Revista Arquitectura

Quinta Monroy

Por Redfundamentos @redfundamentos
OBRAS

VIVIENDAS EN QUINTA MONROY · 02/07/2014

El objetivo, asentar a 100 familias en los 5.000 m2 que habían ocupado durante 30 años, de forma ilegal en Iquique, una ciudad del desierto chileno. El presupuesto 7.500 dólares en total, con los que había que pagar los terrenos, la infraestructura y la arquitectura. El resultado, una serie de viviendas de 72 m2 de los que se construye solo la parte que permite el presupuesto, el otro 50% se genera por autoconstrucción.

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QUINTA MONROY por Elemental

El gobierno chileno nos pidió que resolviéramos la siguiente ecuación:

Asentar a las 100 familias de la Quinta Monroy en el mismo predio de 5.000 m2 que han ocupado de forma ilegal en estos últimos 30 años y que está situado en Iquique, una ciudad del desierto chileno.

Teníamos que trabajar en el marco de la actual Política de Vivienda, utilizando un subsidio de 7.500 dólares americanos para hacer frente a gastos que incluían los terrenos, la infraestructura y la arquitectura.Teniendo en cuenta los actuales valores que se manejan en la industria chilena de la construcción, 7.500 dólares nos permiten financiar aproximadamente 30m2 de espacio construido.

Y, a pesar del precio del emplazamiento (tres veces más de lo que la vivienda social puede asumir normalmente), en lugar de desplazarlas a la periferia, el objetivo era instalar a las familias en el mismo sitio.

Si para responder al reto se comienza asumiendo que 1 vivienda = 1 familia = 1 lote de terreno, entonces en el predio en cuestión sólo podíamos instalar a 30 familias.El problema de las viviendas aisladas es que, en términos de uso del terreno, resultan muy ineficientes.Esta es la razón por la cual a la hora de construir vivienda social se intenta que el terreno tenga el menor coste posible.Habitualmente, dichos terrenos están muy alejados de las posibilidades laborales, educativas, de transporte y de salud que ofrecen las ciudades.Esta forma de proceder tiende a ubicar la vivienda social en una dispersión urbana empobrecida, generando cinturones de resentimiento, conflictos sociales y desigualdades.

Intentando realizar un uso más eficaz del terreno decidimos trabajar con casas adosadas, aunque esto supusiera reducir la anchura de la parcela hasta lograr que coincidiera con la de la casa y, por otro lado, hay que tener en cuenta que con la anchura de una habitación solamente teníamos capacidad para albergar 66 familias.El problema que implica esta clase de construcción es que siempre que una familia desee agregar una nueva habitación, bloquearía el acceso a la luz y a la ventilación de las habitaciones existentes.Por otra parte, comprometía la privacidad, ya que la circulación debía efectuarse atravesando otras habitaciones.En este caso, por tanto, en lugar de eficiencia, lo que obteníamos era apiñamiento y promiscuidad.

Finalmente, podríamos habernos decidido por una construcción en altura, lo cual resulta muy eficiente en términos de uso del terreno pero este tipo de construcción bloquea las ampliaciones y, en este caso, necesitábamos que cada casa como mínimo pudiera duplicar el espacio inicial construido.

En esta tesitura, ¿qué hacer?

La primera tarea consistía en encontrar una nueva forma de abordar el problema, cambiando nuestro enfoque desde una escala que intentaba lograr la mejor realización posible con un coste de 7.500 dólares multiplicado 100 veces a una escala que nos permitiera conseguir la mejor edificación posible por valor de 750.000 dólares con capacidad para albergar 100 familias y futuras ampliaciones.

Pero comprobamos que un edificio bloquea las ampliaciones; esto es verdad, exceptuando el nivel del suelo y la planta superior.

Por tanto, nos centramos en trabajar en un edificio que sólo tuviera planta baja y planta superior.

Quinta Monroy

¿Cuál es nuestro propósito?

Pensamos que la vivienda social debería ser contemplada como una inversión y no como un gasto.Así, había que conseguir que el subsidio inicial pudiera añadir valor teniendo en cuenta el factor tiempo.A la hora de adquirir una vivienda, todo el mundo espera que su valor se incremente con el paso del tiempo.Pero, en una proporción inaceptable, el caso de la vivienda social resulta más similar a la adquisición de un coche: cada día que pasa disminuye su valor.

Resulta muy importante corregir esta situación, ya que Chile invertirá 10.000 millones de dólares en los próximos 20 años para hacer frente al déficit habitacional.Pero incluso contemplado en la escala de una familia, el subsidio de vivienda que aporta el estado constituirá, sin comparación posible, la mayor ayuda que reciban.De esta manera, si dicho subsidio puede añadir valor en el tiempo, podría significar una oportunidad única para abandonar la pobreza.

En Elemental hemos identificado un conjunto de condiciones relacionadas con el diseño mediante las cuales una vivienda puede incrementar su valor con el tiempo, sin necesidad de aumentar la cantidad de dinero que se concede como subsidio.

En primer lugar, hay que lograr una densidad suficiente (sin que esto suponga apiñamiento), para así tener la capacidad de hacer frente a los costes que supone el emplazamiento que, debido a su ubicación, resultaba muy caro.Conservar la ubicación implicaba mantener la red de oportunidades que ofrecía la ciudad y, por tanto, reforzar la economía familiar. Por otro lado, una buena ubicación constituye un elemento clave para incrementar el valor de una propiedad.

En segundo término, la aportación de un espacio físico en el que la "familia grande" se desarrolle, ha demostrado constituir un factor clave en el despegue económico de una familia pobre.A medio camino entre el espacio público y privado, introdujimos el concepto de espacio colectivo, conformado por aproximadamente 20 familias.El espacio colectivo (una propiedad común con acceso restringido) es un nivel intermedio de asociación que permite la supervivencia en condiciones sociales precarias.

En tercer término, puesto que el 50% del volumen de cada unidad eventualmente será autoconstruido, el edificio debe tener un carácter suficientemente poroso como para permitir la expansión de cada unidad en el marco de su propia estructura.Por consiguiente, el edificio inicial debe proporcionar un marco de soporte (antes que un marco limitativo) para así evitar cualquier efecto negativo de la autoconstrucción sobre el entorno urbano en relación al tiempo, facilitando, por otro lado, el proceso de ampliación.

Finalmente, en lugar de diseñar una vivienda pequeña (en 30 m2 todo es pequeño), hicimos una casa estilo clase media, de la cual por ahora se construía una pequeña parte.Esto implicaba un cambio de estándar:cocinas, baños, escaleras, muros divisorios y todas las partes de la casa que entrañaban dificultad tenían que diseñarse pensando en un escenario final consistente en una casa de 72 m2.

En última instancia, cuando el dinero del que se dispone sólo cubre la mitad de la casa, la cuestión clave es decidir qué mitad hacer. Decidimos realizar la mitad que, individual e independientemente del dinero, la energía o el tiempo que dedicaran a dicha tarea, una familia nunca haría por sí sola.Esta es la forma en que, mediante el uso de herramientas arquitectónicas, esperamos contribuir a resolver cuestiones que van más allá de la arquitectura, en este caso, cómo salir de la pobreza.


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