Revista Opinión

Que desaparezcan todas las televisiones públicas

Publicado el 05 septiembre 2014 por Vigilis @vigilis
Hablemos de tele pública. Si hay algún tema complicado es el tema de los medios de comunicación. No sólo se trata de un sector cuya actividad genera una competencia de características muy particulares y diferentes a la competencia que pueda haber en el sector de las galletas de desayuno, sino que en esta actividad al haber una competencia pública se trastocan todos los parámetros. Además, por si esto no fuera poco, tenemos cierto efecto Heisenberg: estos medios cambian la percepción que tenemos sobre estos medios. El fenómeno observado cambia porque es observado.

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Puede que el trabajo de presentar un programatan bien como lo hace Anne cueste 200.000 pavos. Pero que se los pague Telahinco.

Los últimos años de TVE comienzan en la época de ZP. Mientras los progres se ufanaban de recibir premios de progres de otros países en los telediarios por hacer documentales sobre lo malos que eran los yanquis en Iraq, el director de TVE contrataba la producción de ciertos programas a su hijo. También se contrataba la producción de otras cosas a la empresa de Jaume Roures a quien ZP le regaló una tele —La Secta— y miles de suscripciones a su periódico para analfabetos —Púbico—. Eran días de vino y rosas.
En 2006, mientras nadie se hacía eco de los locos de la colina que avisaban de que un gigantesco objeto se aproximaba a gran velocidad hacia nosotros, ZP cogió y asumió la deuda que arrastraba RTVE. La asumió él solito. Metió la mano en el bolsillo, sacó la cartera y dijo "¿cuánto se debe?". Un Oompa Loompa del ministerio de Hacienda le dijo "7.500 millones de euros". Entonces ZP se lo pensó mejor, se guardó la cartera y decidió que esa deuda la pagaras tú.

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Puede que haga bien su trabajo, pero es que gana medio kilo al año. Aunque hacienda le robe la mitad, es dinero.

No pasa nada, está "to'pagao". Aquella deuda suponía un 0,8% del PIB del país, una diferencia que en I+D podría significar más y mejores barcos de guerra o incluso un bonito programa espacial con tecnología y científicos domésticos (o, *sigh*, una bajada de impuestos). Pero no era momento de discutir por dinero, era la época en que una provincia sediciosa sacaba un nou estatut. Y aquel objeto horrible seguía aproximándose.
Bien, en 2009 se cambia la ley de financiación de RTVE. Algún listo, al verla sin deudas (ese dinero desapareció... de tu bolsillo), decidió que era buena idea quitarle la publicidad, además, así los coleguitas que dominan la televisión privada en España verían una compensación ante la incipiente entrada de la TDT. Total, que al final le quitan la publicidad a TVE a cambio de que las teles privadas paguen una cantidad muy inferior a lo que ganaron por el aumento de su cuota publicitaria. Además, la TDT en lugar de liberalizar nada sirvió para que quienes ya tenían teles tuvieran más teles. Y a ti, que quieres montar una tele, que te den por saco. ¿Nos vamos entendiendo? El espectro electromagnético está en manos de señores bajitos y con bigote que trabajan en los sótanos de los ministerios de la calle Alcalá.

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Con la Reina Católica no me meto porque al vender los DVD y los derechos para otros países, igual hasta sale a cuenta.

Claro, esa tasa que pagan las teles privadas no llega para pagar el pozo sin fondo que es RTVE, así que en parte también se seguirá financiando vía presupuestos del estado. Hacienda somos todos y TVE también. Incluso la gente que tiene cataratas o vive sin tele tiene que pagar la tele. Una televisión cuyo servicio público quedó patente en los éxitos "Gran Reserva" y "La Señora", telenovelas para quedarte sopa. Bueno, y el fútbol: se conoce que hay que pagar millones a la UEFA para retransmitir el fútbol, un servicio público esencial que las televisiones privadas no pueden ofrecer porque que te calles.
Total, que tras quitarle la publicidad RTVE sigue dando pérdidas millonarias año tras año. Quizás alguien en algún momento tenía que haber dicho que si hay menos presupuesto no se puede seguir haciendo lo mismo. Se conoce que en el sector público los aguafiestas no están de moda. Y llegó la crisis. Mi paisano recortó el presupuesto de RTVE un par de años... y la tele sigue dando pérdidas. No sé, diría que alguien no ha hecho los deberes.
[Leer: Alguien se ha comido mi televisión autonómica]
Constatamos que RTVE sigue siendo un pozo sin fondo. Como una línea de bus público entre dos aldeas remotas. En el caso del bus puede haber una justificación para tener un gasto público constante: se da un servicio que el mercado no cubre (simplifico el argumento porque no sabemos si en caso de no haber buses públicos, marginalmente ese servicio lo podría cubrir el sector privado, es decir, la furgoneta de Paco el del taller del pueblo). Pero es que en el caso de la tele, ese servicio está más que cubierto por el sector privado. Tanto en programación infantil, como en cosas endogámicas para gente rara, como en prensa rosa, como en informativos, como en películas, etc.

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La tele pública garantiza la imparcialidad de la información. Y luego os cuento el del perro que se llama "Mistetas".

Dicen que la televisión pública "es necesaria" y yo me pregunto qué necesidad cubre la televisión pública. ¿Información independiente? ¿Programas que no vería nadie? Es que no soy capaz de entender los argumentos a favor de la tele pública. Puede que en origen tuviera cierta justificación: cuando el coste de establecer un servicio de televisión era prohibitivo y el estado tenía interés en aumentar la cohesión ciudadana, hacer propaganda al extranjero, desarrollar tecnología propia, etc, puede que tuviera sentido todo esto. Pero han pasado sesenta años de aquellos tiempos y hoy eso ya no procede.
Tirando del argumento de la necesidad, la comida es más necesaria que la televisión. ¿Por qué no establecer un sistema de producción y distribución de alimentos? Ah... porque tenemos la certeza empírica de que un sistema así no funciona, que las necesidades son cubiertas de forma óptima por oferta y demanda. Entonces ¿por qué no se emplea el mismo argumento para la "necesidad televisiva"? Por una sencilla razón. Y tiene que ver con ciertos consumidores de marisco.

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Andalucía Directo mete la lengua ahí.

El pifostio que se montó en la tele valenciana con los sindicatos y que se monta cada dos por tres en la tele madrileña nos da una pista de por qué no se cierra RTVE de una santa vez. Si cierras algo público en España la gente protesta. En primer lugar, quienes trabajan ahí contribuyen a la creación de un estado de opinión. En segundo lugar, si gobierna la derecha cualquier cosa que diga será usada en su contra.
Es sabido que en los años que precedieron al estallido de la burbuja se aumentó el gasto público de forma desaforada. Hoy la izquierda reclama el mismo nivel de gasto que en los años de burbuja. Aquel gasto que subía en un ordenador por pupìtre, en cursos de formación en cocainomanía de ciertos individuos a sueldo de la Junta de Andalucía, rotondas, centros de interpretación de la albóndiga rupestre, polideportivos en toda aldea de reumáticos que te puedas imaginar, etc. Ahí donde veas grasa de las cuentas públicas verás a gente cuya manutención depende de ese gasto. Y a la gente no le gusta que le toquen las lentejas. No les culpo, claro. Pero es que el pan del sindicalista es el hambre del que paga impuestos.
Es como si una banda mafiosa tuviera amedrentado al país. Todos tenemos que pagar a ciertos individuos que viven a expensas del sector público sin aportar ningún servicio de utilidad ni satisfacer ninguna necesidad que no esté satisfaciendo ya el mercado. El miedo que la derecha le tiene a la mafia y la simbiosis caciquil de la izquierda con los sindicatos nos tienen atrapados en un círculo vicioso de gasto público incomprensible y mitos inexplicables.

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Todos los días la misma mierda. Para esto no se ganan elecciones, Mariano.

El argumento del gasto innecesario es bien conocido. El del mito no tanto. Por mito podemos entender en este contexto esas ideas estrafalarias como que TVE es necesaria para promocionar la cultura. ¿Qué cultura? Pues la que la congregación para la doctrina de la Fe Laica decida. Hemos cambiado a la turba sedienta de sangre de los autos de fe por fofos sindicalistas que nos obligan a pagar documentales sobre los bivalvos vegetarianos. Se trata de la inversión teológica de los fundamentalistas laicos. Fundamentalistas que apelan exactamente igual que los milenaristas al apocalipsis de "los mercados" y que juegan con imágenes escatológicas como "la troika" o "la globalización". Son integristas que están a cinco minutos de quemar libros en las plazas. Son la oscuridad, el odio premoderno, son la banda de la porra. Y ay de ti si dices algo que no concuerde con sus objetivos vitales. TVE será de todos, pero parece más de unos que de otros. Y por eso esto tiene que acabar: hay que empezar a acostumbrar a los sindicalistas verticales a que se paguen ellos mismos sus mariscadas.
TVE:

No TVE:


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