Revista Historia

“¡Puedo ver Leningrado y el mar!” – 11/09/1941.

Por Lupulox

“¡Puedo ver Leningrado y el mar!” – 11/09/1941.El General Krüger cerca de Leningrado.
Camaradas,
El 11 de septiembre ha amanecido, un brillante día de finales de verano que está destinado a ser una gran jornada para la 1ª División Panzer de Walter Krüger. El Coronel Westhoven, Comandante del 1º Regimiento de Infantería Motorizada y un experimentado líder de grupos de combate, ha dirigido su fuerza contra la Colina Calva en las Colinas Duderhof, ante las puertas de Leningrado. El ataque principal lo ha llevado a cabo el Comandante Eckinger con su infantería motorizada a bordo de sus transportes de personal blindados, el 1º Batallón del 113º Regimiento, reforzados por la 6ª Compañía del 1º Regimiento Panzer y un pelotón del 37º Batallón de Ingenieros Panzer, apoyados además por el 2º Batallón del 73º Regimiento de Artillería.
“¡Puedo ver Leningrado y el mar!” – 11/09/1941.Comandante Eckinger.
El Comandante Eckinger tiene la reputación de poseer un excepcional sentido del olfato. Literalmente, puede olisquear una buena oportunidad, intuir el lugar más favorable y, además, tiene el de ser capaz de reaccionar como un rayo y del liderazgo adaptable que ganan batallas.
“¡Puedo ver Leningrado y el mar!” – 11/09/1941.Posición defensiva soviética en lo alto de las Colinas Duderhof.
La planificación del asalto contra la Colina 167, en las Colinas Duderhof, es precisamente una de esas situaciones.  Ante ellos, los soviéticos están dispuestos a echar el resto. El General Zakharov, Comandante de la plaza, ha cumplido al pie de la letra las órdenes de Stalin y empleado todos los recursos disponibles. Para la defensa del centro ha organizado cinco brigadas de 10.000 hombres cada uno. A partir de los 300.000 obreros industriales de Leningrado ha constituido veinte divisiones de Milicias Rojas.  Estos legionarios de las fábricas continúan siendo trabajadores de armamento, pero al mismo tiempo son soldados - obreros en uniforme, disponibles para la acción militar en cualquier instante.
“¡Puedo ver Leningrado y el mar!” – 11/09/1941.Obreros militarizados desfilan por las calles de Leningrado hacia el frente.
Durante días y noches, sin descanso y con gran esfuerzo, soldados y civiles, incluidos niños, se han dedicado a construir un extenso sistema de defensas alrededor de la ciudad. Su característica principal la constituyen dos anillos de fortificaciones - las defensas exteriores e interiores.
“¡Puedo ver Leningrado y el mar!” – 11/09/1941.Obstáculos antitanque en las calles de Leningrado.
La más externa de la primera línea defensiva discurre en un semicírculo, a unas 25 millas del centro de la ciudad, desde Peterhof a través de Krasnogvardeysk hasta el Río Neva. La segunda línea defensiva o interior es un semicírculo de fortificaciones de considerable profundidad, a apenas 15 millas del centro de la ciudad, con las Colinas Duderhof como punto clave. El suburbio industrial de Kolpino y la antigua Tsarskoye Selo son sus piedras angulares.
“¡Puedo ver Leningrado y el mar!” – 11/09/1941.Milicias Rojas en sus puestos de tiro.  Fotografía obtenida en el día de ayer en la línea defensiva del Neva.
Precisamente era sobre las Colinas Duderhof, desde donde los Zares de Rusia solían contemplar las maniobras de los regimientos de Guardias de San Petersburgo. Los Guardias y los Zares han muerto hace mucho, pero su experiencia pervive en el Ejército Rojo: cada detalle del terreno, cada franja de bosque, cada arroyo, cada ruta de aproximación y todas las distancias se conocen con la mayor precisión. La artillería soviética posee el alcance exacto de todos los puntos principales en el terreno. En las posiciones de infantería, en las casamatas de hormigón y en los diques antitanque alrededor de las Colinas Duderhof, Zhdanov, el Zar Rojo de Leningrado, ha desplegado a sus Guardias - regimientos de choque, jóvenes comunistas fanáticos y los mejores batallones de la Milicia de Trabajadores de Leningrado.
“¡Puedo ver Leningrado y el mar!” – 11/09/1941.Columna motorizada alemana avanza hacia Leningrado.
Finalmente, los alemanes se han lanzado el ataque.  Mientras que el 1º Regimiento de Infantería Motorizada cubre el flanco al este, el 113º Regimiento de Infantería Motorizada avanza por la carretera a Duderhof y hace retroceder a los defensores rusos hacia el dique antintanque de la segunda línea. La infantería motorizada en vanguardia de Eckinger ha girado entonces hacia la derecha sumergiéndose entre los rusos que se baten en retirada y haciéndolos prisioneros. El Sargento Fritsch, con su pelotón de zapadores Panzer, ha atacado la gran trinchera antitanque, desbordado las defensas soviéticas que defienden el cruce, pasado al otro lado, impedido que los rusos lo volaran, y lo ha mantenido abierto para las unidades alemanas. Con la ayuda de escaleras de trincheras, los soldados alemanes han escalado las empinadas caras del dique a derecha e izquierda. A continuación han bajado vigas y tablones y creado nuevos cruces para el grueso de los Panzer y de los vehículos blindados de infantería que les pisan los talones. Las compañías del batallón de Eckinger ruedan hacia la línea de cabeza.
“¡Puedo ver Leningrado y el mar!” – 11/09/1941.Un Panzer y un semioruga destruidos quedan atrás.  El resto de vehículos continúa el avance.
En verdad que es un espectáculo emocionante. Sobre la punta de lanza del batallón, a medida que avanza a toda velocidad, rugen los Stukas del VIII Cuerpo Aéreo. Los Stukas se lanzan entonces en picado y con gran precisión arrojan sus bombas entre 200 y 300 metros enfrente de los Panzer que encabezan el batallón, justo sobre las posiciones rusas, sus casamatas, trincheras, trampas y cañones antitanques.
“¡Puedo ver Leningrado y el mar!” – 11/09/1941.Stukas, el terror de los cielos.
Los oficiales de enlace de la Luftwaffe se encuentran dentro de los Panzer y de los vehículos blindados de transporte de infantería de la punta de lanza y también con el Comandante del batallón de infantería motorizada. Un oficial de señales de la Luftwaffe, sentado detrás de la torreta del Panzer número 611 del Teniente Stove, se mantiene en contacto radiofónico con los Stukas. Un gran banderín sobre la parte trasera del Panzer lo identifica con claridad como el “maestro bombardero”. Bajo el nutrido fuego enemigo, el Teniente de la Luftwaffe dirige a los pilotos de Stuka a través de su micrófono.
“¡Puedo ver Leningrado y el mar!” – 11/09/1941.Infantería motorizada salta de su vehículo semioruga Sd.Kfz. 251 y se lanza de inmediato al asalto.
El ataque se desarrolla con precisión de relojista. El pueblo de Duderhof, dentro del cual el enemigo ha penetrado una vez más por detrás de las vanguardias de la 36ª División de Infantería Motorizada, es reconquistado una vez más. Eckinger hace girar su batallón al sur, entonces de nuevo al este, y con el frente invertido carga contra la Colina Calva.
“¡Puedo ver Leningrado y el mar!” – 11/09/1941.Obús soviético de 203 mm a punto de abrir fuego.
La colina, escasamente cubierta con árboles bajos, es una fortaleza que vomita fuego por los cuatro costados. Pero el ingenioso e impredecible método de ataque de Eckinger coge a los soviéticos por sorpresa, que se comportan con nerviosismo e inseguridad.
“¡Puedo ver Leningrado y el mar!” – 11/09/1941.Los rusos son derrotados una vez más.
Toda una compañía de Panzer y la compañía de vehículos blindados de transporte en cabeza consiguen situarse dentro del ángulo muerto de las baterías navales rusas orientadas hacia el oeste sin recibir un solo disparo. Las piezas de artillería a la derecha e izquierda de la carretera quedan silenciadas con unos pocos proyectiles de un destacamento de Panzer de la 8ª Compañía del 1º Regimiento Panzer a las órdenes del Teniente Koch. Bajo la protección del fuego de estos Panzer los zapadores se abren paso hasta los emplazamientos de los grandes cañones navales. Las granadas de mano estallan alrededor. Los lanzallamas escupen sus lenguas de fuego hacia las baterías. Las dotaciones rusas son desbordadas en combate cuerpo a cuerpo.
“¡Puedo ver Leningrado y el mar!” – 11/09/1941.Vista de Leningrado desde las Colinas Duderhof.
A las 11:30 de la mañana, el Cuartel General de la 1ª División Panzer ha escuchado una señal radiofónica enviada por el Teniente Darius, Comandante de la 6ª Compañía Panzer, a su Comandante de batallón. Sus palabras han provocado un suspiro de alivio al Jefe de Operaciones de la División, Teniente Coronel Wenck, que había estado siguiendo al batallón de vehículos blindados de transporte de infantería en el interior del Panzer de señales del General Krüger, pero también le ha provocado una risita ante el alma romántica de un joven Comandante de Panzer en medio de una batalla. Darius ha transmitido lo siguiente: “Puedo ver San Petersburgo y el mar.” Wenck ha comprendido. Darius se encuentra sobre la Colina 167, la cumbre de la Colina Calva, y Leningrado se encuentra a sus pies, dentro de su alcance. La ciudadela de la última posición defensiva, sobre la mismísima “colina de los generales” de los Zares, ha caído.
Sieg Heil! Sieg Heil! Sieg Heil!Jetzt, nach Leningrad!

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