Revista Espiritualidad

¿Qué hay después de la muerte?

Por El Despertar Sai @ELDESPERTARSAI

En el Bhagavad Gita podemos leer: "El espíritu nunca tuvo la necesidad de nacer. El espíritu nunca cesará. Nunca existió en el tiempo ni dejó de existir. El principio y el final son simples sueños". Por otro lado, la reencarnación es la creencia consistente en que la esencia individual de las personas, ya sea mente, alma, conciencia o energía, adopta un cuerpo material no solo una vez sino varias, según va muriendo. Esta creencia aglutina de manera popular diversos términos, tales como Metempsicosis, que viene del ¿Qué hay después de la muerte?término griego meta, después, y psyche, espíritu o alma; Transmigración, migrar a través; Reencarnación, volver a encarnar; o Renacimiento, volver a nacer. Todos estos términos aluden a la existencia de un alma o espíritu que viaja o aparece en distintos cuerpos, generalmente a fin de aprender en diversas vidas las lecciones que proporciona la existencia terrena, hasta alcanzar una forma de liberación o de unión con un estado de conciencia más alto. La creencia en la reencarnación ha estado presente en toda la humanidad desde la antigüedad, en la mayoría de las religiones orientales, como hinduismo, budismo y taoísmo, y también en las religiones africanas y tribales de América y Oceanía. En la historia de la humanidad, la creencia de que una persona fallecida volverá a vivir o aparecer con otro cuerpo, con una personalidad generalmente más evolucionada, ha sobrevivido. Sin embargo, las religiones judeocristianas y el islam son prácticamente las únicas que no la contemplan oficialmente, pero sí han permanecido bajo la forma de diversas herejías. El término alma se puede aplicar a los seres vivos en general, incluyendo plantas y animales, como su principio constitutivo. Según algunas interpretaciones, como la de Aristóteles, el alma incorporaría el principio vital o esencia interna de cada uno de esos seres vivos, gracias a la cual estos tienen una determinada identidad, no explicable a partir de la realidad material de sus partes.También se usa el término alma en una acepción más particular si se refiere a los seres humanos; en este segundo caso, según muchas tradiciones religiosas y filosóficas, el alma sería el componente espiritual de los seres humanos. En el transcurso de la historia, el concepto " alma" pasa por diversos intentos de explicación. Desde el dualismo del idealismo filosófico y de la gnosis, a la interpretación existencialista de un todo, con dos aspectos específicos: lo material y lo inmaterial. Durante las últimas décadas, un fenómeno se ha convertido en el centro de las discusión acerca de la supervivencia después de la muerte. Las experiencias cercanas a la muerte o ECM parecen proveer evidencia de la supervivencia en conjunto con las comunicaciones mediúmnicas y otros fenómenos relacionados, como es el caso de las apariciones de personas fallecidas. El interés en este tema por el público en general y la comunidad científica, comenzó con la publicación del libro Vida después de la Vida, de Raymod Moody, un psiquiatra nortemericano, en 1975, quien se vio impulsado a estudiar estas experiencias luego de escuchar la vivencia del Dr. George Ritchie durante la guerra, a quien dedicó su libro. A partir de esto, cada vez más investigadores serios, como José Gaona Cartolano, con su libro Al otro lado del Tunel, en que me he basado para escribir este artículo, han buscado explicaciones al fenómeno.

El Dr. Malcolm Crowe (Bruce Willis), un psicólogo infantil en Filadelfia, regresa a su casa una noche con su esposa, Anna Crowe. Los dos descubren que no están solos en casa, ya que un joven aparece blandiendo una pistola. Dice que ya no quiere tener miedo y acusa a Malcolm de no ayudarlo. Malcolm lo reconoce como Vincent Grey, un ex paciente a quien trataba cuando era un niño por sufrir alucinaciones. Vincent le dispara a Malcolm en el abdomen, antes de dispararse a sí mismo. En el siguiente otoño, Malcolm comienza a trabajar con otro paciente, un niño de ocho años llamado Cole Sear (Haley Joel Osment), cuyo caso es similar al de Vincent. Malcolm se dedica al niño, a pesar de que es perseguido por las dudas sobre su capacidad para ayudarlo después de su fracaso con Vincent. Mientras tanto, se ha distanciado de su esposa y Malcolm cree que Anna puede estar teniendo un romance con un compañero de trabajo. Una vez que Malcolm gana la confianza del niño, Cole finalmente habla con él, " Veo gente muerta, caminando como gente normal. Ellos no saben que están muertos". Un ejemplo de esto es un fantasma que aparece ante Cole, que es una mujer con exceso de trabajo, maltratada por su marido, que se ha cortado las muñecas. Otro fantasma es un niño con una salida de herida de bala en la parte posterior de su cabeza, que invita a Cole a ver la pistola de su padre. Al principio, Malcolm piensa que Cole es delirante y planea dejar su tratamiento. Recordando a Vincent, el psicólogo escucha una cinta de audio que Malcolm había salvado de una sesión de psicoterapia entre él y Vincent (entonces un niño) en 1987. En la cinta, Malcolm salió de la habitación y, cuando regresó, Vincent estaba llorando. Al subir el volumen hasta el final, Malcolm alcanza a oír la voz de un hombre llorando y suplicando. Es así como cree que Cole está diciendo la verdad y que Vincent pudo haber tenido la misma capacidad de percibir a los fantasmas. Malcolm le sugiere a Cole que debe tratar de encontrar un propósito por su don de comunicarse con los fantasmas y tal vez ayudarles con sus asuntos sin terminar en la Tierra. Al principio, Cole no está dispuesto ya que los fantasmas lo aterrorizan, pero finalmente decide probarlo. Habla con uno de los fantasmas, una niña muy enferma que aparece en su habitación. Aprendiendo a vivir con los fantasmas, Cole empieza a encajar en la escuela y obtiene un papel importante en una obra de teatro, a la que asiste Malcolm. El médico y el paciente aparecen muy contentos después la representación y Cole le sugiere a Malcolm que debe tratar de hablar con Anna mientras está durmiendo. Malcolm regresa a su casa, donde encuentra a su mujer dormida en el sofá con la reproducción del vídeo de la boda de la pareja, video que Anna observa varias veces. Mientras ella duerme, Anna le pregunta a su marido por qué la dejó. Entonces de la mano de Anna cae el anillo de bodas de Malcolm, quien, de repente, descubre que no lo lleva puesto. Malcolm recuerda lo que Cole dijo acerca de los fantasmas y el psicólogo se da cuenta de que él realmente fue asesinado por Vincent y era, sin saberlo, un fantasma todo el tiempo que estaba trabajando con Cole.

Todas estas teorías chocan frontalmente en un punto crítico: ¿acaso no depende la memoria de la materia cerebral? El campo común manejado por los pioneros en la investigación de las ECM, cognición del recién nacido, inteligencia prenatal, etc., es que la memoria, su localización y estatus resultan independientes de su espacio físico en el cerebro. Más aún, si nos acercamos al momento del nacimiento, cuando la memoria es progresivamente desposeída de su materia física, cosa que parece inexplicable desde el punto de vista de algunos importantes descubrimientos del último siglo. De alguna manera es como si la memoria utilizarse el cerebro como base de funcionamiento, pero, a su vez, pudiera tener una existencia independiente similar a la existencia que puede tener el software del ordenador respecto al hardware. Quizás los estudios científicos más significativos son los publicados por Satwant Pasricha y Ian Stevenson a lo largo de varios años. Cabe destacar que el doctor Stevenson llegó a recopilar más de tres mil casos durante cuarenta años. En sus publicaciones reúne mucha evidencia científica por medio de un método de trabajo que consiste en la recogida de testimonios seguida de la identificación de la persona en la cual el niño cree haberse reencarnado. Más tarde se realiza la verificación biográfica de la vida de la persona ya fallecida en consonancia con las memorias del niño. El doctor Stevenson llegó incluso a cotejar defectos de nacimiento del niño estudiado, como marcas o cicatrices de la persona difunta, todo ello verificado mediante su historia clínica. Atwater llega mucho más allá en sus especulaciones, afirmando que la memoria de otras vidas ocurre usualmente hacia el sexto o séptimo mes de embarazo y, en ocasiones, incluso antes. En algunos casos, según Atwater, los fetos de tan solo tres meses de vida ya pueden tener una consciencia desarrollada. Para Paull Raphael, experto en tradiciones religiosas judías, existen hasta cuatro etapas en la purificación de las almas. En la última etapa se encuentra el mundo espiritual o Tzror ha-hayyim, también llamado " almacén de almas". Es el estado más elevado y más cercano a la perfección, lo que los ortodoxos denominan ver a Dios. Este cuarto y aparentemente último paso de purificación dentro de los procesos de la muerte puede dar lugar, en ciertos casos, a la reencarnación, también llamada gilgul. Los que pueden reencarnarse son seleccionados de entre las almas de este cuarto nivel para desarrollarse en plena sabiduría y compasión y de esta manera alcanzar un estado de plena purificación. La doctrina de la transmigración de las almas, que era acogida tanto por los cristianos como por los judíos, fue declarada herejía en el II Concilio de Constantinopla, en el año 553. Por el contrario, la creencia judía de la reencarnación comenzó a volverse popular a partir del siglo XII y todavía persiste hasta el día de hoy en ciertos círculos religiosos, como los lubavitchers ortodoxos. Uno de los ritos más interesantes a este respecto es el de " la muerte consciente", practicado desde el siglo XIX por los rabinos jasídicos, en virtud del cual la muerte constituye más bien un tiempo de felicidad y reunión con otros antes que un momento a temer: " Este mundo es como un vestíbulo antes del Mundo que viene y la muerte es tan solo la puerta entre los dos mundos, la puerta hacia esferas celestiales ", dijo Raphael en 1991. Los textos tradicionales judíos aseguran que los ángeles avanzan información a todas las almas sobre lo que les espera en esta nueva vida reencarnada, incluyendo las recompensas y los castigos por el comportamiento de cada uno, así como la transmisión del conocimiento de todas las cosas. Sin embargo, justo antes del nacimiento, uno de los ángeles toca al bebé en la nariz, borrando todas sus memorias.

Aquí introducimos un copncepto científico que puede tener alguna vinculación con el tema ECM. La coherencia cuántica es un fenómeno físico que incluye un elevado número de partículas de luz o de materia que coinciden de manera colectiva en un momento determinado. Por ejemplo, el haz de un láser ejemplifica lo que es la coherencia cuántica. Todas las partículas de luz emitidas (fotones) oscilan de manera conjunta en la misma frecuencia y fase, resultando en un haz de un solo color. Mediante estimulación externa, el láser alcanza un nivel crítico de energía y mediante una transición sucede un salto brusco a un nivel de energía superior. En la luz del láser todos los fotones carecen de identidad individual, por lo que se dice que se encuentran en el mismo estado cuántico. Por el contrario, las lámparas incandescentes o fluorescentes emiten luz incoherente en todas las direcciones y en un espectro muy amplio de frecuencias, resultando en luz blanca. La coherencia cuántica entre partículas está relacionada con la comunicación no local, esto es, con una interacción que posee las siguientes características: es instantánea, independiente de la distancia e inmune al aislamiento. Es decir, que la no localidad se refiere a procesos en los que la señal se propaga a cualquier distancia de manera instantánea. Por contraste, las señales que se propagan durante un periodo finito de tiempo, son locales. Por ejemplo, el espectro visible electromagnético de la luz que percibe el ojo humano no posee ninguna de las tres características referidas anteriormente. Es decir, hay una distancia finita entre el transmisor y el receptor que se puede medir, las ondas disminuyen en intensidad a medida que viajan y, por supuesto, se pueden bloquear con un aislamiento apropiado. Si extrapolamos estos conceptos a la escala de la percepción humana, podríamos decir que percibimos de las dos maneras: local y no local. Por ejemplo, cuando vemos a una persona que se encuentra cerca, los ojos responden a las ondas electromagnéticas de la luz. Pero la mente, según Mitchell, responde de manera instantánea de un modo no local a la visión remota de la misma persona, aunque se encuentre a millas de distancia. Así pues, tan solo los aspectos no locales son percibidos por el observador que se muestra a sí mismo una imagen poco clara y de aspecto onírico. Esto es consistente con estados alterados de la consciencia como la clarividencia, la precognición y la telepatía. De hecho, es ampliamente conocido que la CIA, la agencia de espionaje estadounidense, ha gastado millones de dólares en este tipo de investigaciones. Thomas Beck insinúa que las ECM se encuentran dentro del terreno de la percepción no local, ya que son virtualmente instantáneas. Debido a este tipo de experiencias podríamos construir la teoría de que el cuerpo humano posee todos los biomecanismos necesarios para la comunicación no local. No es menos cierto que en el estado actual de la ciencia todavía queda mucho por descubrir. A escala molecular y dentro del propio cuerpo humano la comunicación no local ha sido identificada.

Se ha descubierto que en muchos organismos vivientes, incluido el ser humano, se encuentran estructuras cristalinas. Los cristales son estados de la materia que poseen un rango muy amplio de fluidez, desde cristales sólidos a semisólidos terminando por otros que poseen propiedades cercanas al gel. Así, mientras que los cristales de calcio en el hueso son sólidos, el colágeno que se encuentra en el mismo interior del hueso es semisólido y nos referimos a él como cristal líquido. Pero estas estructuras se encuentran en todo nuestro cuerpo, incluyendo huesos, tendones, ligamentos, cartílagos, etc... Para acabar de entender este tipo de evidencias hay que referirse al efecto cuántico de túnel, que ya ha sido demostrado en proteínas o, por ejemplo, en el ADN humano. Este efecto cuántico de túnel se refiere al transporte instantáneo de partículas como fotones, electrones, protones o incluso átomos de hidrógeno que saltan desde el punto A al punto B sin viajar entre ambas distancias. El físico Guenter Nimtz ha demostrado el efecto cuántico de túnel en partículas fotónicas a través de una barrera sobre una distancia de unos diez centímetros. Es decir, que el tiempo que tarda la señal en llegar al otro lado es instantáneo, independientemente de la distancia. Otro ejemplo de sustancias líquidas cristalinas es el citoplasma intracelular, los fluidos dentro de la célula. Dentro de ellos, los microtúbulos son los principales constituyentes de la organización de dicho citoplasma. Existen evidencias de que dichos microtúbulos emiten fotones solitarios de luz y pueden ser observados como si fuesen microscópicos láseres pulsátiles dentro de la propia célula. Estos microtúbulos se supone que pueden llegar a desempeñar un papel importante en las comunicaciones humanas, la memoria y el aprendizaje. Quizás en un futuro próximo se logre probar que son elementos fundamentales en la red de comunicación no local que provee de base a las revisiones vitales de las ECM. Los microtúbulos forman una estructura o esqueleto que da soporte físico a toda la célula, aportando forma y resiliencia. Además de esto, más allá de su atributos meramente físicos, los microtúbulos proveen de un sistema complejo de comunicaciones entre cada célula, que es esencial para el funcionamiento total del organismo. De hecho, el sistema de microtúbulos es conocido como " el cerebro de la célula ". Organizan gran parte de las funciones celulares, incluyendo la división de la misma. En algunas células neuronales los microtúbulos pueden llegar a alcanzar un metro de longitud acomodado en madejas de cientos de miles. Se podrían comparar a los cables de fibra óptica utilizados para la comunicación telefónica que consisten en muchas fibras juntas. Para que nos hagamos una idea de sus proporciones, un microtúbulo de un metro se podría comparar a una manguera de jardín de un centímetro y medio de diámetro pero de ochocientos kilómetros de longitud. Si lo observamos a nivel molecular, su complejidad es, al día de hoy, incomprensible. Sin embargo, a un nivel cuántico la comunicación que ocurre entre dichos microtúbulos es un proceso relativamente simple.

Ya Leonardo da Vinci trató de encontrar la situación del alma, diseccionando un cerebro en 1515, basándose en la creencia de la época de que el alma estaba situado en el centro de la cabeza, lo que provocó que fuese denunciado como hechicero. El experimentador Duncan MacDougall trató de poner fin al debate sobre la existencia o no del alma a principios del siglo XX mediante un experimento. Según su razonamiento, si el alma existía debía ocupar un espacio y por tanto debía ser algo material. Y, si era algo material, probablemente tendría peso. Duncan montó una cama encima de una báscula e instaló encima a un hombre que estaba muriéndose de tuberculosis. Durante las tres horas y cuarenta minutos que tardó en morir perdió peso a razón de una onza por hora (28.3 gramos). El doctor atribuyó esta pérdida a la evaporación de las mucosas nasofaríngeas, broncopulmonares y bucales que acompañan a la respiración, y también a la evaporación de humedad producida por la evaporación cutánea. De repente, en el momento de la muerte, se produjo un brusco cambio de peso de tres cuartos de onza (21,225 g). Esto lleva a preguntarnos: ¿Pesa el alma 21 gramos? El doctor Duncan realmente no quedó convencido tras su experimento, y repitió el experimento una y otra vez, obteniendo resultados semejantes. Y comprobó que al sustituir a seres humanos por perros no había pérdida de peso al morir, lo que supuestamente confirmaba que no tenían alma. MacDouglas se resistió a publicar sus experimentos durante cinco años, hasta que se filtraron, lo que hizo que mandase sus resultados oficiales a la revista American Medicine. Hoy en día hay quien cree que los resultados observados se produjeron porque, al enfriarse el cuerpo al morir, aparece una corriente de convección entre los dos lados a distinta temperatura de la balanza. Otros dicen, sin embargo, que al dejar de enfriar los pulmones la sangre, el exceso de sudoración produciría una evaporación que podría explicar los 21 gramos observados. Los investigadores de todo el mundo comienzan a descubrir que las profundas experiencias espirituales de los moribundos resultan difíciles de explicar, por lo que personas de todo el mundo entienden la muerte y la vida más allá de la misma. Estas investigaciones nos plantean una serie de preguntas: ¿Qué hay después de la muerte? ¿Una intensa luz nos muestra siempre el camino? ¿Todos atravesamos un largo túnel? ¿Qué vemos y qué sentimos en aquel momento? ¿Con quién nos encontramos?

¿Qué hay después de la muerte?

Relacionado muy estrechamente con las experiencias ECM, tenemos la experiencia extracorporal, que es la sensación de estar flotando proyectado fuera del cuerpo. En algunos casos el sujeto puede experimentar la autoscopia o posibilidad de ver el propio cuerpo desde el punto de vista de un observador externo. La proyección astral o desdoblamiento astral es un tipo de experiencia mental subjetiva, por la cual muchas personas dicen haber experimentado una separación o " desdoblamiento" de lo que llaman el cuerpo astral o cuerpo sutil, con respeco del cuerpo físico. Este fenómeno recibe varias denominaciones distintas, tales como desdoblamiento astral, proyección astral o viaje astral, entre otras. En el Ioga-vásista de Valmiki se menciona el linga-sharira (' cuerpo simbólico', o cuerpo invisible), que está relacionado con la sensación de desdoblamiento. El escritor Robert Monroe publicó Far journeys, donde presenta varios relatos sobre desdoblamiento astral. Monroe desarrolló un método llamado Hemisync para inducir las proyecciones. Tras el éxito de su libro, Robert Monroe fundó el Instituto Monroe para difundir sus ideas. En 1986, el parapsicólogo brasileño Waldo Vieira (1932-) publicó Projeciologia, donde registró más de 1900 casos provenientes de fuentes en 18 idiomas. William Buhlman, en Aventuras fuera del cuerpo, investigó métodos de desdoblamiento. En experimentos controlados, algunas personas fueron capaces de inducir la experiencia de manera ponderada, a través de visualizaciones dispuestas en un estado meditativo o en un sueño lúcido. La ciencia sabe relativamente poco sobre este asunto por no disponer de medios para comprobar dichas experiencias, mediante instrumentos de medición. Para la ciencia, hasta el momento, no hay ninguna evidencia de que la sensación de experiencia extracorporal tenga otra explicación aparte de una alucinación. El término EEC ( experiencia extracorpórea) fue introducido en 1943 por George NM Tyrrell en su libro Apariciones, y adoptado por algunos investigadores, como Celia Green y Robert Monroe, como concepto alternativo libre de prejuicios acerca de esta creencia, sin centrarse en etiquetas tales como " proyección astral", " viaje del alma" o " senda espiritual ". Aunque el término pragmáticamente se distancia de conceptos problemáticos desde el punto de vista científico, como alma o espíritu, los científicos todavía saben muy poco sobre el fenómeno de las experiencias extracorporales. Algunos investigadores recrearon experiencias extracorpóreas en estudios de laboratorio mediante la estimulación de ciertas partes del cerebro humano. Según Susan Blackmore, una de cada diez personas ha experimentado, una o más veces, una experiencia fuera del cuerpo a lo largo de su vida.

Cuando una persona sufre una EEC retiene alguna característica de su propio cuerpo físico, al que denomina " cuerpo astral". El cuerpo astral posee la capacidad de percepción a distancia, por lo que el concepto de " horizonte" tiene tan solo un sentido funcional en este tipo de percepciones. La percepción del cuerpo astral a través de la distancia posee una capacidad de ver objetos mucho mayor que la del sistema visual normal del individuo. La " forma astral" puede moverse en dimensiones espaciales a las que el sujeto original no está habituado, por lo que presenta ciertas limitaciones en sus procesos mentales a la hora de comprender su situación real. Si el cuerpo astral es lo mismo que lo que podríamos denominar " consciencia" de la persona, entonces las visiones que aparecen durante una ECM serían resultado directo de la percepción de su propia consciencia. Por el contrario, si el cuerpo astral incluye algún tipo de estructura que actúa a modo de interfaz entre la consciencia y el universo que se percibe, entonces el mecanismo de percepción es, obviamente, indirecto. De hecho, algunas religiones afirman que la consciencia no solamente puede separarse del cuerpo, sino también del cuerpo astral y, posiblemente, proseguir con separaciones más avanzadas. Resulta interesante cómo se hace referencia, de manera más o menos directa, a las experiencias extracorpóreas en algunos pasajes del cristianismo. Por ejemplo, veamos este texto de San Pablo en el Nuevo Testamento (Corintios): " Conozco a un hombre en Cristo que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar". Muchos estudiosos del Nuevo Testamento afirman que la frase " Conozco a un hombre en Cristo" se refiere al propio San Pablo, que es incapaz de explicar su propia experiencia extracorpórea. No solo esto. Si leemos cuidadosamente el resto de la frase, observaremos que también San Pablo, al igual que muchas personas que han sufrido una ECM, tuvo visiones celestiales y que, una vez más, al igual que las ECM, presenta la característica de inefabilidad. Es decir, una intensa dificultad para explicar lo experimentado por lo complejo de la experiencia, que excede a las sensaciones físicas habituales. En el islam la idea de un alma con existencia separada del cuerpo es un denominador común. Según el Corán: " Aquellos que pregunten sobre el espíritu deben decir: el espíritu se encuentra bajo las órdenes de mi Señor; pero de su conocimiento poco nos es dado". También llama la atención la asociación de estas experiencias extracorpóreas con visiones de seres celestiales. Por ejemplo, un testimonio relata que durante el procedimiento quirúrgico de un accidente cerebrovascular llegó a encontrarse con un ser al que identificó con Jesucristo: " Durante ese tiempo de intervención mi cuerpo se elevó hacia el techo. Estaba situado en un ángulo donde veía mi cuerpo y el de los médicos. Me encontraba agarrado a las espaldas de Jesucristo (yo le decía: "Déjame en la Tierra, no me lleves contigo, tengo que ver a mi hija vestida de colegiala, ella me necesita, solo tiene tres añitos"). Permanecí agarrado a Jesús hasta que terminó la intervención y Él me habló: "Ya puedes volver a tu cuerpo". Finalmente desapareció y desperté metido en mi cuerpo. Solo pude comunicarme con Jesús, a los médicos no pude escucharlos, tan solo verlos. Todavía hoy me cuesta creer que me sucediera, siendo tan escéptico como soy ".

El judaísmo comenzó a gestarse aproximadamente hace unos cuatro mil años en Oriente Próximo, entre tribus nómadas y, posteriormente, pueblos agricultores conocidos como hebreos. Entre ellos son muchos los protagonistas de sus creencias, tales como Abraham, Isaac, Jacob y Moisés. Es una religión monoteísta con un Creador que se relaciona con el mundo terrenal. Su documento esencial es un conjunto de escrituras que se divide en tres partes: la Torá o ley, los libros de los Profetas y las Escrituras. Además, algunos judíos también creen en el Talmud, que es una recopilación de tradiciones orales judías.La religión judía hace énfasis en la vida actual y no en la vida después de la muerte. Sin embargo, el judaísmo reconoce que la vida del espíritu no acaba en el momento de la muerte del cuerpo. Es responsabilidad del judío desarrollar una vida llena de sentido y no especular con la vida después de la muerte. Más aún, los textos sagrados de los judíos afirman que las acciones de la vida presente tendrán recompensa en la siguiente. No especifican en detalle el concepto de una vida después de la vida, si bien los judíos tradicionales creen que a la resurrección del cuerpo y del alma seguirá el juicio de sus vidas por el mismísimo Dios. Los judíos reformados creen que la resurrección es tan solo del alma, mientras que otros creen que se vive y se muere tan solo una vez. En las citas más antiguas, el concepto de paraíso y resurrección apenas están presentes. Por el contrario, sí que se menciona un reino donde descansan las almas, llamado Sheol, otro donde se juzga a las almas que han tenido un comportamiento positivo, el Gan Eden, y el infierno, llamado Gehenna. Todo ello dentro del contexto de la resurrección universal o del mundo por venir ( Olam Ha-Ba), donde el Mesías unirá al alma y el cuerpo de los creyentes. Al igual que en el Libro tibetano de los muertos, se describe la muerte con periodos de posibles tormentos tras un juicio celebrado en las cuatro esquinas de la Tierra. Son los cuatro elementos, aire, agua, tierra y fuego, que disuelven el cuerpo y dejan que la persona lo abandone. Para el buen judío, preparado ante la muerte, la transición puede ser tan suave " como sacar un cabello de una taza de leche ", permitiendo a la persona morir conscientemente y sin ningún tipo de temor. No existen muchas encuestas acerca de la creencia de la vida después de la muerte por parte del pueblo judío, pero en una, realizada en 1965 por Gallup, se indicaba, sorprendentemente, que tan solo un 17 por ciento de los judíos americanos creían en la vida después de la muerte, comparados con un 78 por ciento de los protestantes y un 83 por ciento de los católicos. Al no existir discusión alguna en las escrituras judías acerca de la vida después de la muerte, tampoco existen discusiones oficiales de las diversas autoridades religiosas judías respecto a este tema. Muchos judíos creen que sus almas deberán enfrentarse al juicio de Dios por sus hechos terrenales. Asimismo, muchos otros creen que se reunirán con los miembros de su familia en el cielo.

Simcha PaullRaphael describe en su libro " Jewish Views of the Afterlife" cómo las visiones en el lecho de muerte o en los días previos a la misma constituyen la primera parte de nuestra despedida. El siguiente paso es la separación del cuerpo físico, llamado hibbut ha-kever, que traducido al castellano sería " dolores de la tumba". Esta parte del proceso podría equipararse a las experiencias extracorpóreas, si bien es más extensa en cuanto a lugares y tiempo. Incluiría un periodo de tres a siete días post mortem, durante los cuales el alma visitaría a las personas y los lugares que solía frecuentar durante la vida. Por este motivo sería posible para las personas que se encuentran de duelo ver o sentir apariciones de aquellos a quienes querían. La segunda parada después de la muerte es un lugar denominado Gehenna, similar al purgatorio más que al infierno. Su propósito es el de eliminar sentimientos negativos provenientes de la vida que acabamos de abandonar y comenzar una purificación emocional. La estancia en este lugar no es, supuestamente, mayor de un año. La literatura judía menciona la ejecución de torturas del tipo " ojo por ojo" con objeto de expiar los pecados terrenales. Este proceso acaba de limpiar el alma de todas sus impurezas. El siguiente paso es la ascensión al reino de los cielos con dos niveles: el bajo y alto, el Gan Eden o Jardín del Edén. Son numerosas las historias medievales sobre el Gan Eden, que llegan a describir hasta siete tipos distintos de paraísos guardados por miríadas de ángeles, algunos bellísimos, que rodean a todos los seres prendidos por el amor y la verdad de Dios. El rabino Joshua ben Levi lo describe así: " El Gan Eden posee dos puertas para entrar que son resguardadas por sesenta miríadas de ángeles. Cada uno de estos ángeles brilla como el cielo. Cuando una persona pura de espíritu se acerca, los ángeles le quitan la ropa con la que ha sido amortajado y le cubren con nubes de gloria... En cada esquina hay sesenta miríadas de ángeles cantando con sus dulces voces, mientras el árbol de la vida y sus ramas en flor crece en medio del paraíso dando sombra a todos. Tiene más de cincuenta mil sabores, cada uno de ellos único". Esta estancia en el paraíso no constituye todavía el final de la purificación. Más allá del Edén existe el cuarto y último nivel, el mundo espiritual de Tzror ha-hayyim, también llamado " almacén de almas". Es el estado más elevado y más cercano a la perfección. Es lo que los ortodoxos denominan ver a Dios. Este cuarto y aparentemente último paso de purificación dentro de los procesos de la muerte puede dar lugar, en ciertos casos, a la reencarnación, también llamada gilgul. Aquellos que pueden reencarnarse son seleccionados de entre las almas de este cuarto nivel.

Estos cuatro niveles de perfeccionamiento después de la muerte se corresponden a los cuatro tipos de ECM descritos por Atwater en 1994, y a las tres etapas enumeradas por Stanislav Grof, en 1993. Atwater las denomina iniciales, infernales, paradisíacas y, por último, trascendentales. Mientras que Grof las clasifica en felicidad fetal prenatal, agonías del parto y liberación trascendental después del tormento posparto. Es llamativo que en las escrituras hindúes también existen cuatro niveles, si bien tan solo tres cuerpos para el alma.Simcha Paull Raphael describe tres niveles básicos para el alma y la tradición mística judía que se corresponden con los tres cuerpos hindúes: Nefesh o vegetativo, que sufre la tumba; Ruah o emocional, que entra en la Gehenna y el Bajo Gan Eden; Yl Neshamah o alta consciencia, que entra directamente en el Alto Gan Eden. La esencia espiritual o Hayyah vuelve a su fuente, mientras que un quinto nivel intermedio, el Yehidah, entra en el útero donde, presumiblemente, pasa por los cuatro estados de parto que describe Grof. En el Libro del esplendor ( Zohar) el misterio de la muerte desempeña un papel importante. El Zohar es, junto al Séfer Ietzirá, el libro central de la corriente cabalística o kabalística, supuestamente escrito por Shimon bar Yojai en el siglo II, pero cuya autoría se debe probablemente a Moisés de León, rabino y filósofo sefardí castellano. De hecho, en el texto se describen varias tradiciones en relación al destino de la persona y de su propia alma. A este respecto, el Dr. Liat Abramovitch relata el caso de un judío ortodoxo que sufrió una ECM y cuya experiencia no se correspondía exactamente con el estricto aprendizaje de las escrituras sagradas que había realizado desde su más tierna infancia, por lo que tuvo que ser asesorado por rabinos y psiquiatras para comprender lo sucedido, integrarlo en su estructura cultural-religiosa y evitar la sensación de angustia que sentía. En este sentido, podríamos decir que las tradiciones religiosas pueden servir incluso de guía, ya que cuando la experiencia personal se desvía significativamente de sus normas culturales o religiosas parece que el individuo posee un mapa de un país en el que no se encuentra. Uno puede persistir en utilizar el mapa incorrecto a pesar de que el terreno no se corresponda o, por el contrario, lo sano es arrojar el mapa, cambiarlo y comenzar a explorar el terreno por uno mismo. No es menos cierto que entre estos dos postulados puede existir un momento de pánico, cuando nos damos cuenta de que nuestras tradiciones religiosas ya aprendidas no se corresponden con la experiencia de la ECM.

El término " islam" quiere decir " sumisión", es decir, la sumisión a la voluntad de Dios. Es una religión monoteísta que posee raíces tanto en el judaísmo como en el cristianismo. Su libro sagrado es el Corán, que recoge la revelación de la palabra divina al profeta Muhammad (Mahoma), nacido en el año 570 d. C. en La Meca. La muerte es considerada en el islam como el cese de la vida biológica y el descanso en la tumba hasta el día del juicio final. Desde el momento de la muerte hasta dicho día del juicio, los musulmanes creen que el espíritu se encuentra en un estado durmiente, con ciertas excepciones y visiones de eternidad. Los musulmanes creen en la inmortalidad del alma humana y el propio Corán enseña que en el momento de la muerte el alma se separa del cuerpo gracias al ángel de la muerte. Las nociones de resurrección, paraíso e infierno han existido en el islam desde los tiempos del profeta Mahoma. Tanto el Corán como los hadices (citas del profeta) se refieren a la vida después de la muerte. El ser humano, creado a imagen de Dios, está formado de una capa exterior, compuesta de barro, y un soplo divino que se comunica con el Creador y que se localiza en el centro del organismo. Es el reflejo microcósmico del islam macrocósmico, que se ve como un universo de infinitos reinos cuyo centro está lleno de luz, la creación más pura de Dios. El exterior de la persona, compuesto de barro, representa la oscuridad. El alma humana, para el islam, reside en algún sitio entre estos dos polos: luz y oscuridad. Cuando fallece un ser humano, el alma se decanta en un mundo intermedio ( barzakh), un reino localizado en el centro cósmico luminoso hasta el día de la resurrección. En este mundo intermedio, que se parece a las ensoñaciones, el alma liberada de las capas de su cuerpo puede despertar y apercibirse de su verdadera naturaleza. Este mundo intermedio es muy importante para prepararse hasta el día de la resurrección, que ocurrirá al final de los tiempos. Ese día las almas se unirán nuevamente a los cuerpos y comenzará la vida eterna, ya sea en el paraíso o en el infierno, dependiendo de sus méritos. Respecto a estos méritos y de acuerdo a los hadices, el día de la resurrección, Dios vendrá a la Tierra con los ángeles. En ese momento, los ángeles y las personas tendrán que presentarse ante Dios y cada persona llevará su propio libro donde vienen escritas sus obras. Estas obras son vertidas en los tributos gracias a dos ángeles conocidos como " los escribas honorables". En estos libros individuales vienen descritas nuestras obras, algo realmente muy parecido a las visiones panorámicas que sufren las personas durante la ECM. Dios pondrá a prueba a cada persona y pesará sus actos con una balanza especial, el mizan. Ya se vuelque en un sentido u otro, ese será el destino de la persona. Una vez juzgada, el alma deberá cruzar un puente llamado sirat. Este puente es amplio para las almas bondadosas, que podrán cruzarlo con facilidad y alcanzar el paraíso. Sin embargo, las almas pecadoras encontrarán el puente afilado como una hoja de afeitar, de manera que cuando posen su pie caigan directamente al infierno. El día de la resurrección el espíritu será juzgado por sus acciones durante la vida terrenal y será dirigido hacia el paraíso, para encontrarse con Dios, o bien hacia el infierno, para pasar un purgatorio y purificarse o, por el contrario, ser c no musulmanes o infieles pueden llegar al paraíso tan solo pasando por el purgatorio.

Algunos autores como Allan Kellehear, Patrick Heaven o Jia Gao han sugerido que las ECM han sido las principales responsables del desarrollo del budismo en China. Estos investigadores estudiaron a 197 personas en Beijing. De ellos, 26 llegaron a presentar una ECM con características semejantes a las occidentales. Respecto a China, llama la atención la investigación realizada por el doctor Zhi-ying, que entrevistó a 81 personas supervivientes del terremoto de Tangshan, ocurrido en 1976. Encontró que nada menos que 32 de ellas habían pasado por una ECM. Asimismo, descubrió que prácticamente toda la fenomenología propia de las ECM se presentó en estas personas, incluyendo la entrada en el túnel, la sensación de paz, la revisión vital, el encuentro con personas ya fallecidas, etc. En otro país asiático, Tailandia, el neurocientífico budista Todd Murphy estudió diez casos de ECM. Los resultados son similares a los obtenidos en China o la India, ya que es un país también muy influenciado por las creencias budistas. Durante estas visiones, los tailandeses llegan a ver a los yamatoots, que no son otra cosa que la mano derecha de Yama, el señor del más allá, que podría compararse a las visiones occidentales de los seres de luz que sirven de guía y de acompañamiento a la hora de realizar una revisión vital. También llama la atención que estas revisiones vitales no suelan abarcar aspectos generales de toda la vida del individuo, sino tan solo acontecimientos particulares que son puestos en tela de juicio. Al igual que ocurre en otros países asiáticos, llama mucho la atención la ausencia de túneles durante las ECM. El libro tibetano de los muertos, el Bardo Thodol, fue escrito al parecer en el siglo VIII d. C. por el fundador del budismo tibetano, Padmasambhava. Es de gran interés para los investigadores relacionados con las ECM, ya que se aprecia cómo hace más de doce siglos se conocían elementos relacionados con estos fenómenos. Por ejemplo, en El libro tibetano de los muertos se describen tres estados transitorios posteriores a la muerte: en el primero, cuando el alma sale fuera del cuerpo, la persona tiene visiones de una luz clara. En la segunda etapa, la persona se encuentra con una sucesión de deidades. En el tercer tramo, se juzga el alma según las acciones de la vida pasada por parte de Dharma Raja, el juez de los muertos. En esta última etapa, el alma se desplaza por la Tierra de manera instantánea y sin ningún tipo de esfuerzo. Puede ver su casa y a su familia, que se encuentra pasando por el proceso de duelo, e intentar, inútilmente, convencerles de que sigue vivo para, al final, darse cuenta de que tan solo está muerto para el resto de los humanos. En el siguiente paso, el alma debe enfrentarse a la presencia de Yama, quien pesa las acciones buenas y malas que ha realizado el muerto durante su vida. Esta última situación recuerda sobremanera las experiencias extracorpóreas relatadas en Occidente: ver el propio cuerpo o a la familia que se encuentra sufriendo la muerte del observador. Más aún, en este libro tibetano se dice que, cuando la consciencia abandona el cuerpo, la persona puede ver y escuchar a los amigos y a la familia que se encuentran alrededor del cadáver, pero no puede comunicarse con ellos. Respecto a los seres de luz que muchos occidentales dicen haber visto, el Libro tibetano de los muertos los denomina luz clara o Buda Amida. Esencialmente, El libro tibetano de los muertos es una guía para que las personas en trance de muerte puedan llegar al nirvana o, por lo menos, optar a una mejor reencarnación en su próxima vida.

El resultado fue que la experiencia se asemejaba en algunas características a las occidentales, pero difería en otras. Por ejemplo, los hindúes no llegaban a ver su propio cuerpo desde fuera, mientras que los occidentales suelen hacerlo. Asimismo, los hindúes reportaban que en ocasiones eran llevados por error al reino del más allá por seres que parecían funcionarios y que, una vez descubierta su equivocación, eran devueltos a la vida terrenal. Los occidentales, por el contrario, mencionan encuentros con miembros de la familia ya fallecidos que les ordenan volver a la vida. Una de las verdades de las ECM es que cada persona las integra en su propio sistema de creencias. Según los trabajos de Pasricha y Stevenson, los datos obtenidos de las personas que han sufrido una ECM en la India no parecen mostrar la visión de un túnel ni tampoco experiencias extracorpóreas. De todos modos, la muestra era realmente reducida, tratándose tan solo de 8 casos. Pasricha afirma que las personas a las que entrevistó no hablaban de túneles ni tampoco de experiencias extracorpóreas. Por el contrario, la escritora y conferenciante inglesa Susan Blackmore afirma, en uno de sus estudios, que existen personas que notan la sensación de atravesar un túnel. Sin embargo, el número de casos descrito por esta autora es de tan solo tres personas, y Allan Kellehear la critica en relación a que las personas que ella entrevista parecen aceptar la existencia del supuesto túnel tan solo después de ser inducidos a esta idea por parte de la autora. En todo caso, la revisión vital y la llegada a otro tipo de mundos o reinos trascendentes sí que parecen corresponderse con lo que ocurre en Occidente. Resulta llamativo que en estos mundos encontrados no parecen hallarse figuras de familiares ya fallecidos, sino, por el contrario, deidades o entidades propias de la cultura circundante. Este último extremo llama la atención y podría pensarse, por comparación, que en Occidente la aparición de figuras propias de nuestra familia podría no ser otra cosa que una proyección de nuestros deseos. Es decir, una interpretación de aquello que ocurre en nuestra mente y que luego, al volver al mundo terrenal, necesitamos darle una interpretación adecuada. En el caso que nos ocupa, los orientales tenderían a ver a aquellas deidades que desean ver inconscientemente. Paramahansa Yogananda describe tres entidades relacionadas con el alma. La inferior es la física, a la que sigue el nivel astral, en el que las emociones encuentran su máxima expresión. La siguiente es la causal, propia de un nivel mental o intelectual que culmina la unidad cósmica con el infinito. Resulta llamativo que este último nivel se asemeje mucho a la unión con la luz que preconiza Kenneth Ring.

La muerte en la religión mormona no es considerada el fin de la existencia del individuo, sino el comienzo de una nueva vida. Los mormones creen que siempre han vivido y que siempre vivirán en el mismo individuo, nunca como otra persona o transformándose en alguna otra forma de vida. Los miembros de la conocida como Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días por supuesto que se entristecen cuando algún miembro de la familia fallece, pero son reconfortados en la creencia de que después de la muerte el alma se une a Dios en un mundo espiritual, continuando con el progreso de conocimiento y a la espera de reunirse con otros miembros de la familia, tras la resurrección del cuerpo físico y el juicio final. Es decir, la vida después de la vida es uno de los pilares fundamentales de esta religión. Entre los mormones hay hijos perdidos, es decir, antiguos creyentes que traicionaron a la Iglesia y que por ello son destinados al castigo eterno. A todos los demás se les garantiza la entrada en algún tipo de paraíso. En el paraíso de calidad inferior no se está en contacto directo con Dios, mientras que los que han realizado una vida conforme a sus creencias pasarán el resto de su existencia en comunión con el Creador. Más aún, los mejores de este último grupo pueden llegar a ser, ellos mismos, deidades y poblar nuevos universos con sus espíritus. De hecho, la Iglesia mormona es la única que posee una verdadera red de seguridad, ya que a cualquier persona que no haya atendido a la palabra divina le será otorgada una oportunidad en el paraíso de poder escucharla y, si el espíritu es receptivo y acepta las enseñanzas, recibirá las bendiciones de Dios. El juicio que relatan los mormones respecto a sus ECM es, esencialmente, un juicio a sí mismos. Es similar a los descritos por personas de otras religiones en relación a la visión panorámica de su vida completa y el juicio propio respecto a las acciones individuales al enfrentarse al ser de luz. Una vez realizado este juicio, el espíritu se agrupa con otros de las mismas características. Asimismo, los mormones, al igual que las personas pertenecientes a otras religiones, también llegan a encontrarse con miembros de su propia familia, que podrían haber muerto mucho tiempo antes. Sin embargo, quizás haya dos características que diferencian a las personas mormonas que han sufrido una ECM. La primera de ellas es que, al recuperarse de la muerte, relatan que en el más allá les pidieron realizar alguna cuestión particular al volver a la vida como, por ejemplo, cuidar de alguna persona a la que no habían prestado atención. La segunda es que muchas personas que han sufrido una ECM cuentan cómo en el más allá recibieron instrucciones de tipo religioso o de alguna otra índole de seres con los que se encontraron, según revela Craig R. Lundhal, médico e investigador de la Universidad de Nuevo México. Es llamativa la elevada frecuencia de ECM entre personas de religión mormona. La explicación podría deberse a los valores sociales de sus integrantes, que alientan a los individuos a compartir sus ECM de manera mucho más abierta que en otros grupos sociales, ya que los mormones interpretan este tipo de experiencias como parte de sus creencias religiosas y como un atisbo real del más allá. Los mormones han llegado a describir las vivencias más allá de la muerte con sumo detalle: un mundo sumamente organizado y basado en un orden moral y estratificado en el que la unidad básica social es la familia, pero integrada en un complejo sistema social. Más aún, los mormones sugieren que ese otro mundo es vasto y que se encuentra cercano al mismo planeta Tierra. Hay edificios por doquier, de mejor diseño y construcción que los aquí presentes, rodeados de una vegetación indescriptiblemente bella. Asimismo, las personas disponen de nuevas capacidades y poderes mentales que pueden ejercitar, así como diversas y atractivas vestimentas.

Caroline Schorer describe un par de casos de experiencias cercanas a la muerte que sucedieron a principios del siglo XIX en el valle del Mississippi, entre indígenas de América del Norte, y que, a su vez, vienen recogidos en una publicación de la época. En estos relatos las personas sufrieron experiencias extracorpóreas y se encuentraron con otros reinos y con seres ya fallecidos. No se mencionan ni la experiencia del túnel ni la de la revisión vital. De mayor interés parece ser el relato recogido por el investigador chileno Juan Gómez-Jeria. A raíz de una interesante ECM sufrida por un mapuche en el sur de Chile y grabada en su audio en 1968, Gómez-Jeria relata sus impresiones sobre este caso, que se encuentran reflejadas en el libro El hombre que murió y se fue al volcán, publicado en 1992. Los mapuches ( gente de la tierra) habitan el sur de Chile y ciertas zonas del sur de Argentina. Cada comunidad se identifica a sí misma como mapuche, mientras que denomina a las otras de distinta manera: huilliches (gente del sur), puelches(gente del este), ranculches (gente del pasto rojo), etc. Los mapuches creen que la vida continúa después de la muerte en un cuerpo que es un doble exacto del que poseen en esta realidad. Este otro cuerpo presenta las mismas necesidades y sentimientos. Y no solo eso, sino que también preserva todas sus características, las que estaban presentes en el momento de la muerte. Cuando llega el momento final, este doble se separa del cuerpo físico y entra en la fase am, desde donde sigue relacionándose con los lugares y las personas que conocía. Sin embargo, un año más tarde el am se desplaza a una región espiritual y se convierte en un pulli que, a su vez, sigue cuidando desde esa dimensión a su familia y amistades. Los mapuches incorporan al pulli en el pillán, una entidad que no se corresponde con un dios o con un demonio, sino más bien con un ancestro. Cada clan y cada tribu tienen su propio pillán, que puede ser femenino o masculino. Allan Kellehear (2001) relata un caso de ECM que aparece en un libro sobre el folclore hawaiano de principios del siglo XX. El autor titula a ese capítulo del libro " Una visita a la tierra de los espíritus o la extraña experiencia de una mujer en Kona, Hawaii". Según explica, Kalima se encontraba enferma durante varias semanas hasta que, finalmente, falleció. Su muerte fue tan convincente que su familia y amigos prepararon su tumba y comenzaron con su funeral. Cuando se encontraban practicando estos ritos, los testigos vieron cómo comenzaba a respirar y abría los ojos. Naturalmente, los presentes se llevaron un susto. Tantos días de enfermedad habían servido para debilitarla, pero cuando comenzó a recuperarse una increíble historia fluyó de sus labios: " Yo morí, como todos sabéis. Abandoné mi cuerpo y me quedé a su lado mirando hacia abajo, a aquello que había sido yo [...]. Miré mi cuerpo durante unos minutos, me di la vuelta y me alejé caminando. Dejé atrás la casa y el pueblo y llegué hasta la siguiente villa, donde encontré a muchísima gente [...]. Había miles de hombres, mujeres y niños. Algunos de ellos me eran conocidos y habían muerto hacía muchos años, pero casi todos eran extraños para mí. Todos se encontraban muy contentos. Nada les preocupaba. La alegría estaba dibujada en todas sus caras y la risa y las palabras amables en cada una de sus bocas. Dejé el pueblo y me fui al siguiente. No estaba cansada, así que no me importó caminar. Otra vez me encontré con lo mismo: miles de personas y todas muy alegres y felices. Nuevamente conocía a algunas, hablé con unas pocas y seguí mi camino ".

Gracias al antropólogo francés Marcel Griaule disponemos de un legado sorprendente de publicaciones desde las décadas de 1920 y 1930. Así sabemos que, como la mayoría de los pueblos africanos, su cultura religiosa es el animismo. Es decir, los dogón honran la tierra que les da la vida y que los alimenta y que también los acoge después de la muerte. Lo realmente llamativo respecto a los mencionados conocimientos astronómicos es que, en el caso de ciertas estrellas muy brillantes, como Sirio, conocen además una serie de cuerpos que la orbitan, que son absolutamente invisibles a simple vista y que no fueron descubiertos hasta finales del siglo XIX. Sin embargo, existen documentos que prueban el conocimiento de estos objetos celestes por parte de los dogón con varios siglos de anterioridad al mundo occidental. Más aún, tienen una fiesta, que se celebra cada sesenta años coincidiendo con determinada posición de la estrella Sirio y en la que se exhiben diversas máscaras tradicionales. Asimismo, existe otra fiesta denominada " de la Dama ", que permitiría a los muertos partir y unirse a sus antepasados. El culto a los muertos es un elemento esencial en la religión dogón. Durante las ceremonias fúnebres, en las que se produce un duelo entre el bien y el mal, las personas que danzan con estas impresionantes máscaras de madera, representan la lucha entre el bien y el mal y el juicio al que se tiene que exponer la persona antes de entrar en el más allá. Entre los dogón, en entrevistas personales realizadas en diversas aldeas a lo largo de la falla de Bandiagará, los habitantes insisten en la existencia de un viaje que comienza una vez muertos, hacia el reino del más allá. Sin embargo, deberíamos diferenciar este tipo de expresiones de corte místico de lo que denominamos una experiencia cercana a la muerte. Melvin Morse habla de ECM en África, principalmente en Zambia. Sin embargo, no parece quedarle claro si lo que recoge en sus artículos procede de las tradiciones y experiencias de los africanos o, por el contrario, es algo muy influenciado por la colonización cultural occidental. Los relatos que recoge este autor incluyen, como en los dogón y otros pueblos, largos viajes hacia el más allá, oscuridad, encuentros con personas muertas, algunas vestidas con túnicas blancas, y seres sobrenaturales. Greyson critica los trabajos de este autor, ya que dice que interpreta elementos que sus entrevistados parecen no haber dicho. Por ejemplo, algunos hablan de oscuridad y Morse lo interpreta y comienza a hablar de túnel, cambiando el sentido del término original. Asimismo, en estas experiencias africanas parecen encontrarse ausentes en todos los casos un par de elementos: la revisión vital y las experiencias extracorpóreas.

Quizás una de las cuestiones más llamativas es que lo que los fundadores de las principales religiones del mundo han reivindicado durante siglos parece ser hoy en día corroborado a través de las personas que sufren experiencias cercanas a la muerte. Hasta el punto de que muchos científicos que otrora despreciaban este tipo de conocimientos milenarios se encuentran hoy con un interés creciente en este tipo de cuestiones. Un detalle aún más notable es cuandoinvolucra a sectores sociales a los que resulta difícil explicar las ECM, como es el caso de los niños pequeños, los invidentes de nacimiento y las personas en coma que fueron declaradas cerebralmente muertas. Quizás fueron Sigmund Freud y sus discípulos quienes crearon ciencias en las que la información recogida posee aspectos tanto cuantitativos como cualitativos. La razón principal es que las experiencias que estudian el comportamiento humano son extremadamente imprecisas bajo el prisma actual de la ciencia. De alguna manera los humanos son predecibles y siguen las leyes del comportamiento cuando se encuentran en grupo, pero fallan cuando se les intenta estudiar de manera individual. John Tomlinson, director del Instituto Americano de Salud, opina que las ECM puedan ser un encuentro con Dios o alguna entidad semejante. Sería, en su opinión, un evento tan importante como el ocurrido en Palestina hace más de dos mil años. Asimismo, observando que las ECM son sufridas tanto por los creyentes como por los ateos, la conclusión sería que esa supuesta existencia de Dios se extendería, obviamente, más allá de los límites de cualquier religión en particular. Al mismo tiempo, para algunos investigadores, las ECM no son explicables por la pura química cerebral. Por ejemplo, algunos trabajos de Michael Sabom y Kenneth Ring aparentemente demuestran que personas ciegas de nacimiento llegar a ver cosas en su derredor durante su experiencia cercana a la muerte, lo que constituiría, en caso de ser probados, un verdadero terremoto para la ciencia actual. Asimismo llama la atención, por ejemplo, que las personas que intentaron suicidarse y que quedan señaladas de forma negativa respecto a su conducta, en vez de tener una experiencia cercana a la muerte negativa, terrorífica o similar, por el contrario suelen tenerlas tan positivas como las que aparecen en los que han sufrido una enfermedad o un traumatismo determinado. Es decir, la hipotética influencia cultural no parece darse en todos los casos. Si atendemos estrictamente a los testimonios de las personas que han sufrido una ECM, podríamos obtener tres conclusiones rápidas: la primera es que aparentemente los humanos tienen algo que les diferencia de otros seres vivos. La segunda es que hay vida después de la muerte y que se nos juzgará por nuestra conducta en la Tierra. La tercera es que existen seres más allá de nuestro reino del tiempo y del espacio que interactúan con nosotros.

Lo cierto es que atribuir el significado de ciertas imágenes a, por ejemplo, un túnel, no deja de ser algo cultural. Si tomamos en consideración que una de las características de las ECM es la dificultad para explicarla en términos adecuados, no es de extrañar que resulte complicado explicar de qué se trata esa especie de sensación de desplazamiento a través de la oscuridad. Asimismo, tampoco podemos despreciar el significado simbólico de un túnel. Es decir, la estructura que conecta un lugar con otro. También podría ser que para algunas personas el túnel no fuese otra cosa que la interpretación que se da al momento previo a entrar en la luz. Otro significado simbólico es el de abandonar un momento lleno de dificultades: " Hay luz al final del túnel ". Los túneles son lugares en los que se entra, no se sabe muy bien qué contienen y a cuya salida nos podemos encontrar con lo imprevisto. Antes del túnel nos encontramos con lo familiar, y a la salida con lo inesperado. Los túneles también simbolizan, al igual que los puentes, la transición de un lugar a otro, y no podemos olvidar que nuestro lenguaje social es sumamente importante a la hora de interpretar este tipo de vivencias. Y tampoco olvidemos que cada cultura tiene un lenguaje distinto y una forma distinta de ver el mundo. Pero ¿por qué no hay puertas ni entradas? Quizás porque lo que realmente representamos en el túnel es la sensación de movimiento a través de la oscuridad. De esta manera la mejor traducción que tenemos de la experiencia es la de describir la situación mediante la analogía de viajar a través de un túnel. No podemos olvidar, a este respecto, que lo que intentamos comunicar es una experiencia personal.

A principios del siglo XX comenzaron algunos matemáticos avanzados a especular con la existencia de una cuarta dimensión. Estructura que, además, podría explicar la desaparición brusca de objetos desde este mundo. Cada vez es mayor el número de físicos que se inclinan a aceptar la posible existencia de otras dimensiones o hiperespacios análogos al sistema en el que vivimos, aunque sean inaccesibles o invisibles el uno con respecto al otro. La posible existencia de estas dimensiones invisibles e inaccesibles ha sido objeto de estudio por parte de filósofos y teólogos a la hora de establecer todo tipo de hipótesis, incluida el que dos de estas dimensiones pudieran estar temporalmente comunicadas una con la otra. El problema parece generarse al intentar descubrir si realmente hay diferentes dimensiones inaccesibles entre sí. Una hipótesis podría considerar que se accede a estas dimensiones durante estados mentales alterados, propios de momentos privilegiados. Los físicos, hoy en día, han desarrollado teorías acerca de los agujeros negros y la antimateria y de cómo ciertas entidades subatómicas se relacionan con otras dimensiones. El hecho de que pudieran existir otras dimensiones podría dar explicación, entre otras cosas, a la supuesta habilidad para desplazarse fuera del cuerpo y ver cosas que suceden en otras estancias, en ocasiones a kilómetros de donde está ocurriendo la ECM. A este respecto, las recientes teorías de física en relación a las supercuerdas podrían predecir la existencia de otras numerosas dimensiones que comúnmente no podemos percibir. Un ejemplo de las mismas es el de la Teoría M, que se encuentra construida y desarrollada a partir de la teoría de las supercuerdas y que incluye diez dimensiones espaciales, siendo el tiempo la número once. Realmente, la opinión generalizada de los científicos en los últimos años es que dichas dimensiones verdaderamente existen, pero que no pueden ser percibidas por nosotros. Más recientemente, en el año 2000, Nima Arkani-Hamed, físico teórico canadiense de origen americano, con intereses en la física de alta energía, teoría de cuerdas y cosmología, ha descrito que estas dimensiones podrían ser de mucho mayor volumen de lo que previamente se consideraba. Esta última idea constituye un alivio para muchos científicos, ya que solucionaría muchos problemas de física teórica que aún se encuentran pendientes de resolver. La manera más fácil de comprender, desde una perspectiva visual, qué nos podríamos encontrar en cada una de las dimensiones a través de las cuales pudiésemos desplazarnos es comenzar con modelos simples e ir convirtiéndolos, progresivamente, en otros de mayor complejidad. Así, por ejemplo, ¿cómo sería vivir en universo de una sola dimensión? El mundo en el que vivimos parece tener tan solo tres dimensiones. Es decir, solo podemos ver la superficie más cercana de las cosas que nos rodean y no las lejanas ni tampoco el interior. Nos visualizamos moviéndonos hacia arriba, abajo, derecha, izquierda, adelante o atrás. Podemos imaginar un espacio en tan solo tres dimensiones.

En la religión hindú, un antiguo texto sagrado, el Rig-Veda, dice: " Ponme en ese mundo incorrupto en el que no existe la muerte, donde domina el reino de la luz". En el budismo se habla de que en el momento de la muerte aparece el Buda de la Infinita Luz, cuyo papel consiste en mostrarse justamente en ese momento trascendental. Los budistas creen que la aparición de ese Buda de Luz les sirve como guía hacia la Tierra Pura. Los mazdeístas y sus antiguas escrituras, derivadas de las creencias de Zaratustra, revelan que en el más allá también existe un ser luminoso que solo las almas bondadosas se encontrarán. Es una visión de una divinidad, Ahura-Mazda, descrita como una luz en su estado más puro. En el caso de los judíos el encuentro con un ser de luz se basa en la literatura que manejan los rabinos: " Mientras que el hombre no puede ver la gloria de Dios durante su vida, la podrá ver en el momento de su muerte". De igual manera, para los cristianos la luz y su significado a través de los pasajes bíblicos adquieren especial relevancia: " Y hablóles Jesús otra vez, diciendo: "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la lumbre de la vida"". San Pablo, en Corintios, apunta a que Satán puede llegar a disfrazarse como un ángel de luz y, aunque pueda resultar sorprendente, no son pocos los cristianos evangelistas que ven a Raymond Moody, el primer autor que popularizó las ECM, como un verdadero emisario de Satán que confunde a las personas con sus libros. En el caso del islam las cosas no son distintas, ya que el propio Corán describe a Alá como la luz: " Dios es la luz de los cielos y de la tierra ". Dicha luz no es tan solo una sensación lumínica, sino que se acompaña de revelaciones y de la adquisición de conocimientos. Kenneth Ring describe cómo el mundo de luz se encuentra después de pasar el túnel. En este punto, afirma el autor, la persona percibe un reino de belleza indescriptible y de esplendor, donde habitualmente se encuentran los espíritus de sus familiares ya fallecidos y amados. Para Ring hemos entrado en un dominio de altas frecuencias, una dimensión creada a partir de la interacción de las estructuras de pensamiento. Estas estructuras se combinarían para formar patrones, una especie de ondas de interferencia similares a una holografía. Y de la misma manera que las imágenes holográficas parecen reales cuando se iluminan con un haz de láser, así las imágenes producidas por la interacción de pensamientos también parecen reales.

Aquí creemos procedente hacer mención a los registros akáshicos (de akasha, en sánscrito: cielo, espacio, éter). Se trataría de una especie de memoria de todo lo que ha acontecido desde el inicio de los tiempos que estaría registrada en el éter. Allí se almacenaría todo lo que ha acontecido desde el inicio de los tiempos y todos los conocimientos del universo. Actualmente las personas que siguen doctrinas esotéricas creen en la existencia de estos registros. El adjetivo akáshico es un neologismo acuñado por la teósofa británica Annie Bésant (1847-1933), que proviene de ākāśa, un término existente en el antiguo idioma sánscrito de la India, que significa ' éter', un fluido intangible, inmaterial y sutil, que los antiguos hinduistas suponían que penetraba todo el universo y sería el peculiar vehículo del sonido y la vida. Pero no hay ninguna palabra sánscrita que signifique " registro akáshico", a pesar de que el sánscrito es un idioma muy exhaustivo en lo que respecta a nombrar fenómenos paranormales o sobrenaturales. Según la británica Besant, aquellos que pueden acceder a estos registros serían personas con dones espirituales, tales como los chamanes u otro tipo de médiums, los cuales se diferenciarían unos de otros en cuanto al modo de ingreso en dichos registros, pudiendo ser por medio del sueño lúcido, la proyección astral u otras formas de " experiencias extracorpórales" (EEC). En 1913, el teósofo británico Charles Webster Leadbeater (1854-1934) publicó su libro Man: How, Whence, and Whither?, donde cuenta sus experiencias analizando los registros del éter desde el verano de 1910 en la sede de la Sociedad Teosófica, en Adyar (Tamil Nadú, India). Allí contó la supuesta Historia de la Atlántida y otras civilizaciones desaparecidas. También afirmó que la sociedad en la Tierra del siglo XXVII estará alimentada por energía atómica. Después del libro de Leadbeater, una gran cantidad de europeos y estadounidenses declararon que también podían acceder a los registros akáshicos, y empezaron a publicar libros acerca de sus hallazgos. Este concepto es de uso mayoritario en diferentes doctrinas esotéricas. Sus partidarios creen que estos registros akáshicos han existido desde el principio de la creación del universo, creados por Dios para algún propósito específico, desconocido para el hombre. Deduciéndose de dichas premisas, sus defensores establecerían diferentes tipos de registros akáshicos que contendrían la base de datos de los mundos vegetal, animal, mineral y humano, los fenómenos paranormales, el conocimiento trascendental de las cosas y la vida cotidiana. Las tradiciones religiosas específicas implicadas (el hinduismo y el cristianismo) no aceptan estos registros akáshicos, ya que no hay ninguna mención de que sus escrituras sagradas estuvieran registradas en el éter. En esos textos ni siquiera se mencionan estos archivos. La comunidad científica tampoco acepta los registros akáshicos, debido a la ausencia de evidencia verificable independiente.

De todos modos, cada vez más autores parecen proclamar que la memoria podría estar almacenada en campos holográficos fuera de los límites físicos del organismo humano. Las memorias, pues, serían accesibles por parte del cerebro conectando con esa especie de campo ambiental. Es decir, los datos no estarían almacenados dentro del propio cerebro, tal cual indica la ciencia ortodoxa. Esto tendría cierta lógica y podría explicar cómo es posible que ciertas personas con propiedades de clarividencia accediesen a esa memoria colectiva. Un ejemplo claro de esta propiedad explicaría la naturaleza empática de las revisiones vitales cuando nuestros pensamientos y acciones son revisados desde la perspectiva de terceras personas. Esta teoría también podría relacionarse con el concepto de Jung referente al inconsciente colectivo. Entonces, ¿para qué sirve el cerebro? Su función sería la de servir de mediador coherente para acoplar numerosos subsistemas. Si hacemos un símil con la informática, el cerebro sería la unidad de proceso central relacionada con un vasto sistema operativo, si bien infinitamente más sofisticada que cualquier ordenador existente. Más aún, la memoria holográfica, aunque almacenada de forma global, podría ser accesible de forma local, de igual manera que un holograma puede ser reproducido en su totalidad con tan solo iluminar una pequeña parte de él con un haz de láser. Edgar Mitchell, un autor que ha aplicado las teorías de la física cuántica a la construcción de la consciencia, afirma que " el descubrimiento del holograma cuántico no local [...] nos provee del primer mecanismo físico cuántico compatible con el mundo tridimensional macroescalar tal cual lo experimentamos en nuestra realidad cotidiana". En líneas generales, la holografía cuántica podría describir todos los procesos en todas las escalas cosmológicas, desde las partículas subatómicas hasta las interestelares. Es un campo que nos debería hacer reconsiderar nuestras visiones clásicas del tiempo y el espacio. Una de las aplicaciones prácticas en medicina de la holografía cuántica son las imágenes por resonancia magnética, que los hospitales utilizan de manera rutinaria para obtener imágenes del interior del cuerpo humano. Otra de las estructuras relevantes en relación a la comunicación cuántica holográfica de la memoria es el ADN.

La capacidad de esta molécula para comprimir información de manera holográfica es virtualmente ilimitada y ya fue descrita por Marcer y Schempp en 1996: " El ADN define una firma única y espectral o bien un conjunto de frecuencias sobre el cual, potencialmente, se puede escribir la historia o experiencia total de un organismo viviente ". De hecho, el ADN es considerado el medio universal de almacenamiento de información holográfica. Los casi tres billones de pares de bases proteicas contenidas en cada célula humana se asemejan a un enorme almacén de discos duros de ordenador. Sin embargo, un sistema de memoria cuántico holográfico requiere de otro concepto: "energía del punto cero". La existencia de energías del punto cero se refiere al también llamado "vacío cuántico". Todo el espacio, incluyendo las áreas entre las partes sólidas de la materia, contiene un potencial de energía enorme. La materia y la energía se están continuamente creando y destruyendo, emergiendo espontáneamente y desapareciendo de vuelta al campo de energía del punto cero. Los científicos actuales consideran que en este vacío cuántico se encuentra la fuente de la materia y la energía en el universo. Marcer y Schempp describen un modelo cuántico desde el punto de vista dinámico de dicho vacío en relación a un modelo holográfico. Ya que cada partícula emite y absorbe partículas de energía o información que se propagan a través del campo de energía del punto cero, la historia completa de cada partícula se almacena y queda accesible para su posterior recuperación. El campo de energía del punto cero ha sido propuesto como un medio de almacenamiento para la memoria en todas las interacciones de partículas, a una escala macroscópica como, por ejemplo, los acontecimientos de una vida humana. En este modelo científico el proceso de la memoria, el cerebro y el sistema nervioso central no se ven como lugares de almacenamiento propiamente dichos, sino más bien como procesos orgánicos que interactúan directamente con el campo de energía del punto cero a nivel cuántico.

Resulta llamativo que la revisión vital parezca estar condicionada según la cultura del sujeto. Por ejemplo, los aborígenes australianos, los africanos y los nativos del Pacífico o de Norteamérica no parecen presentarla del mismo modo que los occidentales, aunque las diferencias pueden deberse al escaso número de personas entrevistadas y recopiladas en esas regiones, en comparación con la abundancia de casos documentados en el mundo desarrollado. Hay autores, como Butler, que afirman que la revisión vital es algo propio de nuestra cultura occidental y de alguna otra, como la china o la india, y que mantiene una conexión con la búsqueda de la propia identidad. Este autor utiliza una metáfora: Igual que un espejo refleja nuestra cara, nuestra memoria sería el equivalente interior a un espejo, el cual nos habla de nuestros orígenes y nos dice quiénes somos, justamente lo que se pierde en algunas enfermedades de tipo neurológico como el Alzheimer, en la que perdemos nuestro yo y acabamos desconociendo quién somos. Este sentido interior de construcción social de nuestra identidad, existe en las principales religiones del mundo, como la cristiana, la islámica o la budista, y revela la existencia de dos mundos, el material y el divino. En alguna de ellas el mundo material es devaluado y existe tan solo como una ilusión que se genera a través del espíritu. Dentro de este contexto el sentimiento de culpa se genera a través de la interiorización de las normas y de las sanciones sociales. Por ello, la revisión vital no dejaría de ser un análisis íntimo de nuestras vidas y un juicio de valor sobre aquellas cosas en las que pudimos haber fallado, ya que nuestras religiones, y, por ende, nuestras culturas, ligan a la muerte con nuestra consciencia y a la consciencia con lo que sucede en el más allá, por lo que no sería extraño entender que este tipo de experiencias se produzcan, justamente, en los momentos previos a nuestra muerte. Cosa que no ocurre, por ejemplo, en otras culturas, como la de los citados aborígenes australianos. Resulta llamativo cómo en la religión hindú la revisión vital no ocurre por sí misma, sino que los que viven una ECM asisten impertérritos al acto de una tercera persona que les lee los acontecimientos que sucedieron a lo largo de la vida. Ya lo dijo Max Weber, en 1965: " Cuando las creencias en espíritus se llegan a transformar en creer en un dios, entonces las transgresiones en contra de la voluntad de dicho dios se convierten en un pecado ético que carga contra la consciencia más allá de sus resultados más inmediatos".

Una vez que se ha pasado la fase extracorpórea, se llega a una fase de intensa luminosidad donde suelen habitar seres o entidades de diversa índole. En ocasiones son personas por nosotros conocidas pero que fallecieron hace tiempo, tales como familiares o amigos. El conocido investigador Kenneth Ring afirma que el 41 por ciento de las personas que han sufrido una ECM se encuentran con alguna presencia, mientras que el 16 por ciento se encuentra con alguna persona, ya fallecida, a la que quiso en vida. Greyson asegura que de 250 casos de su muestra, hasta un 44 por ciento llegó a encontrarse, durante su ECM, con personas ya fallecidas. En muchos casos se ha atribuido este tipo de experiencias a alucinaciones o a deseos muy íntimos de reunirse con personas muertas. Sin embargo, si observamos estudios de personas que han sufrido alucinaciones, lo que suelen percibir es la ilusión de personas que todavía están vivas. Asimismo, si fuese todo ello tan solo un problema de meras expectativas, es decir, de desear ver a determinadas personas que ya murieron, no ocurriría, entonces, la visualización de personas, como de hecho ocurre numerosas veces durante la ECM, que uno desconoce o que, por el contrario, aún viven. Más aún, si todo fuera cuestión de expectativas, entonces también sería difícil comprender por qué muchas de las personas que sufren una ECM dicen volver a la vida terrenal porque echan de menos a los que han dejado atrás. Por ejemplo, Pim van Lommel relata el caso de un hombre que durante una parada cardiorrespiratoria se encontró con un desconocido. Pasados varios días después de ser resucitado, este hombre supo, a través de su madre, que su nacimiento había sido fruto de una relación extramatrimonial con una persona que había muerto durante la guerra. Una vez que la madre le enseñó una fotografía de su padre biológico, reconoció de manera inmediata a la persona que había visto durante la ECM. Otro testimonio dice: " Mi madre sufrió un infarto de miocardio y estuvo muerta durante varios interminables minutos. Los médicos la resucitaron, y después de torturas indecibles la llevamos a casa. Nunca le comentamos lo de su muerte. Cuando se pudo comunicar nos hablaba de un hombre de oro que la llevó por un palacio ubicado sobre las montañas y que en los cuadros colgados de las paredes vio, en tres dimensiones, asuntos de la familia que ya habían sucedido ". Un interesante estudio realizado por Emily Kelly, en 2001, describió, al analizar 74 casos, un total de 129 encuentros con espíritus. La mayor parte de estos casos (81 por ciento), relacionados con personas que habían sufrido una ECM, consistió en encuentros con personas ya fallecidas de la generación anterior, en su mayoría de la propia familia. El resto (16 por ciento) fue con personas de la propia generación, como parejas o familiares, e, increíblemente, una parte (2 por ciento) fue con personas de la próxima generación (hijos o sobrinos). Más aún, esta autora fue capaz de clasificar dichos encuentros según su cercanía emocional, de forma que las personas que vivieron estas ECM describieron el encuentro con el espíritu correspondiente como: muy cercano (39 por ciento), cercano (28 por ciento), amistoso (13 por ciento) o pobre (3 por ciento). Un 16 por ciento dijo no conocer a la persona con la que había tenido dicho encuentro.

  • José Gaona Cartolano - Al otro lado del Tunel
  • Andre Maurois - El Pesador de Almas
  • Raymond A. Moody - Vida despues de la Vida
  • Annie Besant - Vida despues de la Muerte
  • Alice A. Bailey - Una gran aventura: la Muerte
  • Ramacharaka, Yogi - La Vida después de la Muerte
  • Hanan Mochon Nissim Rab - Vida despues de la Muerte
  • Rimpoche, Sogyal - El libro Tibetano de la Vida y de la Muerte

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