadie quiere
morir, pero hay que aceptar que es parte de la vida: nacer, crecer, reproducirse
y finalmente morir. Por otro lado hoy en día que se pierden cada día más y más
los valores, ya es momento también de preguntarnos: ¿Qué estoy haciendo yo por
recuperar esos valores? Algo, mucho, nada, pueden ser respuestas. Que no queden
tantas preguntas en el aire y pasemos a la acción prontamente, en el sentido de
una vez respondidas nuestras preguntas hacer algo por el mundo y mejorarlo.
Equilibrar el idealismo con el pragmatismo. Pensar en algo bueno para luego
hacerlo mucho mejor.