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Que saquen tarjeta roja al futbolista que escupa

Publicado el 03 octubre 2013 por Bloggermam

Ronaldo spitDicen del fútbol que es el deporte rey, lo cual tampoco es una gran halago teniendo en cuenta lo absurdo, rancio y estúpido que resulta todo lo relacionado con cualquier monarquía, por mucho oro que se use para tapar la falta de sustancia gris.

No voy a cargar las tintas contra el fútbol por sí mismo. Da igual que cada vez sea menos deporte y más aparente espectáculo; no importa cuán aburrido, lento, arcaico y desfasado resulte. Aún admitiendo que parte de su éxito radique en esa simplicidad pueril y en las discusiones interminables –muy parecidas a las tertulias de prensa rosa en las que muchos gritan para no decir nada útil- sobre la discutible calidad de un tuercebotas o sobre las decisiones arbitrales.

Independientemente de todo ello lo que es innegable es que el fútbol está presente en cualquier sitio. La información deportiva se circunscribe prácticamente al fútbol y a algo más por lo que la cadena en cuestión haya pagado derechos de transmisión. Los millonarios que juegan al fútbol acaparan anuncios, prensa rosa y son reclamados para dar renombre a cualquier evento de postín, incluso cuando son culturales ¡qué ironía!

Por ello, los futbolistas se han convertido en un modelo a imitar por los adeptos a esta nueva religión llamada fútbol. Unos niños mimados que emanan santa encefalografía plana y a los que se les consiente cualquier cosa. Del mismo modo que a las empresas que les pagan salarios desproporcionados les permiten dejar a deber millones de euros, frente a pequeñas empresas y autónomos, que en cuanto deben una cantidad irrisoria en comparación con lo que adeudan muchas entidades deportivas, son embargados y llevados a la ruina.

Es un extraño modelo el que se exhibe de los futbolistas. Amantes del lujo, de la ostentación, de peleas ridículas en el terreno de juego faltando el respeto al árbitro (me gusta más el balonmano cuando cualquier acción que se protesta lleva al jugador 2 minutos al banquillo), y una costumbre vomitiva adicional que debería ser sancionada con la expulsión directa del jugador: escupir.

Ya es desagradable ver a un jugador de fútbol rascándose el pubocoxígeo, soltando mocarradas cada dos por tres y encima escupiendo por cualquier lado. No se puede consentir un ejemplo tan antihigiénico. No hay excusas (salvo las destinadas a los sin seso “el fútbol es asín” “once contra once” “no hay rival pequeño” “ein?”) ¿Que será lo siguiente? ¿Una meadita en el poste mientras se saca un corner? ¿O plantar un pino en mitad del centro del campo?

¡Un mínimo de higiene y de decoro! ¡Que hay niños mirando! Cada escupitajo es una forma de contagiar desde tuberculosis (los futbolistas no tenemos tuberculosis porque somos ricos) hasta la mononucleosis (mononucualo? Sí la enfermedad del beso: esa sí que la podéis tener y tardar en notarlo un tiempo). La saliva es una agente infectante por si mismo y hay que ser consciente que lo que un millonario sanote (poco listo, pero sanote) , hace en el ¿impoluto? cesped del Bernabeu, lo copian en el suburbio más mugriento de Adís Abeba.

Evidentemente estos semidioses de la televisión no suelen tener enfermedades porque los seguros que están detrás de ellos no se lo consentirían nunca (vil metal). Pero la gente que está mirando copia los comportamientos: bravucones, descerebrados, obscenos y cerdos. Tanto que les parece normal escupir constantemente, da igual que estén jugando en la calle por la que pueden andar niños, o en una cancha cerrada en la que a continuación juega un equipo de balonmano o de baloncesto y que se llevan esos magníficos lapos a las manos pegados al balón.

Una auténtica guarrada que debe ser sancionada con la expulsión del campo, como una agresión, porque cuando un tuercebotas le da una patada a otro está agrediendo a un individuo. Cuando un futbolista escupe en el terreno de juego está agrediendo a millones.

keagustitomekedao

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