Revista Ciencia

¿Qué tiempo hará mañana en HAT-P-2b? Nace la exometeorología

Por Juanjogom @juanjogom

Lo que hace solo unos pocos años era ciencia-ficción empieza a convertirse en realidad.

Una nueva rama de la ciencia empieza, tímidamente, a abrirse paso. La exometeorología estudia el clima en planetas situados a cientos de años-luz de nuestro planeta.

Uno de estos primeros mapas del tiempo se ha realizado sobre un planeta de tamaño similar a nuestro Júpiter situado a 385 años-luz de nosotros.

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En concreto es un Júpiter caliente, un gigante gaseoso que orbita increíblemente cerca de su estrella, entre 0.015 y 0.5 UA de distancia (considerando 1 Unidad Astronómica la distancia de la Tierra al Sol).

Las superficies de estos planetas poseen temperaturas extremas, como es de suponer, pero además otro detalle marca su meteorología, tienen una cara dirigida siempre hacia su sol y otra en perpetua oscuridad.

Buscando predecir el tipo de clima que reina en este tipo de planetas, un equipo de astronomos liderado por Nikole Lewis se ha centrado en el exoplaneta HAT-P-2b, un Júpiter caliente con una órbita de solo 5 días alrededor de su sol.

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Debido a que siempre dan la misma cara hacia su estrella somos capaces de observarlos en varias fases, desde creciente hasta decreciente pasando por el disco entero. Midiendo el brillo en infrarrojos durante todas estas fases se ha podido realizar un rudimentario mapa de temperaturas. Algo increíble dada la enorme distancia a la que se encuentra.

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Temperaturas en el lado diurno

Lewis ha concluido que la parte del planeta expuesta a la luz del sol está a 2.127 grados centígrados, mientras que en la cara oscura el mercurio “desciende” a 927 grados. Estos aproximadamente 1000 grados de diferencia deberían producir unos vientos capaces de llegar a miles de kilómetros por hora. Un planeta nada apacible.

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Temperaturas en la cara nocturna del planeta

Usando los conocimientos que disponemos de Júpiter, podemos imaginar lo que puede suceder en este planeta de clima tan extremo. Para equipararlo deberíamos aumentar drásticamente la temperatura de nuestro Júpiter y, a la vez, disminuir su velocidad de rotación. El resultado es un patrón que podría ser válido para planetas gigantes, con características tan familiares como enormes manchas rojas que abarcan hasta un cuarto del planeta, y otras menos predecibles como nubes formadas por rocas y polvo.

Fuente: nasa

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