Revista Opinión

“¿Quién eres tú para juzgar a nadie”? Sermón dominguero (I)

Publicado el 25 abril 2021 por Liberal

Uno de los versículos de la Biblia más confundidos y utilizados por gente que practica todo tipo de maldad es Mateo 7:1 — “No juzguéis, para que no seáis juzgados”. Este sermón será una serie de 4 partes. Hoy hablaremos sobre el versículo en su contexto.

Debo recordarte que las Escrituras siempre deben interpretarse a la luz de la Escritura. Ningún hombre debe interpretarla por su propia voluntad (Romanos 14:7), así que ningún versículo es algo aislado que pueda utilizarse sin otros (II Pedro 1:20). Así pues, cualquier interpretación de la Biblia que la ponga en contradicción o conflicto con otra parte es una interpretación equívoca. La Biblia NO se contradice. Si alguna vez has estudiado Lógica, sabes que la Verdad nunca está en conflicto con la verdad. Si no entiendes algún versículo, siempre interprétalo a la luz de otro versículo o texto que sí sea fácil de entender. ¡Y SIEMPRE EN CONTEXTO! Hay muchísimos versículos en la Biblia que habla del juicio de Dios; y si aplicamos este versículo de no juzgar a la luz de esos otros versículos, verás qué claridad y qué explícito es esta enseñanza del Señor. Miremos qué significa en su contexto — El sermón de la montaña.

En primer lugar, observa a quiénes se dirige el versículo. En el 5º capítulo de Mateo, justamente antes del Señor empezar su discurso, se nos dice que se había apartado de la multitud que congregaba alrededor del mar. Al ver la multitud, “subió a la montaña y se le acercaron sus discípulos. El sermón se dirigió a sus discípulos, a los seguidores del Señor Jesucristo. Con él, había más de 12, pero todos eran seguidores y no la muchedumbre del mar.

Nótese que el Señor comienza su sermón hablando de bendiciones (Mateo 5:3-12) — “Bienaventurados los mansos: porque ellos recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia: porque ellos serán hartos. Cristo le está diciendo a sus discípulos las bendiciones que tienen por el hecho de ser sus seguidores. Tras aplicar como fundamento sus privilegios y bendiciones, el Señor entonces da instrucciones y advertencias utilizando lenguaje sencillo que le siguen. Ningún otro sermón predicado en la historia contiene tanto en tan pocas palabras. Esos 3 capítulos de Mateo — capítulos 5, 6, y 7 — son la colección de enseñanzas religiosas más importantes hechas por un líder religioso en la historia del mundo. Más que eso, son palabras de autoridad divina, pronunciadas por el capitán de la salvación para quienes se consideran cristianos y heredarán vida eterna, según la enseñanza.

El último capítulo del discurso comienza con las palabras de nuestro texto: “No juzguéis para que no seáis juzgados”. La palabra “juzgar” en lengua castellana tiene varios significados. Obviamente, está la definición legal: juzgar a un individuo a la luz de la ley. También significa “formar opinión sobre algo o alguien”. Tú formas opiniones todos los días. Juzgas cosas sobre muchas bases: apariencia, calidad, etc. Tú decides si te gusta una música o no según tu origen, tu educación o gustos personales. Lo mismo haces con la literatura, el arte, la comida, etc. A diario juzgas formando opinión: “esto me gusta, pero esto otro no me gusta”. “Juan sí me cae bien, pero Ricardo no porque Ricardo es un racista y Juan es progresista”.

El otro significado es “sentenciar lo procedente”, según la RAE. Esto SÍ NO DEBES HACER. No es tu derecho condenar a otro en el sentido de dictar una sentencia final sobre él. No eres un juez en un tribunal y no tienes derecho a decirle a otra persona “tú debes ir al infierno”. Ese juicio es para Dios, solamente Dios, el juez sabio que juzga todas las cosas (II Timoteo 4:8, Hebreos 12:23, Juan 5:22), y que juzga todo a la luz de la Palabra de la Biblia (Juan 12:48; 14:24) y que está en los cielos (Salmos 119:89).

El Señor NUNCA dice que no deberías tener criterios o juzgar y sacar conclusiones. Su advertencia más bien dice que debes tener mucho cuidado ANTES de formar una opinión o juzgar a otros utilizando tus propios criterios. ¿Por qué? “Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados; y con la medida con que medís, os volverán á medir”. ¿Nunca te ha venido a la mente que la persona o cosa que juzgas también te juzga a ti?(Romanos 2:1-3). Si te gusta la belleza; si piensas en cosas puras que no contaminan la mente, como te exige la ley de Dios en Filipenses 4:8, eres un hijito obediente de Dios, has superado lo materialista de la tierra y has desarrollado un gusto celestial. Si, por otro lado, te gusta todo aquello que sea sórdido en la literatura, arte indecente, y música discordante como el “rock and roll”, hay fealdad, discordia y sordidez en tu propia alma. Lo que tú juzgas siempre te juzgará.

Permítame ilustrar con un ejemplo, estimado lector. Cuando María untó sobre los pies de Jesús el ungüento tan caro (Juan 12), Judas comentó: “Esto es un derroche. Podríamos haber vendido el ungüento en el mercado y darle ese dinero a los pobres”. Aquí tenemos el juicio de un hombre cuyo corazón no estaba con Dios. Judas era el tesorero. Si se hubiese vendido el ungüento como él quería, Judas sería el beneficiado porque quería llevarse parte del dinero. Me recuerda en realidad a los Podemitas en España, que hablan mucho de ayudar a los pobres pero se compran chalét en la Sierra, ¿verdad Pablo Iglesias? ¿Verdad, puto Judas traidor, mentiroso y despreciable? Judas juzgó con egoísmo, con la naturaleza de una mente retorcida y el espíritu de un ladrón.

Según la Palabra de Dios, no tienes derecho a juzgar a otra persona sobre la base de tus propios deseos egoístas, establecer estándares y opiniones o decisiones basándote en tus gustos particulares personales. Serás juzgado por el mismo espíritu con el que juzgas a otros. Si juzgas a un rico como malvado por tener un chalet y luego haces lo mismo, no mereces más que el desprecio. Próximo domingo más y mejor.


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