Revista Asia

Railay

Por Amoreno
Estoy intentando atar los últimos cabos y terminar de escribir las historias que me faltan por publicar en el blog. Así pues, este post llega con retraso, pero tenía muchas ganas de contar la escapada que hice a Railay en solitario como parte de una semana de viaje por Tailandia el pasado mes de marzo durante las vacaciones de primavera de la universidad, pocos días antes de poner el broche final a mi estancia en Japón.
Railay
Railay (o Rai Leh) es una pequeña península situada en la costa del mar de Andamán, en la provincia de Krabi. Aunque fuera de Tailandia no es muy conocida, sus majesuosas playas no tienen nada que envidiar a las de destinos tan populares como Ko Phi Phi o Phuket. Y es que, aunque se encuentra unida a tierra firme, en la práctica podríamos decir que se trata de una isla más, ya que la península permanece aislada por altos acantilados de piedra caliza y únicamente es accesible por mar. La mejor forma de llegar hasta aquí es en barca long tail desde Ao Nang (a 10 minutos) o desde Krabi (a 30 minutos), aunque también hay rutas de ferry que conectan con las islas más importantes.
Railay se divide en cuatro áreas principales: Phra Nang (al sur), Railay Oeste, Railay Este y Tonsai (al norte). El alojamiento en Railay es limitado y por lo general caro en relación a sus prestaciones, por lo que conviene reservar con antelación. La mayor oferta hotelera se concentra en el centro de la península. Los resorts más lujosos están en la cara oeste, mientras que la cara este ofrece precios más asequibles. Esto se debe a que la playa de Railay Este está poblada de manglares y más bien es un barrizal, así que la mayoría de huéspedes que se alojan en esta zona cruzan al otro lado para bañarse en Railay Oeste.
Railay
La playa de Railay Oeste es bastante buena y ofrece un bonito paisaje. A un lado se encuentra cercada por Thaiwand Wall, una pared de piedra caliza de 200 metros que todos los escaladores profesionales sueñan con conquistar.
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El espacio central de la playa está ocupado por unos pocos resorts que se aseguran de mantener los precios caros durante todo el año. Aún así, si vuestro bolsillo os lo permite os recomiendo alojaros en esta parte de Railay ya que sales de la habitación y tienes la playa a un paso.
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Al norte de Railay Oeste existe un pasadizo a través de la jungla que conecta con Ton Sai. Es un trekking de unos 20 minutos trepando por unos riscos. No requiere tener habilidad para la escalada pero el acceso puede llegar a ser incómodo para personas en baja forma, niños y gente mayor.
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Ton Sai es el refugio de los mochileros por excelencia en Railay. Los hoteles de esta zona tienen los precios tirados, sobre todo en temporada baja, y hacen las delicias de aquellos viajeros que desean pasar una buena temporada en Railay por un módico coste.
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Y es que, por extraño que parezca, muchos de los llegan a este lugar tan paradisiaco y remoto vienen para quedarse durante todo el invierno. Railay está considerada la meca de la escalada en el sudeste asiático y en Ton Sai se ha desarrollado una curiosa oferta turística orientada a este tipo actividad. Así, ya sean principiantes o profesionales, suelen reunirse aquí decenas de aficionados para practicar juntos este deporte, aprender de los más veteranos y compartir el buen rollo.
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Las paredes verticales de los acantilados de karst son un elemento natural perfecto para la escalada, pero si además de esto le sumamos unas playas magníficas y un mar en calma apto para el buceo y el kayak ya tenemos el combinado perfecto para unas vacaciones de aventura.
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Railay quizás no sea el mejor lugar para aprender a escalar desde cero. La roca caliza es traicionera y el agua puede hacerla resbaladiza o incluso puede llegar a desprenderse de la montaña, así que quizás es mejor dar los primeros pasos en un rocódromo. Aún así hay clases de introducción y guías que se conocen la orografía del lugar como la palma de su mano y proporcionan a los escaladores información útil sobre las diferentes rutas y el grado de dificultad de cada pared.
Railay
Aquellos que vengan de lejos no tienen que preocuparse por traer consigo todo el material, ya que es posible alquilarlo in situ.
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A partir de ahí, depende de la mentalidad y la resistencia de cada uno llegar hasta los lugares más recónditos de Railay y subir hasta lo más alto para contemplar unas vistas de infarto.
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Aquellos que no somos tan valientes como para practicar este deporte de riesgo nos conformamos con hacer algo de trekking. Aparte de la ruta que conecta Ton Sai con Railay Oeste, en Railay Este encontramos un pasadizo que nos lleva a recorrer algunas rutas interesantes por el sur de la península.
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A unos cien metros en dirección a la playa de Phra Nang nos topamos con una ladera por la que cuelga una gruesa cuerda hecha con nudos. Nuestros amigos los monos nos indican el camino hacia arriba.
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Tras un ascenso prolongado de unos 20 minutos llegamos a una interseccion. Si tomamos el camino de la izquierda al cabo de 10 minutos llegaremos a un mirador y obtendremos nuestra recompensa al esfuerzo. Nos aproximamos con mucho cuidado al borde del acantilado y desde aquí podemos apreciar unas vistas impresionantes al interior de Railay.
Railay
Si después de esto nos hemos quedado con más ganas de aventura estamos de suerte, tenemos un segundo reto. Volviendo a la intersección veremos un cartel que indica "Lagoon" hacia la derecha. Aquí comienza el camino que lleva hasta la laguna escondida, uno de los secretos más increibles de Railay.
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El camino empieza como un trekking sencillo pero conforme vamos descendiendo aumenta la dificultad. Hay que tener cuidado al salvar los desniveles escarpados y no resbalar en las cuestas embarradas. Se recomienda llevar calzado adecuado, nada de sandalias o chanclas. A mitad de camino llegamos a un punto en el que muchos se plantean dar media vuelta. Si queremos seguir avanzando no nos queda otra que escalar por tres paredes verticales de hasta 5 metros. Algún alma caritativa decidó instalar en su día algunas cuerdas pero aún así resulta complicado para aquellos que nunca hemos escalado. Yo conseguí salir ileso, pero en todo momento me aseguré de tener gente alrededor por si acaso. Por si sirve de consuelo, el camino de regreso es más sencillo. Subir cuesta menos que bajar.
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Al cabo de 20-30 minutos, dependiendo de nuestra habilidad como hombre-araña, llegamos a la laguna escondida. La segunda recompensa del día.
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La gente no se aclara muy bien de si se trata de una laguna de agua dulce o si está conectada con el mar de forma subterránea, pero uno ciertamente tiene la impresión de haber llegado al centro de la Tierra.
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Sin duda fue el momento que más disfruté de mi estancia en Railay y me hizo sentir genial. Pensé que solo por haber llegado hasta aquí el viaje había valido la pena por la dosis de aventura.
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No obstante, si esto no es suficiente para convenceros del potencial de Railay como destino turístico, tranquilos que he dejado lo mejor para el final. En el extremo sur de la península se encuentra Phra Nang, la mejor de las cuatro playas de Railay y posiblemente una de las mejores playas de toda Tailandia.
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Arena fina, mar cristalino y un paisaje de ensueño, su fama es bien merecida.
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El único inconveniente, aunque resulta inevitable, es que desde primera hora de la mañana la playa se llena de turistas que llegan desde Krabi o Ao Nang en tierra firme, o de otras islas como Ko Phi Phi o Phuket solo para pasar el día.
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Desde mar adentro la playa es reconocible por el montículo que forma Happy Island y por las dos imponentes masas de roca que encierran la playa ambos lados.
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A un lado Thaiwand Wall, y al otro lado encontramos la base de una montaña erosionada formando una cueva que contiene un santuario.
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El santuario está dedicado a una princesa tailandesa que murió ahogada y que con el tiempo terminó dando nombre a la playa, Phra Nang. Sorprende encontrar numerosas tallas de madera con forma fálica que han sido donadas como ofrenda por los pescadores de la zona para contentar al espíritu que allí habita.
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Después de presentar nuestros respetos podemos dejar correr el tiempo hasta llegar al mejor momento del día en Phra Nang, el ocaso. Es entonces cuando la playa se vacía de turistas y uno puede disfrutar de algo de paz y tranquilidad junto al mar.
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Los atardeceres en el mar de Andamán tienen fama de ser espectaculares y Railay no decepciona.
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Un paisaje idílico para una luna de miel romántica. Lástima que la mayoría de agencias de viaje en España que ofertan paquetes turísticos a Tailandia incluyan el hotel en Krabi o en Ao Nang, nada que ver con la experiencia que se vive aquí.
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Llegar a Railay exige salirse del itinerario típico y mojarse los pantalones al desembarcar del long tail, pero en mi opinión merece mucho la pena. Es un lugar increible al que me gustaría volver, la próxima vez espero que acompañado.

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