Revista Salud y Bienestar

Racionalidad e irracionalidad en medicina

Por Doctorcasado

Racionalidad e irracionalidad en medicina
Los médicos ortodoxos no suelen entender porqué la gente va en masa a las terapias alternativas. ¿Cómo es posible que se dejen el dinero en homeopatía cuando lo que están tomando no es más que agua o azucar? ¿Cómo siguen yendo a esos terapéutas si no existe suficiente evidencia científica que los apoye? Lo habitual es que se escandalicen y en cierta forma lo comprendo. Hay un gran mercando en el mundo de la salud alternativa y, como ha pasado toda la vida, mucho charlatán. Creo que es necesario defender a la ciudadanía del fraude, la dificultad está en trazar la delgada línea roja que separe lo que es claramente dañino de lo demás.
¿Es perjudicial que la gente se ponga una pulsera amarilla o con "componentes ionizados"? ¿Lo es que un deportista se ponga ventosas o tome suplementos de oligoelementos? ¿Es lícito que unos padres lleven a su hijo al homeópata por un catarro? Es bastante difícil que una pulsera haga mal a su portador, tampoco ponerse ventosas daña gran cosa. En el pasado lo hacían los propios médicos oficiales con sanguijuelas y sangrías, lo que si era dañino. Tomar oligoelementos, suplementos proteicos y barritas energéticas tampoco es esencialmente perjudicial aunque es verdad que comerse un buen bocata suele ser igualmente efectivo y mucho más económico. Que unos padres decidan dar a su hijo unas gotitas de homeopatía para los mocos en lugar de acudir varias veces al sobrecargado pediatra del seguro hasta conseguir un antibiótico tampoco parece muy peligroso. Si el niño empeora y el catarro va a más, sí lo sería.
Cuando un ser humano enferma además del malestar consiguiente se suele sentir intranquilidad o miedo. En los procesos crónicos además impaciencia, sobre todo en los numerosos casos en los que la médicina convencional puede hacer poco para aliviar unas articulaciones o huesos desgastados, un corazón o un riñón envejecido o simplemente el riguroso efecto del paso de los años. Es inevitable pensar ¿habrá alguna otra forma de aliviarme?. Por otro lado las personas jóvenes suelen desear superarse y mejorar su forma física o su calidad de vida. Por eso no dudan en ponerse una pulsera amarilla, un parche, una pegatina o si insisten una calcamonía como en otros tiempos se ponían cruces en el cuello, escapularios, estampitas y otros adminículos. Medidas que cansan bastante menos que apuntarse a un gimnasio o hacer cinco horas seguidas de deporte. Esto me temo que no va a cambiar y seguirán sucediéndose modas a medida que futbolistas, deportistas, y famosos vayan cambiando sus usos y costumbres.
La empresa privada saca buena tajada de este componente irracional al anunciar yogures que defienden el intestino, leches que mejoran la microflora y la larga lista de productos con cualidades bio, mejorantes, mineralizantes y sufragantes. Ya saben de que hablo. Son miles de millones, no pienen que se trata de calderilla. Aquí si que nos deberíamos llevar las manos a la cabeza y velar para que se cumpla la legislación y se eviten los mensajes falsos.
Por eso sonrío al contemplar como muchos se preguntan si servirá de algo la ventosita que se ha puesto un afamado nadador y cuya foto está suscitando mares de tinta, como toda serpiente de verano que se precie. Si le sirve a él para nadar mejor pues seguramente le haya salido bien la inversión. Otros se ponen piercings o tatuajes y nadie dice gran cosa. Pero como de lo que se trata es de innovar, ahí ven como entramos al trapo fácilmente cuando detectamos algo fuera de lo normal.
La reflexión que tal vez pueda aportar algo de luz en este tema nace de la constatación de que todo ser humano posee una parte racional y otra irracional. Tenemos un cerebro cortical y otro subcortical, capacidad para el pensamiento reflexivo y para el intuitivo. Poseemos pues una ambivalencia anatómica y funcional que nos hace ser más efectivios y nos ayuda a sobrevivir mejor. Por eso siempre habrá medicina ortodoxa y alternativa. Ayudar a los ciudadanos a discernir lo que más les conviene tal vez sea demasiado osado, los profesionales tendremos que intervenir si nos preguntan o vemos que hay un claro riesgo. Velar por lo tanto para que no haya daño si que me parece consecuente. A los galenos pediría un poco de humildad, a los ciudadanos prudencia y a los que se dedican a menesteres alternativos mucho cuidado. Es bueno recordar que la Organización Médica Colegial, los Colegios profesionales y los propios profesionales sanitarios velan constantemente para que no haya excesos y así deberá seguir siendo.


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