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Qin Shi Huang, el Primer Emperador

Por Carolus @n_maquiavelo

Los mundialmente famosos "guerreros de Xi an" son el afortunado testimonio de una de las épocas más convulsas y relevantes de la historia de China, los años en que unos reinos divididos y masacrados por las guerras feudales dejaron paso al primer imperio unificado, germen del nacimiento del mayor país del mundo y de su monumento más memorable, la Gran Muralla. El artífice fue un gobernante con una visión política poco común, Qin Shi Huang, el primer emperador de China.




Qin Shi Huang, el Primer Emperador

Qin Shi Huang, el Primer Emperador

 "Una palabra vale más que mil piezas de oro." Este aforismo chino era algo más que una metáfora hacia el año 247 a. de C. En la plaza del mercado de Xianyang, capital del Reino de Qin, en el noroeste del país, se exponía, entre puestos de comida y de todo tipo de mercaderías, un enorme libro que compilaba el conocimiento filosófico, político, histórico y científico de la época, los Anales del maestro Lu. Sobre este colgaba un millar de doradas monedas que Lu Buwei, el canciller del rey, ofrecía a cualquiera que se creyera capaz de añadir una sola palabra a tan magna obra. Evidentemente, no hubo ninguna sugerencia.
Esta lección tan directa sobre el pueblo de Qin simboliza a la perfección el inicio de una etapa que iba a convertir a un pequeño reino en el centro de China en un adelantado a su tiempo y en la cabeza del esfuerzo unificador de un gran Estado que poco tiene que ver con el gigante que hoy se asienta sobre nueve millones de kilómetros cuadrados y cuenta con 1.100 millones de habitantes (la sexta parte de la población mundial).
En aquellos años en que, en el Mediterráneo, Cartago expandía su poder marítimo y empezaba a ser una amenaza para la Roma republicana, en el corazón de Asia varios Estados guerreros se castigaban mutuamente con continuos enfrentamientos que los dejaban exhaustos, tanto en términos humanos como materiales. Una dinámica de aniquilamiento por la cual un país era capaz de destruir las presas de los ríos cuando estaban llenas con el único fin de inundar al vecino. La superación de esta etapa fue posible gracias a la acción unificadora del supremo señor de Qin, Qin Shi Huang, el primer emperador de China.
Curiosamente, Qin era uno de los reinos más marginales, en términos geopolíticos, de los siete que dominan esta época. Los otros seis eran: Han, Zhao, Yan, Wei, Chu y Qi. Todos ellos juntos corresponden a lo que hoy es la China de los grandes ríos, la más fértil, que se extiende desde el mar de la China, por el este, hasta el paralelo 105, y que por el noroeste era defendida por la Gran Muralla.


Qin Shi Huang, el Primer Emperador. Guerreros de terracota de Xian

Qin Shi Huang, el Primer Emperador. Guerreros de terracota de Xian

Una familia complicada


La historia de este gran unificador, Qin Shi Huang (259?- 210 a. de C.), comienza como la de un rey adolescente de 13 años, bajo la regencia de su madre, con un entorno no demasiado favorable a sus designios: el país estaba controlado por el canciller Lu Buwei, que quizás era su padre natural, mientras que la reina madre, viuda pero todavía joven, se había echado en brazos de un nuevo amante, Lao Ai, que, al calor de su relación, había alcanzado ya el título de marqués de Changxin y amenazaba con conseguir más poder. Sin embargo, Shi Huang, tras ser coronado en el 238 a. de C., a los 22 años, demostró una determinación y una energía que en poco tiempo lo llevaron a tomar el mando y deshacerse de sus enemigos: Lao intentó una revuelta nada más producirse la entronización de Shi Huang. Este la aplastó sin piedad e incluso ejecutó a los dos hijos que su madre había tenido con él, que hubieran podido ser rivales.
A ella la confinó en un alejado palacio. Por último, se deshizo de Lu Buwei, que había sido una fuerza importante en la conversión de Qin en un Estado gobernado por algo más que la fuerza de las armas, pero que le resultaba incómodo por su enorme ascendiente en el país y por los rumores que lo señalaban como su auténtico padre, que posiblemente no fueran ciertos pero eran alentados por sus enemigos. Lu Buwei se habría suicidado ingiriendo veneno.
Tras esta limpieza interna, el consolidado rey de Qin ...
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