Revista Cultura y Ocio

Raídos en el Centro Cultural Recoleta

Publicado el 05 mayo 2017 por María Bertoni
Raídos en el Centro Cultural RecoletaEl documental de Marcone también se encuentra disponible en Qubit.tv.

Los viernes de mayo a las 21 se proyectará en el microcine del Centro Cultural Recoleta uno de los mejores documentales nacionales de 2016: Raídos de Diego Marcone. La serie de cuatro funciones nocturnas que arranca hoy suena a extensión del cuádruple reconocimiento que esta opera prima obtuvo en el BAFICI del año pasado: una mención especial acordada por el jurado de la competencia oficial argentina, el premio de la Asociación de Cronistas Cinematográficos de Argentina, el premio de SAE-EDA al mejor montaje y el premio del público.

Raídos gira en torno a las familias de tareferos que, cuando la crisis de los años ’90, se trasladaron a la periferia de la localidad misionera de Montecarlo. Desde entonces, estos cosecheros de hojas de yerba mate siguen trabajando y viviendo en condiciones precarias.

El de Marcone es un trabajo enorme por dos razones fundamentales. La primera: a juzgar por la variedad y el grado de intimidad de los registros obtenidos, el realizador compartió mucho tiempo –al menos un año– con los tareferos. La segunda: el retrato de estos compatriotas da cuenta de una porción de realidad nacional irreductible a nuestro presente, ni siquiera a los 27 años transcurridos desde los tiempos de exclusión menemistas.

La secuencia de nenes jugando con las grandes bolsas recolectoras, cargándolas sobre las espaldas como hacen sus padres e hicieron sus abuelos, ilustra la envergadura del daño que patrones y capangas provocan con la anuencia de un Estado cómplice, pusilánime y/o ausente. De los jóvenes filmados, uno solo parece eludir el destino de explotación.

A mil kilómetros de distancia, los espectadores porteños nos enteramos de datos escandalosos. Por ejemplo, las secuelas que deja el uso de agrotóxicos, o que en 2015 los tareferos cobraban a lo sumo 50 pesos por cada cien kilos de hojas recolectadas cuando el paquete de un kilo de yerba costaba 35 pesos. También asistimos al pago del jornal: desde el interior de un auto, el emisario del patrón les entrega el dinero con el debido descuento de deudas contraídas, presumiblemente, en el almacén propiedad del mismo empleador.


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