Revista Cine

Que Dios nos perdone: contar hasta diez

Publicado el 14 noviembre 2016 por Juancarrasco @JuanCdlH

Creo que antes de que se nos pierda su estela en la cartelera merece la pena pararse a comentar este interesante thriller de asesinatos e investigadores que se erige como otra de las grandes puestas en escena del cine español este año. Que Dios nos perdone coloca de nuevo en los escaparates fílmicos a Rodrigo Sorogoyen (8 citas, Stockholm) con una propuesta que juega con las pistas falsas sin llegar a lo tramposo en exceso en buena parte del metraje. Acabará así desvelando sus cartas con naturalidad y la declaración de que todo es mejor a su debido tiempo, porque se trata del tipo de historia en la que la investigación y cada elemento de la misma son en sí más importantes que el resultado de sumar a sus factores.

Que Dios nos perdone: contar hasta diez
Situamos el marco en el Madrid de 2011, del movimiento 15M y en la circunstancia de la visita del Papa a la ciudad, más que nada por ubicar la trama en un original escenario convulso y darle trasfondo a la gran cantidad de escenas de exterior, porque se trata de una cinta de asesino múltiple y policías que lo persiguen de lo más atemporal. Dichos agentes de la ley están interpretados por Antonio de la Torre y Roberto Álamo (ambos estupendos en su trabajo, especialmente excelso Álamo en un atractivo papel de esos que te permiten lucimiento). Los dos forman una extrañísima pareja de inspectores de homicidios formada por un más que introvertido, tartamudo e incapaz en las relaciones sociales (de la Torre), con un pasado complicado que apenas se nos enseña con cuentagotas y por otro lado una bestia parda (Álamo) cuya agresividad deja en pañales la definición “problemas de conducta” y que no se tiene precisamente ganada la estima de sus compañeros. Ambos tienen carencias en sus vidas personales y dificultades en sus facetas laborales (uno no sabe contar hasta diez antes de reaccionar y el otro cuenta demasiado), pero metódico sabueso el primero que no suelta presa y buen policía con olfato muy en el fondo el segundo, se enfrentarán al caso más importante y truculento que nunca hayan tenido delante.

Y hablando de truculencias, se le ha achacado por varios lados a Sorogoyen, afirmación a la que me uno, que podía haber evitado al espectador alguna que otra innecesaria escena explícita rayana en lo desagradable, sin las que la trama funcionaría igual de bien. La ambientación opresiva y febril con cierto aire a veces de Michael Mann, Alberto Rodríguez o, sobre todo, clara influencia del David Fincher de Seven (sin contar, no me entiendan mal, con un antagonista como Kevin Spacey o esos excelsos golpes de efecto en el guión), es toda una declaración de intenciones cuya incógnita será bien despejada sólo cuando hayamos acabado de ver la película.

Es por los destellos de calidad del trabajo, por lo certero de las interpretaciones y, qué narices, porque se pasa un muy buen rato viendo esta propuesta que merece la pena subrayar que se trata de más buen cine para un buen año del mismo en España, donde ya no hay duda de que se domina también este género.

Dirección: Rodrigo Sorogoyen. País: España. Género: Thriller, policiaco. Duración: 125 min. Intérpretes: Antonio de la Torre, Roberto Álamo, Ciro Miró, María Ballesteros, Luis Zahera, Andrés Gertrúdix, Javier Pereira, José Luis García Pérez, Mónica López, María Ballesteros, Rocío Muñoz-Cobo, Raquel Pérez, Silvia Casanova, Josean Bengoetxea. Guión: Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña. Música: Olivier Arson. Fotografía: Alejandro de Pablo. Estreno en España: 28 Octubre 2016.


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