Revista Psicología

¿Qué es la meditación para ti? (2ª parte)

Por Institutopi @institutoPI
2ª parte de las reflexiones extraídas de los talleres de meditación en Bilbao

Segunda parte de las reflexiones extraídas de los talleres de meditación en Bilbao:

 “Concentrarse en una imagen para meditar”: Existen prácticas ligadas a la meditación y a otras prácticas de relajación que utilizan la visualización. No voy a entrar a valorar si la visualización es o no una herramienta válida para relajarse, si bien tengo mis dudas en que pueda serlo a la hora de meditar. Crear una imagen a voluntad de por sí ya requiere un esfuerzo psicológico y es un pensamiento, sea de la naturaleza que sea (es indiferente si la imagen evocada alude a algo identificado como “bueno” o de nuestro agrado), porque estamos dejando que el pensamiento prepondere por encima de la atención natural y espontánea, sin esfuerzo. Por decirlo de otra manera, estamos creando un enganche a una forma de pensamiento determinada para que la propia mente se contente. Quizás esto traiga relajación o tranquilidad en un momento dado, pero los “problemas” seguirán estando hasta que se “solucionen”, es decir, hasta que la mente deje de identificarse con ellos. (“Problemas” y “Soluciones” son apreciaciones de la mente dependiendo del valor que se les de a las situaciones de las que la mente tiende a apropiarse, creando así “situaciones inconclusas” cargadas de sufrimiento).

 “La postura”: Ya hemos hablado de esto en otras ocasiones. Como en todo lo demás, no hay ninguna “receta mágica” ni obligación a realizar la práctica de una postura determinada. ¡Imagínate si tuviéramos que ir por la vida sentados con las piernas cruzadas para mantener o poder alcanzar el estado meditativo! Si tu cuerpo está libre de tensión, puede que practicar sentado con las piernas cruzadas te ayude a estar presente. Pero puede que aún no tengas el hábito y que te duela tanto todo que el propio dolor te haga tener pensamientos sobre la tortura a la que te estás sometiendo. ¿Por qué no cambiar de posición? En el último taller dos personas probaron a realizarlo sentadas en sillas en lugar de en los tacos y dijeron sentirse cómodas. Hubo otra persona que se tumbó por completo, si bien esto puede propiciar la aparición del sueño… tal vez es que necesitabas echar una cabezadita

:)

 “¿Hacia donde dirijo la atención?”: Esta es la pregunta del millón, a la que siempre contesto “A ningún sitio”. La atención ya existe de por sí; digamos que la práctica consiste en dejar que la atención se pose sobre la propia atención. ¿Y qué demonios significa esto? Que en lugar de forzar a voluntad para que esta esté solo pendiente de algo, tan solo hay que atender a lo que la atención atiende: Si siento una pierna, pues la siento, si escucho un ruido, no trato de negarlo. Idem para el resto de los sentidos. ¿Por qué voy a negar algo que está aconteciendo si es parte del momento presente? Y si la atención se vuelca hacia adentro y surgen los pensamientos, tan solo darse cuenta de que están ahí, sin darles más importancia ni luchar contra ellos. Al respecto de esta pregunta, hubo personas que respondieron que una forma de no atender a los pensamientos puede ser dirigir la atención hacia la respiración. De este tema ya he hablado hace poco en un artículo anterior titulado “Meditación ¿Con o sin soporte?“. En el taller propuse un par de prácticas “externas” en las cuales, a priori, era posible que la atención se dirigiese a algo que estaba aconteciendo de manera más perceptible o redundante. Una de ellas era una vela encendida en el centro de la sala. La propuesta era tratar de mantener la atención fijada, mediante la mirada, en la llama. Para la mayoría esto supuso un gran esfuerzo: a algunos les venían pensamientos asociados con la vela, a otros pensamientos de distinta índole y otros simplemente tuvieron que cerrar los ojos. Todos convenimos en que nos es más fácil mantener la atención en algo que nos gusta o que nos es placentero o en algo que es nuevo o nos sorprende.
¿Hacia donde dirijo la atención? A ningún sitio. La atención ya existe de por sí.

En la rutina, nos evadimos enseguida si esta no requiere de un alto grado de concentración. En otra práctica, puse un audio musical a un volumen considerable para captar la atención a través del oído. Nuevamente, hubo todo tipo de reacciones: pensamientos asociados a distinguir los instrumentos en el mismo, otros de tipo “no quiero seguir escuchando porque no me gusta esta música”, otros que asociaban situaciones vividas u otras piezas musicales del estilo y otros que no tenían nada que ver, en apariencia, con la propia música. Hubo un comentario previo a la reproducción del audio que aludió a un sesgo cognitivo típico: la música iba a ser relajante. Sin entrar a valorar en profundidad los efectos que la música puede crear en nuestros estados de ánimo y de conciencia (nosotros mismos empleamos distintas músicas del mundo que ayudan en la introspección y modificación de estados de conciencia en las Respiraciones Catárticas), quizás en parte por esas asociaciones previas vividas con cada música , es muy típico asociar la meditación con la música lounge o relax. Es así que por nuestra propia disposición interna que quizás nos cueste menos esfuerzo mantener la atención ante distintos tipos de música. Por ejemplo, alguien que esté escuchando una pieza “heavy” puede estar haciéndolo con la atención plena tanto como lo podría estar haciendo otra persona con una pieza de música clásica.

Hoy en día existen más de 100 tipos de técnicas meditativas conocidas. Las técnicas requieren de esfuerzo y pueden ser útiles para iniciarse en la práctica meditativa , pero el estado de meditación se vivencia en ausencia de esfuerzo ni técnica voluntaria. Por lo tanto, si meditar es un problema para ti, quizás tengas que probar algo más expresivo o catártico (Como la Bioenergética), o tan solo hacerle frente a aquello que te está impidiendo meditar.

Por cierto, espero que me cuentes si ya te has dado cuenta del truco de las cartas, ¿O acaso el mono es más sabio que tú?

Foto destacada: “Winter meditation” (Alexander Kolosov). Bajo licencia Creative Commons


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