Revista Educación

Qué pena de memoria

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Qué pena de memoria

Siempre he presumido de buena memoria, de esa que te permite recordar fechas, nombres, todos los cumpleaños de tus amigos y, si me apuras, de sus hermanos y hermanas; los números de teléfono fijo de las casas de tus compañeras del instituto (de la época en que no marcábamos los prefijos provinciales); los escalones que había desde la calle hasta tu clase de COU; o -sin foto de por medio- el vestido que llevaba en la boda de la primera de las amigas que se casó, hace ya al menos dos décadas.

En realidad, es la memoria más antigua la que mejor salud tiene. Esa que, absurda en muchos casos, me permite hoy recordar qué número tenía en la lista de clase en 4º de EGB; el orden de norte a sur de todos los municipios de Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro (cuando llegamos a los de la provincia oriental se acabó el curso); o, entre otras excentricidades, cuánto dinero me dieron mis padres para irme al viaje de 8º de EGB y cuánto traje de vuelta, así como el que llevaron muchas de mis amigas del cole.

Sin embargo, de un tiempo a esta parte, la memoria que no hay forma de que me funcione es la reciente, esa que me impide recordar apenas un nombre de cuatro letras que me dan para trasladar tres minutos después. Dicen que es estrés, pero yo creo que es algo más grave, porque lo relaciono con eso que les contaba hace más de un año en el post sobre Mi atrofiada área de Wernicke. Entonces estaba preocupada por cuán raso y parco estaba quedando mi vocabulario diario tras mi permiso de maternidad. Y tampoco es que pretenda yo ahora un vasto catálogo de términos para mi día a día. No, hablo de algo normalito, no vayan a creer. Cierto es que con la práctica he recuperado algunas de esas palabras que necesito a diario para comunicarme sin parecer una india de las pelis hablando mi idioma, pero yo estoy notando algo raro, no puede ser la edad, quizá sea eso que solemos justificar al decir que tenemos las famosas "mil cosas en la cabeza".

En fin, que sirva esta parrafada como desahogo y añoranza de aquella etapa en la que desde mi número 14 de la lista de 4º decía en voz alta "¡Icod de los Vinos!" cuando me tocaba el turno para citar al municipio de Tenerife que me correspondía por orden... ¡Qué tiempos!


Volver a la Portada de Logo Paperblog