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¿Quién está libre de pecado?

Publicado el 21 noviembre 2011 por Rehlu
¿Quién está libre de pecado?Aviso a navegantes: Un Dios Salvaje es una película compleja, tanto o más que la mente de Catherine Deneuve en Repulsión (1965) Partiendo de esta premisa hemos de tener en cuenta las intenciones de Polanski y aceptarlas. Situándonos en el mismo parque temático del pasado pero lejos de la casa del terror nos regala una entrada en el laberinto de espejos. Y es que no hay nada como reconocerse en unas imágenes aunque sean distorsionadas para hacer un ejercicio de autocrítica.
La obra de Polanski, basada en el texto de la dramaturga francesa Yasmina Reza, que también firma el guión, supone un bofetazo al modus operandi de la sociedad actual. La educación en tela de juicio, las fisuras de los matrimonios, el maquillaje que oculta nuestra verdadera identidad y la fuerza de la naturaleza dando a luz a nuestros más bajos instintos son las bazas con las que el cineasta juega. Si a esta bomba de relojería la agitamos entre cuatro paredes el resultado puede ser bastante indigesto o una reflexión delicatessen. Todo depende del refinamiento del espectador.
¿Quién está libre de pecado? Bien son sabidas las dotes como cineasta de Polanski. Profesional en recrear ambientes claustrofóbicos y perturbadores, visionario de lo que podría denominarse plano-tensión dando lugar a composiciones brillantes y orquestando una sinfonía de personajes cuyo descenso al infierno es imborrable de nuestras mentes. Como buen titiritero, el polaco ha acertado en reunir a cuatros actores con una madurez interpretativa necesaria para encandilar al respetable, cosa nada fácil si tenemos en cuenta que toda la acción se desarrolla en el mismo espacio. Respetar el orden cronológico de la trama en el rodaje es otro gran acierto y ayuda a los actores para conseguir esa falta de oxígeno que van desprendiendo al alcanzar el clímax.
¿Quién está libre de pecado?La historia es sencilla. Dos matrimonios neoyorkinos de clase media y alta se reúnen en casa de los primeros para debatir y llegar a un acuerdo tras la pelea de sus hijos en el parque. Hasta aquí nadie se atrevería a confirmar que estamos ante una cinta de Polanski pero en cuanto comienza el baile de máscaras y la disección de comportamientos más cercano a lo primigenio es cuando el estudio del lado oscuro tan característico del director hace acto de presencia al igual que la complicidad de los cuatro intérpretes cuyos personajes merecen un análisis pormenorizado.
¿Quién en algún momento de su vida no se ha sentido la madre y esposa perfecta movida por un ataque de pedantería? Ve tirando la primera piedra al igual que lo hizo Penélope Longstreet (solvente Jodie Foster). ¿Un buen día leíste un artículo científico sobre el fín del mundo y trataste de emular a Lars von Trier?
¿Quién está libre de pecado?¿Nunca has albergado sentimientos contradictorios a sabiendas de ser políticamente incorrectos, nunca has hablado de una cosa y actuado al contrario? Lánzala bien fuerte si cierta vez han deambulado por tu mente pensamientos machistas siendo un auténtico calzonazos como Michael Longstreet (sorprendente John C Reilly)
¿En alguna ocasión has dicho eso de “me encanta tu vestido” cuando en realidad consideras que es un espanto? Puedes ir haciendo con la piedra el salto de la rana como Nancy Cowan (incombustible Kate Winslet), porque ella representa la falsedad por cortesía, que sólo una copa de whisky logra desmaquillar.
¿Quién está libre de pecado?¿Verdad que en muchas conversaciones sólo estas pensando en ti mismo y consideras que los problemas de tu interlocutor son minucias? Ve arrojando entonces una cantera y súmate a la arrogancia de Alan Cowan (contundente Christoph Waltz).
Un Dios Salvaje conforma una maravillosa obra teatral, que ha visto en Polanski la luz para ser proyectada en las grandes pantallas. Irónicamente escrita, soberbiamente interpretada y excelentemente dirigida.
Lo mejor: la maestría del equipo en conseguir que un texto tan sabio como ácido no patine en un medio para el que no está dirigido. La carnicería en la que se convierte el apartamento.
Lo peor: esa teatralidad no es apta para todos los públicos.
¿Quién está libre de pecado?

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