Los viernes de mayo a las 21 se proyectará en el microcine del Centro Cultural Recoleta uno de los mejores documentales nacionales de 2016: Raídos de Diego Marcone. La serie de cuatro funciones nocturnas que arranca hoy suena a extensión del cuádruple reconocimiento que esta opera prima obtuvo en el BAFICI del año pasado: una mención especial acordada por el jurado de la competencia oficial argentina, el premio de la Asociación de Cronistas Cinematográficos de Argentina, el premio de SAE-EDA al mejor montaje y el premio del público.
Raídos gira en torno a las familias de tareferos que, cuando la crisis de los años ’90, se trasladaron a la periferia de la localidad misionera de Montecarlo. Desde entonces, estos cosecheros de hojas de yerba mate siguen trabajando y viviendo en condiciones precarias.
El de Marcone es un trabajo enorme por dos razones fundamentales. La primera: a juzgar por la variedad y el grado de intimidad de los registros obtenidos, el realizador compartió mucho tiempo –al menos un año– con los tareferos. La segunda: el retrato de estos compatriotas da cuenta de una porción de realidad nacional irreductible a nuestro presente, ni siquiera a los 27 años transcurridos desde los tiempos de exclusión menemistas.
La secuencia de nenes jugando con las grandes bolsas recolectoras, cargándolas sobre las espaldas como hacen sus padres e hicieron sus abuelos, ilustra la envergadura del daño que patrones y capangas provocan con la anuencia de un Estado cómplice, pusilánime y/o ausente. De los jóvenes filmados, uno solo parece eludir el destino de explotación.
A mil kilómetros de distancia, los espectadores porteños nos enteramos de datos escandalosos. Por ejemplo, las secuelas que deja el uso de agrotóxicos, o que en 2015 los tareferos cobraban a lo sumo 50 pesos por cada cien kilos de hojas recolectadas cuando el paquete de un kilo de yerba costaba 35 pesos. También asistimos al pago del jornal: desde el interior de un auto, el emisario del patrón les entrega el dinero con el debido descuento de deudas contraídas, presumiblemente, en el almacén propiedad del mismo empleador.