Revista Ciencia

Puerto Rico… ¿La punta de un volcán?

Por Guatu

por Pablo A. Llerandi Román

Publicado originalmente en el libro ¡Ciencia Boricua! Ensayos y anécdotas del científico puertorro, 2011, Consejo para el avance en Puerto Rico de la innovación y la investigación científica, Editorial Callejón, 228 p. (http://www.cienciapr.org/en/book-ciencia-boricua)

Miré por encima de los edificios del pueblo, hasta ver las montañas al sur de Arecibo. ¡Ajá, allí está el volcán! – dije. Estaba curioso porque iba a visitar a mis abuelos en San Sebastián. Sabía que ese pueblo estaba cerca del centro de la isla, y por ende, de las montañas más altas de Puerto Rico. La gente en la calle y en la escuela decía que esas montañas eran la punta de un volcán que formó a Puerto Rico.

Mientras viajábamos hacia el pueblo del Pepino, me imaginaba el volcán haciendo erupción, la tierra temblando y siendo tragado por aquellos sumideros profundos bordeados de piedras grandes y amarillas. La gente decía que en los sumideros el agua desaparecía y la tierra se tragaba a las vacas. Y si se tragaba a las vacas, pensaba, ¡se podía tragar a la gente! Al llegar a casa de mis abuelos pregunté si podía jugar afuera. Quería encontrar el cráter misterioso y profundo de aquel volcán que salió del mar para formar a Puerto Rico. Pero a pesar de mi exaltación, en mis cinco o seis años de vida, nunca había visto un volcán en el centro de la Isla. Aunque era un niño escéptico, estaba preocupado. Gente con autoridad me había dicho que había un volcán… yo tenía que investigarlo.

Hoy continúo escuchando relatos similares contados por muchas personas en Puerto Rico. Si conociéramos el origen de estos relatos, quizás podríamos hacer un mejor trabajo al enseñar y aprender ciencias. Sin embargo, aprender sobre la geología de Puerto Rico puede ser frustrante. La información está dispersa en revistas científicas de distribución limitada y lenguaje técnico. Por esta razón, y apoyado en las investigaciones realizadas en la isla por los últimos 50 años, decidí resumir brevemente la historia geológica de Puerto Rico. Con este resumen emprenderemos un viaje histórico en búsqueda de nuestro origen geológico, para así entender mejor nuestro territorio.

A principios del período Jurásico, hace 195 millones de años, fósiles de organismos marinos llamados radiolarios se acumularon y compactaron en el lecho del Océano Pacífico formando una roca llamada pedernal. Ésta es la roca más antigua de Puerto Rico y de toda la Placa del Caribe. Se encuentra en Sierra Bermeja, entre Cabo Rojo y Lajas, y está relacionada con una roca metamórfica verdosa llamada serpentinita. Los movimientos de las placas tectónicas de aquel entonces desplazaron el pedernal y otras rocas de la corteza oceánica hacia la parte este del Pacífico, formando la Placa del Caribe en el espacio que existía entre América del Norte y del Sur. Hoy, Puerto Rico es parte de la Placa del Caribe, y aunque no se originó por la erupción de un volcán como dice la gente, gran parte de su territorio, incluyendo Vieques y Culebra, contiene evidencia de volcanismo.

Los volcanes estuvieron activos en Puerto Rico por unos 80 millones de años (entre 120 y 40 millones de años atrás). Las erupciones ocurrieron en varias islas volcánicas que luego se unieron para formar al Puerto Rico que conocemos hoy. La evidencia directa más antigua de volcanismo se encuentra en la región de Coamo, Salinas, Cayey, Barranquitas y Orocovis. Allí existen rocas ígneas formadas por la solidificación de la lava y ceniza producida por volcanes submarinos y terrestres. Lugares como Utuado, San Lorenzo, Morovis, Ciales y Vieques tienen rocas que se formaron al enfriarse y solidificarse el magma acumulado bajo la superficie terrestre. La erosión, transportación y deposición de sedimentos volcánicos propició la formación de rocas sedimentarias alrededor de las islas volcánicas. Los ricos y variados ecosistemas marinos que bordeaban las islas han quedado grabados en las rocas calizas del interior de Puerto Rico.

Las fuerzas tectónicas también han jugado un papel importante en la historia geológica puertorriqueña. Por ejemplo, en la época del Eoceno, hace 50 millones de años, la Placa del Caribe chocó con la región de las Bahamas causando una serie de fallas y resultando en una deformación que produjo, entre otras cosas, rocas dobladas sinuosamente como un acordeón. Estas rocas se extienden en una franja montañosa que va desde Isla Desecheo, pasando por Rincón, hasta el área de Coamo y Salinas. Las montañas se observan imponentemente al norte del Valle de Añasco y algunos de sus pliegues más espectaculares se encuentran en la carretera del Embalse Cerrillos en Ponce.

En las épocas geológicas subsiguientes, Oligoceno, Mioceno y Plioceno (entre 34 y 5 millones de años atrás) se depositó un gran volumen de material calcáreo en ambientes marinos costeros. Las rocas resultantes son mayormente rocas calizas compuestas de fragmentos de fósiles marinos, incluyendo uno que otro mamífero marino, y sedimentos compuestos de pedazos de rocas y minerales transportados por ríos desde el interior de Puerto Rico. Estas rocas calizas cubren una tercera parte de Puerto Rico y se localizan en franjas al norte y sur de la isla principal, en Isla de Mona y al sur y este de Vieques. Luego de formarse, las rocas calizas se fueron disolviendo lentamente por agua superficial y subterránea levemente ácida. Este proceso ha ido esculpiendo uno de los paisajes más impresionantes del planeta, el carso puertorriqueño. El carso tiene una topografía única de redes inmensas de cavernas, sumideros, mogotes y zanjones. La zona más grande y espectacular es conocida como el Carso Norteño, extendiéndose desde Aguada hasta Carolina por la costa, y hasta San Sebastián y Lares en el sur. El Carso Norteño es un área de gran valor que merece toda nuestra atención y conocimiento para poder conservarla. Sistemas de cavernas, como el de los ríos Camuy y Encantado, algunos de los acuíferos más importantes del Caribe, y proyectos como el de la liberación de la cotorra puertorriqueña se encuentran en esta zona.

Una reflexión sobre la historia geológica de Puerto Rico y los procesos terrestres activos indica que la constante en nuestro planeta es el cambio. Ese pensamiento se puede aplicar a nuestra sociedad de manera positiva. Con acciones dirigidas a mejorar el conocimiento científico y cultural relacionado con nuestro entorno, lograremos que las personas aprecien, respeten y manejen nuestros recursos efectivamente para bien de nuestra generación y generaciones futuras.


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