Quemado

   Sí, seguimos con la encuesta, y otra vez este cuento es... solo un cuento.
   Un cuento solitario que arde en sus propias llamas.

Quemado

  
   El olor a quemado era intenso. Se pegaba al interior de la nariz. Lo atravesaba todo hasta anidar en la garganta.
   Los vecinos tosieron. Con ojos llorosos, se defendieron con manos y dedos frenéticos. El inasible humo se extendió por todo el edificio. Luego se dilató y abarcó la cuadra.
   Él llegó entonces y, antes de abrir la puerta, frunció la nariz. Retrocedió un paso. Tanteó la pared hasta el timbre de su departamento.
   ―¿Querida? ―alcanzó a balbucear.
   ―Sí ―gritó ella desde el otro lado―, eh… no subas… ¿Por qué no compras algo? Creo que se me pasó la cena.
  
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