Revista Viajes

Próxima Estación: LINARES-BAEZA (II)

Por Enviado Del 74 @enviado74
Próxima Estación: LINARES-BAEZA (II)“Uno de los encantos del pueblo era merodear como un ratón buscando una libra de queso en sus calles: los tenderos al vernos pasar, saludaban como si te conocieran de toda la vida. Recuerdo ir al lado de mis primos, otras veces a lado de mi abuela a hacer pequeñas compras; se respiraba un olor mañanero distinto, a Villa de Linares.”Ir al mercadillo era rústico y necesario. El dicho de bueno, bonito y barato más que marroquí parece nacido de allí. Los martes y los viernes, doscientos veinticinco puestos nada más y nada menos, daban y siguen dando cobijo a las miles almas que se congregan en la calle de Eriazos de la Virgen, a uno de sus costados delPaseo de Linarejos.Independientemente de lo bonito que es poder pasear tranquilo, por un paseo amplio y con bancos con grandes placas de cerámica publicitaria para descansar, viejas palmeras, con una carretera a izquierda y derecha de una sola dirección y sin problemas para el disfrute de los pequeños (y la tranquilidad de sus mayores), debemos conocer tres lugares:Próxima Estación: LINARES-BAEZA (II)Churrería Merche “La Palotes”, donde sirven los mejores churros del continente; con un buen chocolate o café de máquina calientes. Para saborearlo tiene una pega: hay que sacar número como en la frutería. Pero merecerá la pena una foto con los dedos pringosos y el bigote de cacao. ¿Dónde? Lo encontraréis al lado de la Estación de Madrid.Próxima Estación: LINARES-BAEZA (II)La antigua Estación del Tren de Madrid y su Centro de Interpretación de la Minería, también las encontraremos en este amplio e interesante Paseo de Linarejos.Próxima Estación: LINARES-BAEZA (II)El Santuario del Paseo de Linarejos, donde encontraremos a la patrona de la ciudad. Es un edificio barroco construido a mediados del siglo XVII. En la actualidad está bajo el cuidado de una comunidad de monjes franciscanos. El Santuario tiene también magníficos frescos policromados que decoran los muros y bóvedas. No os lo podéis perder, lo encontraremos al final del paseo.<Volviendo a la calle Cervantes del año 1.986…>“La portezuela del portal de mi abuela materna era de hierro forjado lacado en negro y con un pequeño escalón de piedra a la romana, que había que salvar para entrar a un portal antiguo que te llevaba con la imaginación cincuenta años atrás. Un tercero sin ascensor con dos bajos a cada lado, habitados en un patio interior muy amplio con un techo donde penetraba la luz a cualquier rincón de aquel lugar. Tenía anchas y angostas escalinatas de cerámica amarillenta, desgastada por el paso de los años.Resoplando llegabas a la cima como si del propio Everest se tratara; tocabas la barandilla de hierro y sabías que no debías apoyarte o serían tus últimas vacaciones (Prefiero el infarto continuado de la montaña rusa Los Picos de Europa).Su tosca puerta de madera, su rechinar dejaba ver un largo pasillo de izquierda a derecha que hacía las veces de “entradita”. La cocina era tan sencilla que aparte de los cuatro fogones, la campana era un abanico (¡Qué contento se pondría el butanero cada vez que tuviera que subir los tres pisos sin ascensor!) y a un lado el único baño para toda la casa, con media bañera con medio asiento, lavabo y w.c. que a su vez estaba separado por una pequeña cortinilla de plástico. Un tendedero de unos cuatro metros cuadrados con patio interior, hacía las veces de un aparente patio andaluz, pero en mitad de un Linares totalmente urbano.Próxima Estación: LINARES-BAEZA (II)Dando media vuelta y pasada una pequeña salita que hacía las veces de entradita te salían al paso dos habitaciones juntas sin ventanas, una de matrimonio y la otra de jovenzuelos madrileños que pasaban allí sus vacaciones.Al final del pasillo, el salón. Algo más grande que la habitación de matrimonio, con una mesa grande y redonda, y un brasero eléctrico en su interior. Enfrente una vieja televisión Elbe, eso sí a color. Justo a la izquierda de la televisión, una pequeña terraza con barrotes de hierro forjado a media altura donde te podías asomar de lado. A la derecha de la tele, el sofá marrón que había a la derecha, hacía las veces de sofá-cama, y allí dormía yo… yo y mis dos primos del alma, con los que tan buenos ratos he pasado con la PlayStation I que nos dejaba nuestro primo Juan Pedrín, con el que siempre sacaba unos minutos para disfrutar de su compañía. Por lo que dormir, dormir… no dormíamos mucho la verdad. Más bien nos hacíamos los dormidos cuando mi abuela se despertaba a las ocho de la mañana del día siguiente. La consola echaba humo y nuestros ojos ardían por unos minutos de descanso.”Aquel tren de asiento incómodo y estrecho, de revisores que pasaban a picar el billete cuando casi habías llegado al destino, era el preludio del bienestar. Antes de llegar a Linares-Baeza estaba la estación de Vilches(siempre tuvo fama de muy buenos aceites de oliva). Al fin Linares-Baeza.Próxima Estación: LINARES-BAEZA (II)“Todo aquello era mágico, era conseguir abrir la portezuela dura como el hierro (que lo era), intentar distinguir algo en aquella pequeña ventana biselada y bajar con tiento por esas tres escalerillas con salto final acrobático hasta llegar al suelo. Más de uno se caía en el intento con maleta incluida. A lo lejos una figura conocida me llamaba: abrazos, besos, caricias…, final de trayecto. Hoy no sólo veré a varios familiares en el día… también recorreré de nuevo las calles de mi segundo hogar que tan bien me conocen. Quién sabe, lo mismo el día de mañana pueda hablar de ellas y enseñar los encantos que en su día hubo y que hoy fue: una villa de mineros, una villa con origen romano y con gran legado de historia pasada y presente.”<Continuará…>

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