Revista Ciclismo

¿Quién le pone la matrícula a la bici feroz?

Por Carlosr

¿Quién le pone la matrícula a la bici feroz?

matricula obligatoria de bicicletas 1959 – Desde Gijón y en Bicicleta

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Resuenan los tambores del cochismo que late inmarcesible en cada rincón de la patria. Al amor de las hilarantes propuestas del Real Automóvil Club de España retumban rítmicamente como esas imprecaciones por la naturaleza incivil de nuestra práctica ciclista cotidiana que nos llegan (a voces) desde las ventanillas de los coches. “Que paguen impuestos“, “se creen los amos de la carretera“,  “se saltan los semáforos” o “invaden las aceras” son formulaciones bien conocidas de la demonización del grupo social dominante cochista hacia su némesis, los ciclantes. La Teoría de la Identidad Social sugiere que esa gente está muy necesitada de una identidad cultural (en estos tiempos de ciudadanos anómicos) y mucha autoestima.

Miles de “geniales” aportaciones sobre las matrículas, seguros y licencias de conducción inundan diarios, blogs y redes sociales. “Ladran, luego cabalgamos” diría Dani Cabezas. Cabalguemos pues sobre sus huecos cráneos con un poco de lo que les falta: razones.

La matrícula obligatoria

Al Ministerio del Interior del Gobierno de España se le da muy bien matricular coches, motos y camiones. No debería ser un gran problema hacer lo mismo con las bicis. ¿Por qué no se hace entonces? Examinemos el panorama.

Una de las primeras falacias que se están propalando es que “en otros países lo hacen“. No. Montones de países lo hicieron en el pasado. PASADO. Y la inmensa mayoría lo han abandonado. Desde Suiza (que la eliminó en 2010) hasta las Islas Seychelles pasando por Canadá, Argentina, ciudades inglesas, estadounidenses, etc. Incluso España matriculó bicicletas hasta que se dieron cuenta de lo absurdo de la medida (que bien lo cuenta Miguel Delibes en Mi querida Bicicleta).

¿Y por qué han dejado de matricular bicis en todos esos países? Lo voy a poner en formato placa de matrícula:

¿Quién le pone la matrícula a la bici feroz?

por qué no imponer matriculación obligatoria de bicicletas – Desde Gijón y en Bicicleta

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En segundo lugar, pensemos un momento… ¿tener matrícula detiene a los coches de superar los límites, saltarse los semáforos o aparcar sobre las aceras? Claramente no. Y si ves un coche aparcado sobre la acera, sobrepasando el límite de velocidad o acosando a un peatón, le tomas la matrícula y llamas a la policía ¿Cual va a ser el resultado? Cero. Incluso las cámaras de tráfico que regulan el aparcamiento o los semáforos en rojo no multan a los conductores que no respetan los límites de velocidad aunque ven sus matrículas. O sea que es una medida absurda.

La razón que debería bastar para convencer a propios y extraños es la siguiente: Ni Holanda ni Dinamarca matriculan las bicis. Y son los países ciclistas por excelencia. Pero bueno… ¡qué nos van a contar a nosotros!

Adelante pues. Pongamos placas de matrícula a los coches y a las bicis. ¿Y por qué detenerse ahí? Matriculemos los carritos de bebé, monopatines, carros de tiro, caballos y a los peatones. Un divertido artículo británico hace sangre sobre la matriculación de peatones:

Estadísticas gubernamentales indican que los accidentes de los peatones causan millones en daños a a caros vehículos cada año. Deberían tener un seguro de responsabilidad de al menos tres millones de libras para poder salir a la calle. Y naturalmente, ninguna persona debería caminar por la calle sin superar un periodo de entrenamiento y el preceptivo test. Además deberían llevar placas de matricula delantera y trasera para poder identificarlos cuando causan estos daños. Estas placas deberían ser lo suficientemente grandes como para poder incluir publicidad institucional y así poder reducir el coste de la matriculación para el peatón.

Gracioso es imaginarse a los peatones de esta guisa. Por reducción al absurdo cualquier peatón debería ver claro el absurdo de la matrícula para bicis. Pero lo cierto es que una parte del fuego amigo que se dirige hacia los usuarios de la bicicleta viene de los peatones, que deberían ser nuestro aliado natural. Está claro que, incluso usando el coche de San Fernando, muchos viven, se reproducen y mueren siendo cochistas en espíritu. El coche es status y el esclavo en la caverna no ve la luz, ve las sombras.

Pero no pierdan la esperanza. Sepan ustedes que la Alemania nazi también impuso la matriculación de bicis en toda la Europa ocupada. Y que la UKIP o el Frente Nacional francés lo defienden hoy en día. De la misma manera que lo haría Esperanza Aguirre o Donald Trump si les preguntamos. No todo está perdido, amigos.

El seguro obligatorio y los impuestos de circulación

Este es el argumento más manido desde que la moda convirtió a pedalear en algo chic condenando así al “¡comprate un coche hippie!” a ser un cliché troglodita del post-landismo.

Tiene dos formulaciones. Una es que como usuarios de la vía hay que pagar. Porque si. Como dogma de fe. Y lo cierto es que por un lado ya pagamos por que las infraestructuras no se pagan con el impuesto de circulación sino de los presupuestos generales (que pagamos todos). Pero no sería menos cierto que es una payasada de argumento porque los adultos sin hijos también pagamos impuestos que se destinan a educación y no nos beneficiamos de ese dinero. Y los ciclistas también pagamos la construcción y el  rescate de autopistas a las que nos prohíben el acceso.

Otra es la tesis de algunos ciclistas, tan temerosos de Dios como obsecuentes en su papel de paganini, que piensan que hay que pagar para tener más derechos. Son los mismos que consideran un deber moral antes que legal pagar sus deudas hipotecarias a los banksters creadores de dinero ex-nihilo.

No. Lo cierto es que esto no nos va a proporcionar un espacio de pleno derecho en las calzadas. Primero porque muchos motorizados piensan que usamos la bici porque somos pobres y no nos podemos permitir un coche. Status. Y segundo porque lo único que quieren los cochistas es quitarnos del puñetero medio de la vía. Ninguna cantidad que paguemos nos va a dar un espacio VIP. No.

Olvidaros de peajes ni seguros. Lo que necesitamos es reconocimiento de nuestros derechos en la carretera. Necesitamos políticas que promuevan una discriminación positiva para aquellos actores del tránsito que son más sostenibles a la vez que vulnerables. Leyes que reconozcan que la sociedad tiene otras necesidades diferentes de las de los motorizados. Y que el peso de la ley, lejos de poner el ojo sobre las pequeñas violaciones de las normas sin daños, caiga con rigor sobre los comportamientos que provocan víctimas, dolor y pérdidas millonarias a la sociedad como un conjunto. Y esto no se compra con tasas ni seguros.

Disparando fuego amigo desde el nido de ametralladoras inexpugnable de su falsa conciencia están algunos ciclistas que van uniformados de lycra y protegidos por el flamante escudo de sus licencias federativas. Tienen seguros (que pagan a precios desorbitados), saben rodar en pelotón, saben darse relevos y pueden quitarse el wind-stopper en marcha sin apearse de su vehículo de carbono. Bravo. Se consideran a si mismos dechados de virtudes ciclistas y desde la atalaya que les confieren sus más de 15.000 kilómetros anuales sobre la bici, denostan la práctica ciclista de los ciclistas urbanos mientras acosan a niños y ancianos en los carriles bici para “mantener la media”. Ay, ay, ay. Este grupo de quintacolumnistas está a favor de que otros paguen lo que ellos consideran imprescindible. Nunca se darán cuenta de que sus flamantes licencias no les van a proteger de la violencia vial. Y si, Capitán América, si te caes yendo a por el pan en bici en vaqueros no te van a hacer ni puto caso en la federación territorial. Afortunadamente pocos sufrirán esta injusticia simplemente por que van a comprar el pan en coche.

¿Quién le pone la matrícula a la bici feroz?

Conmuters – – Desde Gijón y en Bicicleta

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La licencia de conducción de bicicletas

Sencillamente, exigir una licencia de conducción para los ciclistas conduce directamente a menos ciclistas. Y en la situación de alerta que vivimos en las ciudades tóxicas del cochecentrismo esto es lo último que necesitamos. Hay que promocionar la movilidad ciclista no aplastarla desde su nacimiento. El pedalear es silencioso y limpio, más sano que sentarse en un coche y más ciclistas implica menos congestión y menos contaminación. Y punto.

Pero desgraciadamente es lo que algunos cochistas quieren. Mantener su hegemonía y apartar a los peatones y ciclistas de “sus calzadas” y “su ciudad”. Porque la lentitud de la bici es incívica y ralentiza el “tráfico legítimo”.

Veamos por donde empezar: la bicicleta es el primer vehículo de la infancia. Si hay que tener un carnet de ciclista ¿a qué edad se lo damos a las tiernas criaturas? Actualmente la mayoría de los países contemplan los 6-10 años como la edad autorizada para usar la bicicleta en las vías. ¿Los examinamos a los 6 años? ¿O retrasamos la edad de incorporación al uso legal de la bicicleta? Muy buena idea: enfrentemos a los niños y las niñas al terrible dilema de abandonar la bici o usarla de forma ilegal y alimentemos así el conflicto entre ciclistas y policías desde la más tierna infancia.

Sigamos diciendo que más del 57% de las infracciones actuales se eliminarían adaptando las normas de circulación a la bici y sus necesidades y otro 36% dando formación vial a los conductores de los coches (ya que muchas de las infracciones tienen su origen en el miedo al tráfico y a la falta de espacio de seguridad para los ciclistas). Este debería ser el caballo de batalla de todos los agentes implicados en la movilidad urbana sostenible y no hacer seguidismo del lobby automovilístico y la perpetuación de su situación hegemónica. Siguiendo los consejos de EBxM hasta el 90% de las infracciones se podrían evitar.

Y para terminar, nuestra seguridad radica en el número de usuarios de la bicicleta en la vía. Es la tesis simple y efectiva de safety-in-numbers de Jacobsenun conductor es menos probable que colisione con un peatón o un ciclista si mucha gente camina o pedalea“. A mayor número de ciclistas, mayor seguridad de cada uno porque simplemente los motorizados tienen mayor conciencia de nuestra presencia en las vías y por tanto mayor vigilancia.

Como ya habréis adivinado, el fuego amigo en esta trinchera proviene de determinados ciclistas confusos, desorientados y/o equivocados pero muy útiles al cochecentrismo. Algunos tienen intereses económicos en el entrenamiento de ‘esos otros iletrados ciclistas urbanos’ y les trae al pairo dar munición al enemigo. Los conocerás porque siempre empiezan su argumentación diciendo si queremos que nos respeten en el tráfico, hay que respetar las normas. Se olvidan de que los coches (sus conductores) ya se respetan entre si conscientes de su potencial destructivo y comparten el mismo código permisividad ante el aparcamiento indebido, la invasión de las aceras, la sacrosanta velocidad injusta, el poco respeto a los pasos de peatones, su hegemonía en la calzada y tal y tal. No de nuevo: el respeto a las normas no nos traerá directamente el Valhalla en la calzada.

Coda

Releyendo esta entrada veo que se me han quedado muchas cosas en el tintero. Creo que para empezar ya está bien. Prometo rellenar los huecos.


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